SAÚL GODOY GÓMEZ |
En lo personal, no creo que nuestra actual
Constitución Nacional, promulgada en el año 2000, sea la mejor del mundo, como
pretende la propaganda oficialista; creo que es una constitución sesgada y a
favor de un modelo ideológico socialista, peor aun, justifica y perpetúa un
modelo de Estado presidencialista, centralista, autoritario e interventor.
Fue una Constitución elaborada en el calor de
un momento de exaltación del triunfo electoral del candidato Hugo Rafael Chávez
Frías, jefe de una Revolución Socialista Bolivariana llevada al poder por
aclamación popular y que con el paso del tiempo, se convertiría en una
dictadura militar, sostenida por injerencias extranjeras, letales para nuestra
soberanía e independencia.
No fue una constitución pensada y ponderada
que pusiera como norte los intereses del país nacional, fue el resultado de una
enorme presión política para ajustarla a un gobierno que prometía un relanzamiento de la República y la
creación de un hombre nuevo, un traje casi a la medida de una facción que se
hizo con el poder en la cresta de un enorme movimiento popular, que creía en
los cambios, que anunciaba unos ideales que finalmente fueron traicionados.
Se incorporaron algunas reformas que venían
siendo estudiadas en el seno del antiguo Congreso, pero que en su mayor parte
correspondían a exigencias de programas de la izquierda revolucionaria que
deducía “su momento” para ajustar la Carta Magna a sus intereses.
Afortunadamente, no pudieron hacer el trabajo
profundo para introducir los basamentos que se necesitaría una vez que los
cuadros del partido, lenta pero inexorablemente, sustituyera la burocracia
estatal de gobierno por sus fichas, hasta lograr hacer del Estado un órgano al
servicio del partido.
Quedaron pues algunas instituciones y
modalidades democráticas intactas, que luego se convertirían en la piedra en el
zapato de una revolución “chucuta” y fragmentaria.
Desde el día uno de la entrada en vigencia de
la nueva Constitución, el gobierno socialista bolivariano se dio a la tarea de
interpretar la letra de la Constitución a su manera, haciendo uso de una
libérrima hermenéutica, tratando a la Carta Magna como si se tratara de un
palimpsesto que tuviera una escritura escondida y que sólo la Sala
Constitucional del pérfido Tribunal Supremo de Justicia, fuera capaz de
descifrar… siempre a favor del régimen.
Bajo estas circunstancias, la Constitución
del año 2000 jamás fue un limite al poder político, nunca determinó la “forma
del Estado”, menos aún la “forma de gobierno”, ni regulo la producción jurídica
que, según algunos expertos, son los pilares de toda constitución.
Por ello tenemos los bodrios de las leyes
habilitantes, el intento fallido de meter de contrabando la comuna y el estado
socialista, y por supuesto, el totalitarismo avasallante al mejor estilo
habanero, con milicias y colectivos incorporados, en fin, una suma de equivocaciones y errores que sólo
apuntan al desconocimiento constitucional.
De allí surgieron las figuras de presos
políticos que son inconstitucionales, la hegemonía comunicacional que es
inconstitucional, unas fuerzas armadas politizadas expresamente prohibidas por
la constitución, reelecciones presidenciales para violar explícitamente la
alternabilidad del poder, un CNE rojo rojito que viola la independencia del
organismo, la elaboración de listas de enemigos políticos del régimen y el
criminal apartheid cimentado en el odio que vivimos, candidatos a la
Presidencia de la Republica que no son venezolanos, la negación al debido
proceso, el espionaje a los ciudadanos, la exhibicionista práctica del
nepotismo, las invasiones y el robo de la propiedad privada, la intromisión de
gobiernos extranjeros en áreas sensibles del gobierno, los presupuestos
paralelos, la prohibición a la protesta pacífica, el saboteo del derecho de los
ciudadanos a estar informados, el escamoteo del derecho de los ciudadanos al
libre transito y a una identidad, el innegable deterioro al derecho a la salud
y a la alimentación… la lista de irregularidades y violaciones a la
constitución se hace larguísima.
