La revolución sigue acelerando la producción de pobres al
propiciar con toda su política anti inversión, anti producción y anti empresa
privada, la desaparición de fuentes de empleo. Fuentes de empleo destruidos,
bien porque las empresas salen fuera del mercado por ser inviable su sostenibilidad
por el cerco del gobierno o bien porque el gobierno las toma para sí, lo que es
lo mismo que decir que se les condena a la desaparición o a la inopia.
Por un lado, este lunes el Ejecutivo Nacional concretó la
intervención y toma de control de Venoco, una fábrica que venía cubriendo el
18% del mercado nacional de lubricantes y grasas que suple a los sectores
automotriz e industrial, el 50% de solventes y 100% de la manufactura de la
materia prima para detergentes, luego de que la Sala Político Administrativa
del TSJ rechazara el 18 de septiembre el recurso de nulidad que había
interpuesto la empresa contra el proceso de adquisición forzosa ordenado por
Hugo Chávez en octubre de 2010. El TSJ adujo que la empresa que estaba dirigida
por una junta interventora desde 2010, o sea el mismo gobierno, había incurrido
en delitos de especulación y acaparamiento de lubricantes a expensas del
suministro de materia prima otorgado por el Estado. Acusación que negó su
directiva en un comunicado público. Con esta toma, el gobierno vuelve a
demostrar que cuando le pone el ojo expropiador a una empresa o propiedad no da
un paso atrás, por mucho que las empresas se acojan a la “legalidad
revolucionaria”, no interrumpan los procesos productivos a pesar de los cientos
de obstáculos y trabas que las cercan, sigan cumpliendo con su rol de abastecer
al mercado, acepten la supervisión de representantes del gobierno y tengan el
apoyo mayoritario de sus trabajadores, como es el caso de Venoco.
Otro caso es el de Clorox, un fabricante de productos de limpieza
para el hogar, que anunció la semana pasada el cierre inmediato de las
operaciones de sus dos plantas debido a la incertidumbre económica, a las
restricciones para operar impuestas por el gobierno venezolano. Ni cortos ni
perezosos el Ejecutivo Nacional y “trabajadores organizados” tomaron las
plantas e instalaron una junta administradora para “reorganizar” la reapertura
de las plantas de producción de Carabobo, Miranda y la sede administrativa de
Caracas de Clorox, en una acción que Nicolás Maduro calificó como la
"fórmula socialista”. Es decir, “empresa abandonada, empresa tomada por la
clase obrera con el apoyo del gobierno revolucionario”.
¿Cuál hubiese sido el resultado si el gobierno hubiera reaccionado
con igual rapidez a las 29 reuniones con oficiales del gobierno y las 22
comunicaciones que le envió la empresa en los últimos meses? La empresa, tras
esta apresurada toma, alertó sobre el riesgo que pesa sobre trabajadores y
colectividad si los procesos de elaboración, altamente especializados y
técnicos, no son realizados correctamente.
Otra empresa que anunció el cese de sus operaciones esSuramericana
de Soplados,productora de tanques de gasolina para vehículos, lo que no debe
sorprender ya que el gobierno tiene la industria automotriz en jaque.
Mientras sigue destruyendo el aparato productivo privado, el
gobierno de Maduro apuesta a las empresas chinas, las cuales han demostrado un
extraordinario desconocimiento de la Ley de Trabajo y que le da preferencia a
sus conciudadanos a la hora de ocupar los puestos de trabajo o seleccionar a
sus proveedores de bienes y servicios, lo que niega oportunidades laborales a
venezolanos en su propio país.
Toda una estrategia que va acorde con la entrega de la soberanía
económica y política de Venezuela a potencias extranjeras, si estas tienen a
bien llamarse Cuba, China, Rusia o Irán.
Oscar Garcia Mendoza
ogarciamendoza@gmail.com
@ogarciamendoza
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