Colgamos a los ladrones de poca monta, pero a los grandes ladrones los elegimos para cargos públicos. Esopo
Dejar de reconocer que Venezuela esta
moralmente dañada es no querer ver las secuelas que ha dejado la corrupción en
lo social, económico y político. Cada día nos hundimos como resultado de una
fuerza que domina todo, creando gran desconfianza.
Quince años atrás Venezuela se encontraba en
un total amasijo de democracia corrupta, minando las entrañas de la sociedad
que pedía a gritos un cambio de gobierno, la mayoría de las veces clamando por
la bota militar, en un acto de masoquismo inusitado. Tanto fue el eco que años
más tarde ocurrió el cambio y lo que se vislumbraba como el fin de la
corrupción, apenas era el inicio de lo que hoy es otro amasijo vulgar y
escandaloso de un sistema cargado de vicios particulares, acarreando la
complicidad y descomposición de valores entre los ciudadanos.
Amanecemos cada vez con una supervivencia que
se va deteriorando por horas, mientras que el heredero del trono en Miraflores,
dirigido por el verdadero poder tras bastidores, se mantiene dando pasos
equivocados aumentando la corrupción,
los asesinatos y las carencias de toda índole, alejadas del bien común.
La corrupción data de la antigüedad y también la historia militar deja claros episodios entre figuras destacadas, llevados por la codicia y caídos irremediables y repetidas veces en actos ilícitos. El cuerpo militar se diseña con la enseñanza del amor a la patria para terminar desvalijándola, claro reflejo es la más larga dictadura de Juan Vicente Gómez y la penúltima de Marcos Pérez Jiménez. Hoy tenemos un injerto de capitalismo comunista corrupto. Crece entonces la falta de ética y ya es difícil reconocer si hay actos de corrupción o un estado de corrupción.
Con lo poco que queda por recoger en el país,
el heredero se levanta perezoso y hace ofrecimientos como el de la anunciada
revolución bancaria, empoderamiento populista de las misiones, pudiendo cambiar
el panorama con los bajos precios del petróleo, también descuida enderezar los
servicios colapsados o en quiebra total por el ensañamiento contra las empresas
productivas.
El dinero se hunde por el enemigo
inflacionario construido con temple de acero, no hay modo de extirparlo del
modelo autoritario que impera en Venezuela. Pareciera que la intención es crear
y aumentar el malestar para que se active lo que todos suponen va a suceder en
poco tiempo de seguir Venezuela empantanada como se encuentra actualmente.
Para los próximos años, la única manera de
salir del pantano “colectivo” es sin intervencionismo militar y clientelismo
constituido por el comunismo fracasado en países latinoamericanos, que hacen
mercadería con la ignorancia de la mitad del pueblo venezolano. La ignorancia
es peor que la corrupción.
Susana
Morffe
susana.morffe@gmail.com
@susanamorffe
www.susanamorffe.blogspot.com
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