Bien
se conoce el viejo truco político de gobernantes irresponsables, que hacen
estallar petardos comunicacionales que llaman la atención general, apartando
así la mirada de la gente de sus problemas reales, lo que le permite al régimen
tomar aire y estirar la arruga. Fue estrategia de Chávez el uso de bombas de
humo, estrategia que Nicolás sigue y multiplica.
El
castro comunismo que -para nadie es un secreto- rige la estrategia y acción del
régimen decadente del diosdado-madurismo, es experto en cambiar la atención del
pueblo de sus dolencias. Los Castro, medio siglo después de haber iniciado su
dictadura cruel y degradante, siguen hablando del pueblo heroico de Cuba que
resiste de pie los ataques permanentes de su enemigo existencial, el
imperialismo yanqui. Esa bomba de humo sí que tiene humo, ha alcanzado para más
de cinco décadas, humo que se acabará cuando los cubanos decidan enfrentar el
régimen con estrategias coherentes que impida a la mayoría seguir creyendo en
pajaritos preñados.
Bombas
de humo llevan de uno a otro lado a los venezolanos, y quiebran la línea
estratégica de la alternativa democrática, haciéndonos diletantes y sin rumbo
fijo. ¿Seguiremos cayendo en la estrategia de la mesa situacional que rige al
gobierno desde La Habana? Cambiar el camino de la oposición es imperativo, como
lo es renovarnos y relanzar la esperanza. Una buena dosis de calle contra las
bombas de humo y el deterioro creciente de nuestra realidad le viene bien a
Venezuela. Vamos pa’llá.
En
mi infancia -durante la dictadura perezjimenista que construyó obras y
estructuras físicas de calidad y modernismo, pero que violó brutalmente las
libertades- recuerdo la “aparición” de platillos voladores que transportaban
marcianos, bomba de humo del régimen de entonces.
Los
intentos de “magnicidios” de Chávez, y ahora los de Nicolás, han sido un arma
recurrente del régimen, que le permite desviar la atención de los homicidios
reales de gente de nuestro pueblo, o de la inflación y la escasez. La bomba de
humo de los magnicidios permite echarle la culpa a una confabulación
internacional en convivencia con la derecha venezolana. Pasan los días y años,
aumentan los “magnicidios” sin “magnicidas”.
Las
“guerras” están en boga y a ellas acude permanentemente Nicolás, entre otras la
“guerra económica” y la “guerra mediática”. Los desastres de la economía, según
el humo distractor, son producto de enemigos nacionales e internaciones del
régimen para hacer disminuir nuestra producción. De su parte, la “guerra mediática”
confabula medios de comunicación para hacer creer que en el país hay delincuencia e inflación, y que
la escasez nos agobia, cuando la realidad es lo contrario.
Pero
donde se la comió Nicolás fue con las guerras “bacteriológica” y “psicológica”.
Las enfermedades y epidemias, como la chikungunya y el dengue, son producto de
malvados que enferman y matan a nuestro pueblo para echarle la culpa al pobre
Nicolás, mientras la “guerra psicológica” es para asustar a los venezolanos con
supuestas enfermedades inexistentes.
Por
supuesto que la bomba de humo más recurrida y permanente ha sido la de echar la
culpa de todos los males del país a la Cuarta República. Pretende Nicolás
olvidar que pronto este régimen cumple 16 años destruyendo a Venezuela.
Contra
las bombas de humo: calle y protesta por los problemas reales. Alzar la voz por
el robo de los dineros públicos y la continuación de la regaladera. Nicolás regala cinco millones de dólares para
combatir el ébola en África, mientras escandalosamente se incrementa la cifra
de muertos en Venezuela por chikungunya y dengue. Que la calle no calle. No más
bombas de humo.
PACIANO
PADRÓN
E-Mail:
pacianopadron@gmail.com
Twitter:
@padronpaciano
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