Vale destacar que el irrespeto de uno de sus
mas publicitados logros constitucionales, como es la inclusión de un capítulo
sobre los Derechos Humanos, nos ha llevado a que el gobierno socialista
bolivariano haya sido obligado a responder en la Organización de las Naciones
Unidas por torturas y otras violaciones graves a los Derechos Humanos. ¿Qué
indica todo esto? Algo tan simple y evidente como es que, en el gobierno
Bolivariano Socialista de Venezuela, la Constitución Nacional es manejada con
carácter oportunista y pragmático, que no hay una intención real de cumplirla
ni hacerla cumplir, que el primer violador de la Constitución, y en flagrancia,
es el mismo gobierno, que cuando le conviene la impone a los ciudadanos y,
cuando no, se limpia el rabo con ella.
Cuando un Tribunal Supremo de Justicia se
pronuncia por negar la existencia de la separación de poderes como centro de la
concepción de un estado de derecho, y convalida la existencia de un solo y
único gobierno, dueño y señor de todas las instancias e instituciones
democráticas del país, entonces, ni tenemos estado de derecho, ni hay
democracia.
Podemos decir que existe una constitución que
no cumple el principal actor político de la Republica, que es el gobierno y el
partido político que lo sustenta y que dice estar apoyado por una mayoría del
pueblo.
Hay una oposición cuyos actores políticos se
aferran a la letra de la Carta Magna para reclamar sus derechos, hacer sus
denuncias y exigir del gobierno un comportamiento apegado a la ley, a pesar de
que todos los caminos constitucionales indicados para restituir el orden
constitucional están aparentemente cerrados, y no existen instituciones ni
instancias posibles para esos fines.
Las Fuerzas Armadas, que son las garantes del
orden constitucional y las encargadas de restituirlo encaso de perderlo, son
cómplices activos en esta tarea de destrucción.
El mismo soberano, el pueblo, que en última
instancia sería el encargado de restituir el imperio de la constitución en el
territorio venezolano, no parece darse por enterado y acepta con pasmosa
mansedumbre las reiteradas violaciones de sus derechos colectivos e
individuales.
Visto este estado de cosas ¿En qué situación
se encuentra la institucionalidad en Venezuela?
La Constitución no ha sido efectiva para
garantizar nuestros derechos fundamentales, el chavismo-madurismo hace lo que
le da la gana y viola sin restricciones la Carta Magna, no hay seguridad
jurídica en el país, la justicia es una burla constante, no hay instituciones
que soporten y hagan valer la ley, pero nos piden acatar la Constitución para
supuestamente mantener un estado de derecho; los chavistas la usan para
proteger sus fueros y abusos, convirtiéndola en un instrumento de opresión y
garantía de las mafias para perpetuarse en el poder.
Hay aquí algo que no está bien, una lógica
muy turbia de quienes, a pesar del desastre en que han convertido el país,
pretenden continuar en este teatro del absurdo, haciendo de la Constitución un
fetiche, una excusa para no actuar como lo requieren las circunstancias.
Mi opinión es que hace tiempo la Constitución
ya no es el contrato social que suscribió el pueblo de Venezuela en el año
1999, no funciona, no hay quien la haga valer, excepto para sostener a grupos
de interés (los partidos políticos) en sus mezquinas esperanzas de cohabitar en
el gobierno con una horda de ladrones, asesinos y torturadores.
Hay una parte importante de la oposición
política venezolana que opina que sí tenemos Constitución, y que todavía
contamos con instituciones democráticas, que renunciar a esta idea sería dar un
paso hacia la anomia social; basados en esta apreciación, ellos han planificado
una estrategia para convertir la unidad de partidos políticos de oposición en
una oferta electoral, que atraiga a esa parte de los votantes, que todavía
tienen fe y apoyan al chavismo-madurismo como opción de gobierno, apostando, a
pesar de todas las condiciones adversas, a que es posible un triunfo en las
urnas electorales efectivo para cambiar de gobierno.
Pero tienen un problema grave, y es que esta
unidad, sus acciones, planes e ideología, son vistos por buena parte de los
venezolanos, que no estamos de acuerdo con este gobierno, como colaboradores
del régimen; su ineficacia política y su incapacidad para cambiar los designios
del régimen los ha situado en la posición desesperada de negociar, pactar y asociarse
con el gobierno para buscar su propia sobrevivencia como organizaciones
políticas.
