EDGARD J. GONZÁLEZ, |
El chavismo es un fenómeno aluvional hecho posible por la
degradación del bipartidismo de AD y COPEI, y mantenido por los dólares del
petróleo de la Venezuela monoproductora, y por la polarización en torno al
enemigo que tradicionalmente ha servido de excusa al Comunismo mundial, el
imperialismo estadounidense y sus presuntos aliados internos, a los que
denominan de variadas formas, burgueses, oligarcas, lacayos de la CIA,
escuálidos, apátridas, y otros términos con los cuales persiguen descalificar a
sus adversarios, despojarlos de sus atributos políticos y humanos, hasta justificar
cualquier agresión, incluso su eliminación física (temporal, mediante
detenciones y juicios viciados) o definitiva, con el asesinato (a través de
funcionarios de cuerpos policiales y militares practicando una Represión
brutal, o usando las bandas paramilitares conocidas primero como “círculos
bolivarianos”, ahora como colectivos, que son organizados, financiados y
armados por el régimen, y están conformados por gente del Lumpen esencialmente.
Que no sólo agreden a opositores que manifiestan su rechazo al régimen, sino a
la sociedad venezolana en general, cuando delinquen abiertamente, en atracos,
secuestros o asesinatos -colaterales, o deliberados, tipo sicariato-
aprovechando el clima de negligencia e impunidad que ampara el 96% de los
delitos y crímenes cometidos en la Venezuela chavista, sin Instituciones ni
Poderes autónomos, donde reina la arbitrariedad que criminaliza el ejercicio de
los Derechos Ciudadanos y la disidencia: Terrorismo de Estado.
La antipolítica que presuntamente representaba Chávez en el 98,
que se nutrió del descalabro gradual en el funcionamiento de los partidos AD y
COPEI, tanto en la actualización ideológica de su militancia, como en las
ejecutorias de sus gestiones gubernamentales a partir de 1974, con la
triplicación de los ingresos por concepto de exportaciones petroleras a raíz de
la guerra en el medio oriente y el aumento del precio del barril (el último
presupuesto de Caldera I fue de Bs 14.000 millones, el primer presupuesto de
CAP I fue de Bs 42.000 millones), lo que inició una espiral de gastos en rubros
que no eran de primera necesidad, un desmesurado aumento en las importaciones y
los gastos por concepto de viajes al exterior, con sus consecuencias en
crecientes cantidades de dólares dedicados a pagar hospedajes, comidas y
adquisiciones de productos superfluos, que fueron convirtiéndose en aquella
viciosa rutina que le ganó a los viajeros venezolanos el apodo de “Ta’barato,
dame dos” en cualquier destino. La Corrupción, que había sido relativamente
escondida y limitada a una élite vinculada a los círculos del poder, durante
las dictaduras de Juan Vicente Gómez 1908-1935 y Marcos Pérez Jiménez
1948-1958, reducida a su mínima expresión durante los quinquenios de Rómulo
Betancourt, Raúl Leoni y Rafael Caldera I, 1959 a 1974 (no sólo porque el
erario público era escaso, sino porque no existían tantos entes, y esa
simplicidad facilitaba una efectiva Contraloría de la Administración Pública).
A partir de la escasez provocada por el conflicto del medio oriente en 1974 los
ingresos por exportaciones petroleras fueron creciendo, y nuestra moneda
mantenía una paridad de 4,30 por dólar, lo que hacía del bolívar una de las
monedas con mayor poder adquisitivo del planeta, estimulando la vorágine del
gasto a escala gubernamental y privada; Lo lucrativo y la apariencia
desplazaron a lo ético y lo trascendente. Cesó el debate ideológico, a nivel
grupal e individual, y fue creciendo la competencia por tener y mostrar, sin
importar el origen del dinero que hacía posible las fachadas. El clientelismo
multiplicó las Nóminas en los Ministerios y las Gobernaciones, bajaron los
controles y cada vez más personas malversaban.
