ALFREDO MICHELENA |
El superministro Rafael
Ramírez, cuyo éxito se ha medido por llenar las arcas del régimen, fracasó en
su intento de convencer a los árabes de que había que “defender los precios del
petróleo”. No ha sido su único fracaso, basta con ver como está PDVSA, los
cientos de acuerdos petroleros fallidos y la caída de la producción interna.
Siempre lo salvó el crecimiento de los precios del petróleo que comenzó antes
de que El Finado llegara al poder. Subida que precipitó la caída que no pudo
detener.
Ramírez no ha entendido que
el mundo petrolero ha cambiado. Ya no se trata de defender el precio sino el
mercado. Es evitar perder las posiciones en un mercado altamente competido. No
es mantener altos unos precios que van a meter más y más competidores, lo que
nos hará redundantes. Luego del no-recorte decidido por la OPEP, él ha dicho
que lo ahora decidido “producirá un reajuste en el mercado” y se conseguirá “el
precio justo”. Es la fábula del zorro y la uvas. Cuando no las puede alcanzar
dice que no valía la pena pues estaban verdes.
Ramírez, como los dirigentes
de la república democrática, durante esos 40 años, y más atrás, cayeron en la
trampa del “excremento del diablo” que se resume diciendo que “vivir de las
rentas es algo adictivo, como una droga”. No se dan cuenta del peligro en que
están y lo profundizan. Como en el Titanic, la orquesta suena y ellos bailan
mientras el barco se hunde.
Los saudita entendieron que
hay que defender el mercado. Deberíamos haber apoyado esta tesis desde mucho
antes. Pero para eso habría que haber tenido una política de expansión de la
producción. Que si el régimen argumenta que la tiene, hay que concluir que ha
sido otro rotundo fracaso.
Estamos frente al descalabro
del petroestado. Ya se está cimbrando
hasta sus bases. Miren las encuestas o vayan a los mercados y vean que hay o no
hay, y oigan lo que comentan en las maratónicas colas. Su desprestigio nacional
e internacional crece a pasos agigantados. Internamente cada vez ingresan menos
petrodólares y hay menos que repartir. Internacionalmente pasamos de ser un
buen comprador a un mal pagador. De un “benefactor” a un forajido, que no
cumple sus compromisos. Los “protegidos” están buscando alternativas y los
amigos comienzan a alejarse.
Pero la trampa del
“excremento del diablo” no es un mal del chavismo. Muchos dirigentes opositores
defienden la tesis del “precio alto” y son adoradores del petroestado. Solo que
aseguran que repartirán mejor la renta.
Alfredo Michelena
alfredomichelena@gmail.com
@Amichelena
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