CARLOS VILCHEZ NAVAMUEL |
Los
años pasan y todavía no comprendemos a quienes utilizan orgullosamente una
camiseta con la foto de Ernesto Guevara de la Serna más conocido como el Che,
un hombre frío, que no le importaba la vida de sus semejantes y que fue
responsable de cientos de muertos en
Cuba. Fue Fidel Castro quien puso a
Guevara a cargo de la cárcel de La Fortaleza la Cabaña, lugar donde crearon “La
comisión depuradora” cuyo fin era los fusilamientos para causar terror en la
población. Los historiadores aseguran que Guevara mató a muchos presos
personalmente, se desconoce el número exacto, pero sus propios escritos -como
veremos más adelante- confirman que existía algo oscuro y cruel en él y con
esto incumplió el juramento hipocrático que debió hacer cuando se graduó en la
escuela de medicina, juramento que dice entre otras cosas “Tendré absoluto
respeto por la vida humana”. En el siguiente link pueden las listas de las
víctimas del Che.
http://www.alexlib.com/victimasdelche/Victimas-Che-eBook_sp.pdf
Nicolás Águila escribió en 2007 sobre este siniestro
personaje y señaló que “El Che Guevara
no se andaba con remilgos. Frío y calculador, carecía de los escrúpulos
primarios de Félix Pena. En su condición de máximo responsable de los
fusilamientos en La Cabaña, exigía que en los juicios sumarios prevaleciera el
celo militante por encima de cualquier consideración de orden jurídico. En las
sentencias prefabricadas, que él mismo revisaba y aprobaba, no cabía el titubeo
de la duda razonable ni ningún otro rezago de la "justicia burguesa".
Su divisa no era "en la duda, abstente", sino la de los tiempos de la
Sierra Maestra: "ante la duda, mata". Sus órdenes, por otro lado, no
siempre estaban exentas de esa "fina ironía" que cautivó a más de un
intelectual a ambos lados del Atlántico. En ocasiones mandaba al paredón
escribiendo esta nota breve y terminante: "Dale aspirina".
http://verdaderoche.blogspot.com/2007/10/el-carnicero-de-la-cabaa.html
En
sus cartas y escritos encontramos frases escalofriantes propias de un demente y
frases que resumían su torcida mente comunista, veamos algunas de ellas: “Nunca
debemos establecer la coexistencia pacífica. En esta lucha a muerte entre dos
sistemas tenemos que llegar a la victoria final. Debemos andar por el sendero
de la liberación incluso si cuesta millones de víctimas atómicas”. Otra de
estas famosas frases decía “Para enviar hombres al pelotón de fusilamiento, la
prueba judicial es innecesaria. Estos procedimientos son un detalle burgués
arcaico. ¡Esta es una revolución! Y un revolucionario debe convertirse en una
fría máquina de matar motivado por odio puro” Una más dirigida a su papá “Tengo
que confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar”
Al referirse al crimen que cometió al asesinar
a Eutimio Guerra porque sospechaba que era un soplón, dijo: “¡Acabé con
la duda dándole un tiro con una pistola de calibre 32 en la sien derecha! Sus
pertenencias pasaron a mi poder”.
En 1967, el Che había afirmó “El
odio como factor de lucha, el odio intransigente al enemigo, que impulsa más
allá de las limitaciones del ser humano y lo convierte en una efectiva,
violenta, selectiva y fría máquina de matar”. En otra ocasión escribió Siento que mi nariz se dilata saboreando el
olor acre de la pólvora y la sangre del enemigo”. En una carta que le envió a su esposa en 1957
le escribió: “Estoy en la manigua cubana, vivo y sediento de sangre”.
Ante
estas afirmaciones, no nos queda otra cosa más que pensar, que el hombre era un
psicópata, aquí el link de un documental
que confirma todo lo que aquí hemos escrito.
https://www.youtube.com/watch?v=PPBp2pPZNXc
Lo
irónico de la vida del Che es cómo murió, pues estuvo consciente (al igual que
sus víctimas) de que sería asesinado, el responsable de esta ejecución fue
Mario Terán Salazar, el sargento boliviano quien relató en 1977 a la revista
Paris Match del siguiente modo los últimos instantes del Che Guevara:
“Dudé 40 minutos antes de ejecutar la
orden. Me fui a ver al coronel Pérez con la esperanza de que la hubiera
anulado. Pero el coronel se puso furioso. Así es que me fui. Ése fue el peor
momento de mi vida. Cuando llegué, el Che estaba sentado en un banco. Al verme
dijo: «Usted ha venido a matarme». Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin
responder. Entonces me preguntó: ¿Qué han dicho los otros? Le respondí que no habían dicho nada y él
contestó: ¡Eran unos valientes!». Yo no me atreví a disparar. En ese momento vi
al Che grande, muy grande, enorme. Sus ojos brillaban intensamente. Sentía que
se echaba encima y cuando me miró fijamente, me dio un mareo. Pensé que con un
movimiento rápido el Che podría quitarme el arma. ¡Póngase sereno -me dijo-
y apunte bien! ¡Va a matar a un hombre! Entonces di un paso atrás, hacia
el umbral de la puerta, cerré los ojos y disparé la primera ráfaga. El Che, con
las piernas destrozadas, cayó al suelo, se contorsionó y empezó a regar
muchísima sangre. Yo recobré el ánimo y disparé la segunda ráfaga, que lo
alcanzó en un brazo, en el hombro y en el corazón. Ya estaba muerto”. Eso
sucedió el 9 de octubre de 1967, La Higuera, Bolivia.
Carlos
Vilchez Navamuel
carlosvilcheznavamuel@gmail.com
@carlosvilchezn
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