El período de las vacas gordas terminó, en el último año de Luis
Herrera el bolívar sufre la primera de una serie de devaluaciones desde que a
comienzos de la gestión de Betancourt fuese devaluado a 4,50 por dólar (luego
revaluado a 4,30 en esa misma gestión). El viernes negro, 18 de febrero de
1983, comienza el envilecimiento de nuestra moneda, que de Bs 6 y 7,50 irá
progresivamente reduciendo su cotización -según las necesidades de bolívares de
cada gobierno- hasta alcanzar en 1999 los Bs 480 por dólar, y en la actualidad
cuatro valores que refieren su cotización a tres montos establecidos por el
oficialismo, Bs 6.300 11.200 y 50.000 y el inaudito e inalcanzable valor
especulativo del mercado negro, que cambia a diario y pasa con creces de los
cien bolívares fuertes (debilitaron tanto la moneda, que tuvieron que quitarle
tres ceros y llamarla “fuerte” -BsF-, lo que enmascara en las nuevas cifras la
vieja realidad).
También los parámetros morales se prostituyeron, con Lusinchi y
CAP II se incorporaron las amantes al tren ejecutivo, y los venezolanos
tuvieron que soportar que Blanca Ibáñez y Cecilia Matos participaran
activamente en la toma de decisiones, creándose en torno a esas dos “queridas”
dos grupos que aprovechaban con evidentes ventajas los recursos del país. La
crisis política, que paulatinamente carcomía a los partidos (todos sin
excepción abandonaron el debate de ideas y propuestas, se dedicaron en mayor o
menor medida a posicionarse en el laberinto de los cargos -municipales,
estadales, nacionales- desde los cuales cada quien pudiera beneficiarse y
favorecer a los miembros de sus toldas o tribus personales, los “ismos” se
multiplicaron, y a medida que crecían esos viciados liderazgos individuales,
disminuían las militancias de los partidos, que fueron degenerando, algunos
hasta desaparecer o quedar reducidos a caricaturas de lo que antes fueron (aunque
han reaparecido tras otras siglas y aparentes cambios, doctrinarios y
supuestamente éticos).
El tiro de gracia a la podredumbre político-partidista
lo proporciona la desmedida ambición de Caldera, eterno candidato a la
presidencia, capaz de castrar a cuanto delfín amenace su constante carrera
hacia Miraflores. La tarde del 4F, apenas sometidos los golpistas liderados por
el Charlatán Eterno, cuando era imprescindible reforzar los cimientos de la
Democracia, imperfecta pero perfectible, contra la cual se habían alzado en
armas los militares que trataron de derrocar a CAP II, Caldera dio rienda
suelta a sus ambiciones y a su demagogia, haciendo en el Congreso Nacional una
obvia apología del golpe, con el propósito de usufructuar las emocionales
simpatías que el Golpista Mayor había logrado con su “por ahora”, transmitido
en cadena nacional de radio y TV.
A esa inapropiada intervención, justificando
el golpe y buscando la empatía de los millones de descontentos con la situación
creada por la insuficiente idoneidad de quienes tuvieron a su cargo los
gobiernos del 74 a la fecha, 4F 1992, da la espalda al COPEI que él fundó y de
cuyas ejecutorias es responsable directo e indirecto, en su condición de
presidente del 64 al 69, y dirigente primordial desde la fundación de COPEI
hasta que decidió asumirse como populista y buscar su segunda presidencia en
hombros de esa masa anónima de insatisfechos, a los que bautizaron “chiripas”
por rechazar sus nexos con los partidos tradicionales (de los que habían
recibido las limosnas oficiales, el común denominador que permitirá al
chiripero mutar con facilidad hacia el chavismo, que resultó mucho más de lo
mismo, con fachada revolucionaria).
En ese ambiente de degradación ético-política y económica a la que
las torpes gestiones de AD y COPEI condujeron al país, surge la figura del
caudillo redentor que ofrece resolver todos los problemas, erradicar la
Corrupción y el Sectarismo, y diversificar la Economía, más o menos lo que
constituyó el discurso fundamental de todos los políticos previos, con el
añadido de que el Supremo Patán se hacía pasar por adalid de la antipolítica, y
se presentaba como ajeno a compromisos grupales. Era peor, sus motivaciones
inmediatas provenían de una Secta, militar para más señas, y sus propósitos primordiales
-mantenidos en secreto- lo ataban a las anacrónicas directrices de la dictadura
castrista, que para 1998 ya acumulaba casualmente la misma cantidad de años que
Chávez categorizaba como nefasta, los 40 años de la mal definida “cuarta
república” a la cual el gran hipócrita atribuía sólo negativos resultados,
mientras ocultaba su condición de agente del despotismo fidelista, que lo
introdujo en la Escuela Militar a comienzos de los años 70 como un vulgar topo,
parte del Plan B paralelo a la fracasada guerrilla contra la Democracia en
Venezuela, financiada desde Cuba en los años 60, lucha armada foquista que
nunca tuvo respaldo popular, fue derrotada, y se “pacificó” con Caldera I.
