PEDRO LUIS ECHEVERRIA |
4
de febrero de 1992. Ese día, hace 22 años, un grupo de felones militares intentó infructuosamente un golpe de estado
contra un gobierno legítimamente constituido y en pleno ejercicio de sus
facultades institucionales. Ese aciago día, a pesar de haber sido derrotados,
las visiones de irracionalidad,
improvisación, ineficiencia
y corrupción se abatieron sobre
Venezuela y ejercieron un efecto devastador en los valores fundamentales sobre
la democracia, el respeto mutuo, la tolerancia y la libertad de actuar que
representaban el ideario de nuestro pueblo y que regían la convivencia social
en nuestro país.
Desde ese día los
aventureros, cuya única motivación para la sedición era la toma del poder, sin mucho éxito han tratado de
construir una reláfica épica que llene de falsa gloria y limpie de vilezas los episodios de violencia, sevicia y
cobardía que enseñorearon su artero e inexplicable proceder de aquel
entonces. Desde esos tiempos, los centenares de muertes que ocasionó esa
sangrienta aventura siguen impunes. Los familiares de los caídos siguen
esperando por justicia y castigo para los victimarios de sus deudos.
La
Venezuela de hoy después de 15 años de mandato de los golpistas, no ha
progresado. Los males sociales se han acrecentado a pesar de los ingentes
recursos políticos y financieros de los que ha dispuesto el fracasado
régimen.
El
odio, la división y la exclusión es el legado social que nos deja. Una economía
decadente, las arcas del tesoro vacías de dinero, carencia de realizaciones, la destrucción del aparato
industrial público y privado, un enorme déficit fiscal y una difícilmente
pagable deuda externa, escasez, desabastecimiento , inflación, desempleo son,
entre otros, los índices que representan y
miden el descomunal fracaso de la gestión de los aventureros de 1992. Se
ha acentuado la inseguridad jurídica, se ha hipertrofiado el tamaño del Estado,
la economía venezolana ha perdido la
capacidad generadora de empleos de otrora; ha convertido a los jóvenes
venezolanos en cazadores de canonjías en lugar de formarlos para contribuir a
la ampliación de la producción y mejorar la prestación de los servicios.
Presos
políticos, exiliados, perseguidos, familias destrozadas, la ilegitimidad, la
usurpación de funciones y la sistemática violación de la Carta Magna son otros
de los pasivos que acumula en su contra el período del gobierno maduro-chavista. La incertidumbre respecto al
futuro atenaza y angustia a los venezolanos.
La
inutilidad de la costosa felonía de ayer ha
quedado patéticamente demostrada. Para
qué y por qué tantas muertes,
persecuciones, dolor y desolación si no
sabían, ni tampoco han aprendido, a conducir y manejar el poder que en reiteradas oportunidades les
ha conferido un pueblo engañado?
La
perseverancia y destreza política que se requieren para acometer la ineludible
tarea de reconstruir la Nación, no están
del lado de ellos.
¿Qué
más podemos esperar de un régimen como éste?
Pedro
Luis Echeverria
pedroluis.echeverria33@gmail.com
@PLEcheverria
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