NELSON CASTELLANO-HERNÁNDEZ |
Existe un proverbio árabe que dice
“Los ojos no sirven de nada a un cerebro ciego”. Un cerebro ciego en sentido
figurado es uno que carece de capacidad cognitiva, es decir que carece de la
facultad de tomar la información que recibe, de procesarla en base a
conocimientos previamente adquiridos y valorarla. Habita un ser humano que no
es capaz de adquirir conocimientos y de ejercer su potencialidad.
Un ser humano a quien le falta la
dimensión de su razón de ser, en consecuencia puede actuar de manera errónea,
muchas veces no comprende, no es capaz de interpretar ni de tomar las
decisiones correctas. Su situación puede ser producto de un disfuncionamiento,
de la ignorancia ya sea por poca formación, falta de estudios o de una
desviación intelectual; puede ser también producto de la inexperiencia o de una
enfermedad.
Al fallarle el proceso de cognición,
su capacidad de percepción, razonamiento, inteligencia, aprendizaje se verán
afectados.
En todo caso limitado por obstáculos
que le impiden ver, le será difícil actuar de manera inteligente o asumir las
acciones necesarias para lograr un fin en concordancia con su naturaleza.
Por supuesto son personas que pueden
obtener lo que se proponen, pero un objetivo no es un valor en sí mismo, es necesario
que lo que buscamos este en armonía con nuestra esencia de ser humano, ya que
en caso contrario estaríamos procurando nuestra propia negación.
De allí se desprende la importancia
que implica seleccionar la gente con que nos rodeamos, a quien le entregamos
responsabilidades o en quien depositamos nuestra confianza.
Un ser humano cuyos motores para la
acción son antivalores, como el odio, la venganza, el abuso del poder, el
autoritarismo y la motivación de enriquecerse, termina siendo como una enfermedad
que se extiende en el cuerpo social.
La situación venezolana actual es
producto de mentes limitadas, de esas que poseen un “cerebro ciego”. Comenzó
como un tumor que se infiltró dentro de las Fuerzas Armadas, hasta que intentó
apoderarse del control del Estado, violentando la Constitución y su juramento
militar.
Existen testimonios de que se conocía
dentro del mismo cuerpo, unos no creyeron, otros contaminados en menor grado
permitieron que el tumor creciera, sin darle la importancia que tenía. Hubo
alcahuetas que lo protegieron, otros que lo desplazaron para evitar tomar
decisiones, no faltó quien con su ego contagiado, vieron en él un instrumento
de retaliación.
El malestar general de la sociedad fue
caldo de cultivo del germen, el tumor se desarrolló cuando la estructura social
se debilitó y perdió sus defensas. Un cáncer que debió ser extirpado a tiempo
para salvar la vida de los venezolanos.
Su llegada al poder estaba dirigida
por antivalores, contra el ser humano, contra sus derechos, contra los valores
nacionales, de allí que fue fácil entregar el país a manos extranjeras,
burlarse de los venezolanos, manipularlos, destruir la infraestructura
económica de producción y los poderes del estado, para de esta manera ir
controlando todo, poco a poco, lento pero seguro, como avanza una enfermedad
terminal.
Siguieron otros síntomas, cercenar
derechos… a la vida, a la libertad de opinión a la propiedad y al trabajo, así
se debilitaba la resistencia y la voluntad y se acercaba al objetivo final,
tomar el control total de los individuos que movilizan la nación.
Enfrentar la enfermedad que ha hecho
metástasis en un tumor menor, necesita del tratamiento correcto.
Los resultados de la gestión del
régimen están a la vista, el pueblo tomó consciencia de que no sirven pa’ nada.
Pero como limpiar al organismo de un desecho inservible que nos aleja de
nuestra curación, lo primero es enfrentar el origen de nuestros males y en
reconocer la indiferencia con la cual permitimos el deterioro, al dejar en
otros una responsabilidad nuestra.
Existió dejadez, apetencias, ceguera,
ingenuidad, oportunismo, improvisación, empirismo y falta de idoneidad. A pesar
de existir un balance positivo en 40 años de democracia, olvidamos a una parte
importante de la población, que sufría la deuda social. Se ofendió con el exceso,
con el amiguismo, con secretarias privadas, con el que “nada nos cuesta…”
Faltó rentabilidad de los recursos
empleados, en la inversión social, en oportunidades de desarrollo. Se siguió
viendo al estado como el responsable de resolver todo y en consecuencia se le
entregó todo el poder de decisión.
Se descuidó la educación democrática,
el desarrollo integral y terminamos perdiendo los valores. Tomar consciencia de
los factores que permitieron el avance de la enfermedad, permitirá construir un
nuevo país sano de cuerpo y espíritu, por aquello de que el cuerpo son las
organizaciones que cumplen funciones sociales y el alma es el espíritu de la
patria.
Quitarnos la venda de los ojos,
permitirá asumir nuestro protagonismo, es hora de enfrentar las decisiones y
las acciones, no hay lugar para más tarde. Las enfermedades se curan si se
atienden a tiempo.
Las buenas estrategias son las que
contemplan lo urgente y lo importante, ambas deben atenderse, las primeras de
manera obvia, las segundas porque de ellas dependerá la estabilidad futura.
El show mediático llega a su fin, el
cuadro clínico es grave, los 200.000 venezolanos muertos durante este régimen,
son la prueba terrible por la que hay que atender la epidemia y aplicar
tratamientos drásticos, efectivos e inaplazables.
Recuperar los cuerpos sociales que
cumplen funciones indispensables para la vida nacional es nuestra prioridad,
cada quien en su escuela, universidad, gremio, mercado, cola o calle asumiendo
su rol, desde abajo hacia arriba vendrá la fuerza necesaria. Un grano más otro
grano terminará siendo una avalancha.
Todo el mundo es necesario en esta
operación, el primero es descalificar a un posible rival personal, debe ser
rechazado. Se necesitan facilitadores del triunfo no personajes predestinados.
Valoramos el trabajo, el espíritu de
sacrificio, la constancia, la claridad en las ideas, y la elaboración de un
proyecto de país, donde cabemos todos.
Es propicio el momento para recordar
otro proverbio milenario “El mundo que hoy construyes es el que mañana
disfrutarán tus hijos”.
Después de tantas analogías con el cáncer
que vivimos, es oportuno utilizar el mensaje de campaña de recaudación de
fondos de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela: “Que vuelvan las sonrisas”.
Esa es la Venezuela que aspiramos…
donde los dirigentes sepan ver, donde vivir sonreídos. Nos toca a cada uno de
nosotros hacerla posible, como aquel viejo slogan… El cáncer es curable,
¡Contribuya!
Nelson Castellano-Hernández
nelsoncastellano@hotmail.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, DIARIO DE OPINIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
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