Desde el primer día el régimen chavista se ha esforzado por
atornillarse en el poder, dejando de lado los compromisos por los cuales obtuvo
el respaldo electoral mayoritario en el 98. No ha cumplido ninguno, por el
contrario ha agudizado los problemas, aumentó notoriamente la Corrupción y el
Sectarismo, profundizando la Exclusión, en beneficio del proselitismo, con tan
marcado énfasis en su propósito de consolidar el partido y pensamiento únicos,
tan propio del esquema estalinista, que discrimina inclusive a los pequeños
partidos del llamado polo patriótico, que acompañan al PSUV, al que esperaba
convertir en el gigante que canibalizara a todos los partidos políticos. Pero
el pésimo desempeño administrativo del régimen chavista llevó a la supuesta
multitudinaria militancia pesuvista al descontento y la apatía, con participación
vergonzosamente baja en las recientes elecciones internas, que además
adolecieron de una grosera manipulación por parte de la Nomenklatura que
controla ese aparataje partidista. Hago la salvedad de que las cifras de
inscritos que el PSUV se autoadjudica han sido infladas desde sus inicios, de
manera que aunque el desencanto no se hubiera apoderado de grandes conjuntos de
genuinos simpatizantes del PSUV, jamás habrían podido inscribir esos siete
millones que afirman tener. En la realidad los inscritos no llegan ni a la
mitad de esa cifra. Pero como la mayoría de los verdaderos seguidores del PSUV
lo son en la medida en que han recibido beneficios tangibles (“ayudas”
diversas, cargos en Nóminas aumentadas de forma irresponsable, para dar cabida
a los camaradas y con ello asegurar sus votos y los de sus familiares
inmediatos, promesas de empleos -obviamente “inorgánicos”, como el dinero que
imprimen sin respaldo de Oro o Reservas en dólares, para crear el espejismo del
circulante- o de viviendas, renglón en el cual no han cumplido ni sus propias
metas, etc), esos respaldos efectivos e incondicionales disminuyen a medida que
bajan los ingresos del país, 96% de las exportaciones provienen del petróleo,
cuyo precio promedio se ha reducido de más de $100 que logró alcanzar en sus
mejores fechas, a poco más de $50 (hay que recordar que nuestros crudos son muy
pesados, y además contienen azufre, ambos factores dificultan y encarecen las
labores de traslado y refinación, lo que baja su cotización, en comparación con
otros crudos, menos pesados y sin azufre, como el marcador Brent, del Mar del
Norte. PDVSA ha debido importar crudo liviano, para mezclar con los pesados
extraídos de nuestros yacimientos, a fin de reducir sus densidades y hacerlos
más apetecibles al mercado mundial). Los chavistas, además de palpar que
disminuye el flujo de dinero y ayudas en general con las que el régimen
compraba su respaldo, también sufren el Desabastecimiento, la Inseguridad, y
los Pésimos Servicios, tres tumores que afectan a la mayoría de la población
venezolana, frente a los cuales de poco o nada vale ser simpatizante del PSUV,
igual deben hacer colas para adquirir limitadas cantidades de los productos
escasos -cuando aparecen-, igual deben sufrir el robo de sus bienes o sus vidas
en un atraco, o las insuficiencias de los servicios hospitalarios, educativos,
de Transporte y Comunicación, o los “apagones” programados, fallas que afectan
con insoportable frecuencia a grandes conglomerados de todos los espectros
sociales y políticos. Si no pudieron ser mayoría real (electoralmente lo
lograban con FRAUDE) cuando por cada barril de petróleo recibían más de 100
dólares, es imposible que mantengan el respaldo de la cuarta parte de los
venezolanos con la mitad de aquel ingreso y todos los problemas en preocupante
aumento. Para el 2015 se prevé una situación peor que la actual.
