OMAR ÁVILA |
La historia de Venezuela está llena episodios
cargados de violencia política y siempre terminan con un mismo final: Los
violentos son derrotados.
El siglo XIX fue excepcionalmente movido y cargado
de mucha agresividad. Los libros registran los asaltos a las haciendas del
Indio Rangel en Carabobo, El Calvareño en los Valles del Tuy y en Barlovento los hermanos Echeandía.
Personajes como estos fueron utilizados por José Tadeo Monagas para
atornillarse en el poder y dejar para la posteridad la imagen de un gobierno
nepótico y corrupto, quizás superado solamente en el siglo XXI.
Monagas fue derrotado por la sublevación de Julián
Castro, pero el país estaba tan conmocionado socialmente que fue inevitable la
Guerra Federal con su secuela final de unos parientes de los Monagas, su
sobrino José Ruperto, quien se hace del poder en 1868 y no inventa nada nuevo
que organizar una banda de forajidos llamados ‘Los Lincheros de Santa Rosalía’,
quienes llegaron a la tapa del frasco, acabando una fiesta donde se encontraba
Antonio Guzmán Blanco, quien luego lideró una insurgencia que acabó
definitivamente con la descendencia de tan nefasto clan: Los Monagas.
Los políticos que orientan al gobierno deberían
pasearse por estas historias. Claro, ellos la ven como insurrección popular,
lucha contra la burguesía y para de contar, pero no como pillaje desatado en un
país desolado por tanta anarquía, corrupción, burocracia y errores en la
conducción del gobierno.
Apoyarse en figuras perfiladas en el personaje de
Presentación Campos, el de las Lanzas Coloradas de Uslar Pietri es una apuesta
suicida. Son incontrolables, como aquel negro que contradice a Presentación y
por respuesta tiene un machetazo que le corta la cabeza. La pregunta de cómo se
trata racionalmente con personas así, no tiene respuesta. Y eso lo comienza a
padecer el Madurismo/PSUV y se transforma en su peor pesadilla.
Actualmente en Venezuela, el malandreo no se expresa
solamente en acciones violentas de calle. También en la economía, agresión a
las iglesias, en la educación formal, en el lenguaje, entre otros. Me viene a
la mente una pregunta ¿Quién financia a estos grupos y cuánto cuesta
mantenerlos?
Recordando el famoso dicho popular “Siembra vientos
y recoge tempestades”; lo asemejo con que la tempestad en Venezuela es y será
constitucional y electoral. Esa vía se inoculó en el alma nacional en la
Constitución de 1947 y nadie la ha podido sacar. Hasta Marcos Pérez Jiménez
inventó un plebiscito en 1957 para perpetuarse.
El 2015 depara el camino de la recuperación del país
como tarea de los que hacemos vida política en Venezuela, los que tengan
participación en la Asamblea Nacional que ejerzan su papel constitucional.
Ojala que la dirigencia opositora, esta vez tenga la visión, la amplitud y
actúe con el desprendimiento y la madurez política que se requiere, porque de
lo contrario, la historia no se los perdonará.
Esta debe de ser una campaña de la gente y para la
gente que sufre los embates de la inseguridad, la escasez, alto costo de la
vida; una campaña en la que sin duda alguna los protagonistas deben ser los
ciudadanos de a pie, ese venezolano descontento que hoy es la inmensa mayoría,
solo así podremos obtener una victoria contundente ante este régimen que lo
único que le queda es el poder, pero no hay nada más poderoso que un pueblo
unido, por ello desde esta tribuna pedimos Unidad sin exclusión.
Omar Avila
oavila1973@gmail.com
@omaravila2010
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