Esta percepción está basada en varias
conductas tolerantes con acciones tomadas por el régimen contra dirigentes
políticos, organizaciones y líderes comunitarios, identificados como “molestos”
al régimen, y a los cuales se les ha violado sus derechos civiles y políticos
sin provocar una reacción o posición clara y contundente en defensa de estos
factores de la oposición.
De igual manera, es reiterado el llamamiento
de esta unidad política a la calma y a deponer actitudes combativas y de
reclamo en la calle por parte de la ciudadanía, cansada de la tiranía y la
opresión del régimen; estos llamados a la paz han dado como resultado el
debilitamiento de jornadas de protestas, acciones organizadas de
manifestaciones públicas de rechazo al régimen y exposición a los medios
internacionales de una situación de violación masiva y continua de derechos
humanos. Eso, en definitiva, favorece al régimen y sus intereses y emascula el
sentido de resistencia del pueblo.
Esta unidad política pareciera ver en otros
voceros y representantes de los diferentes intereses de la sociedad venezolana,
a enemigos o “competencia” por la atención mediática y de opinión que pretende
acaparar como derecho adquirido, en detrimento de la diversidad de pensamiento
y acción.
Por último y no menos notorio, los voceros de
esa unidad se han mostrado como adalides del fortalecimiento de la legalidad
del régimen, aceptando sin discusión los momentos, condiciones y temas para
reunirse con el gobierno, apuntalando un supuesto “diálogo” que ha resultado en
la legitimidad y lustre de un régimen oprobioso, auspiciando con esa actitud la
inhibición de medidas y sanciones en su contra por parte de actores internacionales.
Es de resaltar que el argumento de fajar a la
oposición en la camisa de fuerza de la constitución, mientras el gobierno la
viola a voluntad, ha resultado en un estado de desintegración grave, en donde
actuamos como si estuviéramos en democracia, cuando la verdad es que
continuamente se violan nuestros derechos fundamentales y el gobierno se
afianza en la fuerza y el terror.
Creo que ha llegado el momento de pedir
cuentas a la MUD, de sentar a sus líderes en el banquillo de la contraloría
para que respondan por lo que ha sido su desempeño en estos aciagos tiempos, la
Asamblea Nacional no ha tenido el desempeño que muchos de estos parlamentarios
prometieron cuando nos pidieron los votos, ellos sabían que había que luchar
muy duro en contra de la mafia allí instalada, que no iba a ser fácil, muchos
se dedicaron a fomentar sus intereses partidistas en detrimento de los interés
sagrados de la nación, otros prefirieron callar.
Cuando los estudiantes decidieron actuar no
pocos de nuestros parlamentarios escogieron mirar para el otro lado, casi
ninguno los acompañó en su lucha, el silencio cómplice de la bancada
oposicionista al momento que los muchachos eran reprimidos con salvajismo, lo
que hiso fue alimentar el estado de indefensión en que se encontraban, las calles
de Venezuela se llenaron de muertos y heridos, las cárceles de presos y
torturados porque, entre otras cosas, nuestros parlamentarios prefirieron
enterrar las cabezas en la tierra, algunos hasta se aunaron a llamarlos
“guarimberos”, término despectivo con el que se refirieron a nuestros jóvenes
que se negaron a bajar a los infiernos con la boca cerrada y esperando por la
próxima elección amañada; no se hiso nada por reivindicar nuestro derecho de
restituir el orden democrático, a resistir un régimen que ellos, la MUD,
consideran democrático “con insuficiencias”, al que nunca han tratado ni lo han
descrito como lo que es, una dictadura de siete suelas.
Los responsables de las actuaciones
antipatrióticas de la MUD, todos aquellos que han servido como judas en contra
de la democracia, y les han entregado a los esbirros nuestro más preciado
tesoro, que es nuestra juventud, en algún momento también rendirán cuentas al
país. La historia los juzgara como lo que son y no como lo que pretenden ser.
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
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