ALBERTO MEDINA MÉNDEZ |
Se
ha dicho bastante sobre el reciente acuerdo entre Cuba y EEUU. Si bien muchos
analistas prefieren buscar ganadores y perdedores como si se tratara de un
juego, vale la pena hacer un abordaje más integral sobre el tema, para no
quedarse con el simplismo que propone el corto plazo.
No
es un secreto que la política se suele manejar con prioridades de carácter
meramente utilitario, y que las mismas intentan siempre sacar provecho de cada
situación. No menos cierto es que esas acciones se producen bajo determinadas
circunstancias y no en cualquier instante.
Y no es que para uno de los gobiernos se trate de una actitud genuina, desinteresada y humanitaria mientras para los otros no. Ambas naciones, Cuba y EEUU, han actuado, paradójicamente, bajo la misma matriz, tratando de maximizar su rentabilidad política, seleccionando el contenido, el modo y el momento para optimizar resultados internos y externos.
El
gobierno de la isla, sabe que su sistema político y económico ha fracasado de
forma categórica. No existe necesidad de probarlo. Si se tratara de un éxito,
los ciudadanos de todo el mundo querrían vivir en ese "paraíso". Las
evidencias muestran con contundencia a mucha gente huyendo desesperadamente de
ese infierno, arriesgando sus vidas y buscando destinos que le permitan gozar
de la libertad y el progreso.
El
"edén" que mencionan algunos ciudadanos del planeta, que se ufanan de
sus supuestos logros, pero que luego defienden en sus naciones ideas opuestas a
las que se aplican allí, siempre ha precisado de aliados que los subsidien. Es
indudable que no puede sostenerse un régimen político opresivo sin ayuda
económica, esa que suministró en su tiempo la Unión Soviética y cuyo idéntico
rol hoy cumple la Venezuela petrolera.
El gobierno de la primera potencia mundial, ante la necesidad de generar hechos políticos que permitan revertir la deteriorada imagen electoral del oficialismo luego de su última derrota legislativa, ha instalado en la agenda un asunto simpático para muchos latinos que genera adhesiones.
El
bloqueo económico nunca fue una herramienta justa, y ni siquiera ha sido eficaz
a la hora de alcanzar un objetivo razonable. Siempre ha sido un error político
y una inaceptable decisión sin fundamento alguno.
Claro
que hay diferencias entre como se concibe de un lado y del otro este pacto. Los
"Castro" deciden solos, autocráticamente, mientras el Presidente de
EEUU debe conseguir apoyo en el Congreso para validar su idea.
Pero
un costado poco analizado ha sido el de las vidas que están en juego frente a
cada postura política. En realidad tiene poca relevancia saber quiénes
triunfaron o cuánto perdieron los que mostraron mayor debilidad. En todo caso
sería bueno saber si este hecho político consigue salvar vidas, o las mejorará
de algún modo en el futuro mediato e inmediato.
Un
primer paso ha sido la liberación de prisioneros encarcelados en ambas
naciones, que fueron retenidos oportunamente por cuestiones más políticas que
jurídicas. Y ese no parece ser un dato menor. Tal vez ese suceso aislado por si
mismo bien valdría este acercamiento diplomático.
Algunos
sostienen que este acuerdo fortalece a este cruel régimen, lo alimenta
económicamente y le permite prolongar la agonía. Es posible que esta mirada
tenga asidero. Pero también cabe reflexionar sobre si es necesario perder más
vidas para que un sistema político, acelere su desgaste y eventualmente se
modifique el rumbo frente a esa situación.
Un
aspecto significativo es que el acuerdo no cambia la cotidianeidad de los
ciudadanos que habitan EEUU, sin embargo impactará de algún modo en la vida de
los ciudadanos de la isla.
Tal
vez sea tiempo entonces de darle contenido moral a las decisiones políticas. No
es que deba esperarse este gesto desde los gobiernos, mucho menos aún desde la
mezquina mirada de los dirigentes tradicionales. Pero la sociedad podría opinar
desde ese lugar, pensando en los ciudadanos cubanos, esas personas que no han
elegido a este gobierno que padecen, y que no aprueban la conducta cotidiana de
una casta de dictadores que se apropiaron de su libertad y del fruto de su
trabajo en nombre de una ideología que ha demostrado con creces su perversidad
e impericia.
No
es relevante saber quién ha sacado la mayor tajada política en esta ocasión. Importan,
las vidas de millones de cubanos que siguen sin libertad. Este acuerdo, aun
desde el vacío moral de estos personajes políticos, abre una puerta enorme para
lograr al menos un poco mas de libertad.
Es posible que no sea suficiente. Es probable que los cubanos de la isla merezcan mucho más que estas migajas de libertad que circunstancialmente se derivan de este reducido acuerdo. Lo que queda claro también, es que lo que viene es mejor que lo anterior, y aunque aún no se conozcan los detalles de lo pactado, la salida de este desdichado presente está más cerca que antes.
Se
sabe que lo acordado no se ha conseguido por la visión humanitaria de los
protagonistas, ni mucho menos como consecuencia de sus profundas convicciones.
Ha sido solo una muestra más del típico oportunismo político, pero aún sin
quererlo, ha permitido dar un paso importante en el camino adecuado.
Alberto
Medina Méndez
albertomedinamendez@gmail.com
@amedinamendez
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Párrafo: "Pero la sociedad podría opinar desde ese lugar, pensando en los ciudadanos cubanos,...". Opinión sobre el párrafo: "Los ciudadanos cubanos" ¿qué es tal ente "los ciudadanos cubanos"?, pues algunos de esos individuos son esclavizadores y otros son libertadores. La sociedad se piensa priorizando esa lucha milenaria de la humanidad por la libertad del Individuo, no por el bienestar de los grupos. Tal bienestar de los grupos es deseable pero es subsidiario del bienestar del individuo, y es el individuo el que necesita o puede optar por crear a su propia sociedad como liberadora o como esclavizadora.
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