BEATRIZ DE MAJO |
No puedo gastar el poco espacio del que goza
esta columna para evidenciar como la vida en este país se nos ha vuelto un
viacrucis a quienes tenemos que velar porque exista en nuestras casas lo básico
para sobrevivir. Las inhumanas colas-
que según el gobierno no son otra cosa
que una patraña urdida por la oposición parasitaria- son una constante
en la vida de cada familia en el país independientemente de su creencia política o de la capacidad de
su bolsillo.
Lo que resulta aberrante es que mientras
todos nos desgastamos en búsqueda de lo esencial para la vida haya supermercados repletos de una
constelación de artículos importados a precios astronómicos que de alguna
manera llegaron a sus anaqueles, después de haber cumplido con la tramitación
necesaria para adquirir dólares – controlados o no- y para cumplir con los
complejísimos y exigentes trámites
aduaneros. Si alguna vigilancia debería tener el oficialismo, en tiempos de una escasez palmaria, de una
inflación que oficialmente se reconoce en más de 64% y de una devaluación
grotesca por falta de dólares en el
mercado, es la de que lo esencial sea puesto al alcance de los individuos y lo
superfluo no. La obligación es la de no hacerse cómplices de quienes explotan
la escasez de manera inmisericorde o corrupta.
No se justifica de ninguna manera que existan
hoy casas de abasto – grandes o pequeñas- que hayan sustituido la oferta de
bienes ordinarios como detergentes, mantequilla, pastas y panes , leche, papel
higiénico, por el mismo género de bienes
importados con lo que forzan a su
clientela de bajos recursos a tener que adquirir “lo que hay” a precios
irracionales. Es evidente que mucho mayor beneficio obtiene el comerciante en
el margen de un artículo caro que en el de uno de bajo precio, pero tal actitud
es favorecida por el gobierno cuando se le otorgan permisos de importación a
quienes traen papel toilet de España, cereales para el desayuno de Estados Unidos, limpiadores de vajillas de
Italia, mantequilla de Francia o arroz Basmati de la India…hasta agua mineral envasada
en Suiza y nueces caramelizadas de Madagascar.
Mientras a los estudiantes se les niega el acceso a los
dólares para su educación en el exterior, mientras a los empresarios se les
impide la adquisición de los insumos importados
para sus procesos, mientras a los ciudadanos se les somete a contingentes las divisas para
sus viajes de salud o de placer, mientras las medicinas indispensables para la salud van desapareciendo de las
farmacias por las dificultades de acceso a la divisa controlada, todo un entramado corrupto se pone en movimiento
para permitir que se compre por fuera de
las fronteras, se nacionalice y se
oferte al público, paquetes de papel higiénico cuyo precio equivale a la mitad
de un salario mínimo, o bolsas de arroz
que superan con creces el ingreso de un familia entera. Solo la
connivencia o la asociación con algunos importadores explican tales
aberraciones.
La escasez de divisas por la desastrosa administración del país y del mayúsculo caudal de dólares producido por PDVSA de los pasados 15 años se tiende a agravar por la fulminante caída de los precios petroleros. En su camino evolutivo hacia el despeñadero en que nos encontramos hoy, el gobierno ha cerrado los ojos ante la instauración de toda clase de negociados y complicidades cuyo precio está pagando injustamente el que menos tiene, dentro de este inefable Socialismo del Tercer Milenio.
Beatriz
De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
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