Los anteriores párrafos nos reflejan “el legado de Chávez”, saldo
negativo que ningún Estadista serio envidiaría, y que ha sido multiplicado por
la muy torpe gestión del sucesor que el Patán Mayor designara en diciembre del
2012 (lo que a su vez le impusieran sus amos del castrismo). Incapaz de cambiar
el errado rumbo a pesar de que todo a su alrededor le indica que es la única
opción para evitar el desastre definitivo, que ocurrirá si mantiene este
esquema fósil e insensato, que ya condujo a la quiebra y al colapso a todos los
experimentos anteriores de similar contexto: Capitalismo de Estado y
Colectivismo social. Pero Maduro no sabe cómo resolver el dilema que enfrenta
desde que oficialmente se anunció la muerte del caudillete con doble dosis de
Mático: Carismático y Dogmático, es decir atractivo para las masas pero
encerrado entre los muros de sus ataduras ideológicas, hipotecado al pasado
estalinista y particularmente al mito fidelista, de quien esperaba ser heredero
continental. Tuvo Respaldo y Recursos para satisfacer las expectativas por las
cuales fue elevado a la presidencia en 1998, pero fue incapaz de trascender los
parámetros de la utopía comunistoide, con cuyos manuales de Petete se instruyó
de manera famélica en su juventud. Aunque bautizó a su engendro como
“socialismo del siglo 21” él sabía que su génesis ideológica y su apoyo real
estaban en la dictadura totalitaria, estalinista y militar, de la cual era
agente (pasivo desde los años 70, activo desde que salió del clóset en el 2003
y se entregó de lleno en los brazos de Fidel, para que lo rescatara de la
derrota segura del Referendum).
Maduro terminó de destruir la Economía venezolana, pero ahora no
tiene ni la mitad de los dólares que se usaban para importar lo que dejamos de
producir, comprar Votos de chavistas y respaldos de países débiles que se
ofrecen al mejor postor (algunos de los cuales nos deben grandes cantidades de
dólares, pero no tocan ese tema y ya casi le niegan el saludo). A menos que
pudieran ocurrir milagros en época de satélites, celulares, gente alfabetizada
y el planeta globalizado, tendría que abrirse el Mar Rojo y resucitar cientos
de Lázaros para que en el 2015 el Desabastecimiento, la Inseguridad y los
pésimos servicios no recrudecieran, haciendo mayor aun el descontento de los
venezolanos, lo que incluye a los pocos que le quedan en su haber al régimen
rojo rojito. Maduro acabó la poca credibilidad que le quedaba con la cómica en
torno al asesinato de Serra, sus afiebradas acusaciones a Uribe, y a la
Oposición, luego de que el CICPC demostrara que se trató de un crimen entre
puros malandros endógenos y rojitos. Pero la súper guinda de la Torta de Maduro
(que no de plátano), fue esa patética manifestación en contra de los Estados
Unidos, el “imperio”, a la que no logró convocar ni tres mil revolucionarios,
para repudiar lo que él y su banda cínicamente llaman un ataque a Venezuela,
cuando hasta los chavistas de base saben que es un Acuerdo del Congreso de
EEUU, que ha sido refrendado por el presidente Barack Obama, señalando
Sanciones (prohibición de ingreso a territorio de EEUU, congelación de
depósitos en bancos de EEUU) para un grupo de 56 altos funcionarios del régimen
que ilegalmente preside Maduro, por su participación en Violaciones a los
Derechos Humanos (represión brutal, excesos y torturas). Hay que ser demasiado
obtuso para interpretar que esa medida contra 56 violadores de DDHH, agreda a
Venezuela, ni siquiera a una porción importante de sus habitantes. No es una
medida contra el país, ni contra su Soberanía (como sí lo son las medidas y
ejecutorias diseñadas e impuestas por los jefes de Maduro en La Habana, que han
perjudicado grandemente a Venezuela, su Soberanía, su Economía, su Convivencia,
y a la mayoría de sus habitantes, incluyendo a chavistas que han permanecido
ajenos a las decisiones que produjeron Corrupción y pérdidas de patrimonio
territorial, económico, legal, histórico y social a toda Venezuela). Maduro no
es Venezuela, ni siquiera nació en territorio venezolano, ni ha respetado lo
que la Constitución establece para los no nacidos acá. Extrapolando de forma
iconoclasta, Bolívar tampoco es Venezuela, ni constituye una agresión al país
el criticar o cuestionar algunas de sus acciones o propuestas, sin por ello
negar que SB forma parte del grupo de próceres primordiales, que le dieron al
naciente país su independencia del imperio español y son fundadores de la
República que recibimos todos en herencia, que debemos mantener y mejorar para
las futuras generaciones.
