SALVATORE GIARDULLO RUSSO |
El socialismo se ha convertido en el nuevo
mito y su precursor, el comandante eterno, en el nuevo libertador del pueblo.
Pero todo es un montaje cargado de mentiras y engaños, arropados en su
hegemonía comunicacional y a la vez, controlando con leyes draconianas, los
medios de información privados. Esto es con el fin de generar una sola línea de
pensamiento, que en el fondo es una palabrería hueca, repetidora de consignas,
como si fuera una fórmula para alcanzar el éxito, pero que en el fondo no tiene
sentido ni dirección. Con la censura, quieren esconder su debilidad.
Se enfatiza en la defensa de la nación y en
la independencia de la patria, contra los intereses de los oligarcas y el
expansionismo del imperialismo yanqui. Pero el fin de toda esta patraña, es
reforzar el poder absolutista del Estado, con tintes militaristas, junto a un
culto a la personalidad del gran líder bolivariano. Quieren convertir al
venezolano en un seguidor de órdenes, que sea obediente a las directrices
revolucionarias, mermando cada vez más su capacidad de análisis y prohibiendo
su derecho a disentir.
Justifican la grave situación social y
económica mediante las misiones, donde lo que han logrado es convertir el
trabajo en algo precario, con sueldos de hambre, sin ningún tipo de beneficios
sociales. Chantajean con despidos a quienes no acepten y practiquen, rodilla en
tierra, los preceptos del bolivarianismo; al mismo tiempo, han violado las
contrataciones colectivas.
Los logros de esta revolución en salud, son
distracciones para ocultar el grave problema de sanidad nacional, con el brote
de dengue y chikungunya, sumado a la escasez de medicamentos para combatirlos.
En educación pasa lo mismo, donde se destaca la mala calidad de los programas,
con una alta dosis de ideologización, con maestros y profesores mal pagados,
que han provocado una gran deserción escolar, mutilando los sueños de muchos
jóvenes.
Han estafado al país con su supuesta
democracia participativa y protagónica, llenando todos los rincones de
Venezuela de grupos que han degenerado muchos de ellos en colectivos armados,
usados como bandas de choque para enfrentar manifestaciones pacíficas.
De nada valió expropiar tierras y
nacionalizar empresas, porque hasta ahora siguen bajo el control estatal y no
se prevé en un futuro inmediato, que sean los trabajadores en administrarlas,
porque lo que les interesa es la justificación ideológica y así dominar todo el
aparato productivo.
El populismo golpea el estómago de la
sociedad, con la escasez, devaluación e inflación. El régimen lo que busca es
mantenernos en la ignorancia, para poder así adoctrinar y mermar la capacidad
de comparación para no confrontar la realidad. Son ya casi 16 años de historias
tristes y de penurias, de estrechez y necesidades. Por lo visto, esta manera de
gobernar seguirá a toda máquina hacia ninguna parte, o mejor dicho, hacia la
catástrofe.
Enviado a nuestros correos por
Alberto Rodriguez Barrera
albrobar@gmail.com
@albrobar
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