Para colmo, encima de la paupérrima asistencia a su mitin
antiimperialista, el miércoles 17, día que conmemora el fallecimiento de Simón
Bolívar, en Santa Marta, Colombia, 1830, la Historia, que no anda pidiéndole asesoría
ni permiso a los mediocres como Maduro y su combo, produce a sus espaldas otro
cambio de gran trascendencia, un complicado Acuerdo entre la dictadura militar
que somete a la Cuba castrista y la Democracia ejemplar de Estados Unidos, la
primera potencia mundial -económica. Militar y políticamente-, a fin de
restaurar gradualmente las relaciones entre ambos países, ir suavizando el
EMBARGO (nunca ha sido bloqueo) que impuso EEUU a Cuba a raíz de las
arbitrarias expropiaciones de sus empresas en 1961, sin haberlas pagado hasta
hoy, otra de las infelices ocurrencias del caprichoso Fidel, que su hermano
trata de revertir (las conversaciones tomaron año y medio) para frenar el
estancamiento de la isla cárcel y evitar que el obvio e imparable descontento de
las nuevas generaciones de cubanos se le rebelen y se lo lleven en los cachos,
junto al resto de su Nomenklatura, hoy en el poder en la parasitaria e
indigente Cuba. Este acuerdo nos produce un inevitable Dejavú, pues nos
traslada a la crisis de los misiles en octubre del 62, cuando John Kennedy por
EEUU y Nikita Jrushov por la URSS llegan a un difícil acuerdo, sin que el
soviético le consultara siquiera la hora o qué corbata ponerse, a Fidel Castro,
mirón de palo entonces como Maduro ahora.
Con Cuba y Estados Unidos poniendo a funcionar sus respectivas
embajadas, mejorando sus relaciones no sólo diplomáticas, sino y esencialmente
comerciales, aunque los Derechos Humanos siguen sin formar parte explícita del
arreglo, sin duda alguna que la implementación de los primeros elementos del
Acuerdo producirán gradualmente cambios en la actitud y el comportamiento de
los cubanos residentes en la isla, y esos cambios, junto a lo que se sume al
Acuerdo inicial a partir de las conversaciones, que por supuesto proseguirán,
necesariamente integrarán compromisos que irán debilitando la estructura
represiva que hoy rige y se incluirán -en un futuro a mediano plazo- normas
conducentes al estricto respeto a los DDHH de los hasta hoy sometidos
habitantes de Cuba, hasta dar paulatina entrada al sistema Democrático, que a
su vez traerá la Prosperidad que deriva de las Libertades y el Mercado de
participación libre y competitiva, no intervenido, regulado y controlado
exclusivamente por el Estado.
Maduro, sin dólares, sin su otra indispensable muleta del
antiimperialismo, es probable que vea la conveniencia de distanciarse de la
presidencia que alcanzó con ilegalidad documental, fraude electoral,
manipulación de fallecido mantenido con vida de manera virtual, y tráfico de
influencias habaneras, y -ahora sí- saque su genuina Partida de Nacimiento de
donde la tiene escondida hace añales, y la muestre urbi et orbi, para
escabullirse de esta difícil situación, sin que haya habido Renuncia, ni Golpe
Militar, ni levantamiento popular a escala nacional. Con la Partida de
Nacimiento y suficientes fotocopias, puede excusarse diciendo que “se le
chispoteó” o que “fue sin querer queriendo”, y tomar las de Villadiego de prisa
y sin pausa. Le deja este berenjenal encendido a todos los que sí nacimos acá y
nos duele Venezuela. Que Cilia lo siga o se largue para otro destino, ya no es
de mi conocimiento ni incumbencia. Como tampoco cabe en este escrito especular
qué escondites van a escoger los otros responsables por este desastre que
llevan 16 años elaborando, pero me atrevo a afirmar que, igual que el 12 de
abril del 2002, en Cuba no los van a querer recibir, pues si entonces eran
“enemigos” del imperio y Fidel rechazó que le enviaran al Chávez renunciante,
ahora que andan de manos tomadas Raúl y Barack, dudo mucho que acepten a esos
coleados rojos rojitos, y antiimperialistas de discurso, en la muy conversada
Luna de miel del mulato y el octogenario.
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