"En
el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro como ha de haber cierta cantidad
de luz..."
La historia me absolverá, es la autodefensa de Fidel Castro por el juicio en su contra, el 16-10-53, por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes en Santiago de Cuba y Bayamo... Durante 4 horas Castro denunció los crímenes a camaradas, exhibió su programa de gobierno (de haber triunfado) e hizo hincapié en la "inconstitucionalidad del sistema electoral constitutivo de gobierno". Al final se faja a legitimar el uso de la violencia, validar "el deber de la resistencia" y justificar el arma de la desobediencia, como acción política liberal contra el Estado opresor: La rebelión.
Así
arranca el discurso de Castro: "Nunca a un acusado se había cometido tal
cúmulo de abrumadoras irregularidades(...). Como abogado, no he podido ver el
sumario y como acusado, hace hoy setenta y seis días que estoy encerrado en una
celda solitaria, absolutamente incomunicado, por encima de todas las
prescripciones humanas y legales"... Fidel -licenciado en Derecho Civil-
asumió su defensa desde una pequeña sala del Hospital Civil Saturnino Lora.
Recurriendo a conceptos clásicos liberales; contractuales, reformistas,
conservadores o protestatarios, cómo los de Martín Lutero, los del Aquinate
Santo Tomás o Juan De Mariana (De reges
et regis Institutione), el prisionero Castro Ruz sostenía que el Estado
intitula el legítimo monopolio de la violencia, salvo cuando "la ejerce
ilegítimamente por convertirse en tirano y opresor, momento en el que tal
legitimidad pasa a la ciudadanía, individual o grupalmente". (Max Webber).
Continua
Fidel: "En la Edad Media, Juan de Salisbury en su Libro de hombre de
Estado, dice que cuando un príncipe no gobierna con arreglo a derecho y
degenera en tirano, es lícita su deposición violenta(...). Martín Lutero
proclamó que cuando un gobierno degenera en tirano vulnerando las leyes, los
súbditos quedaban librados del deber de obediencia(...). Su discípulo, Felipe
Melanchton, sostiene el derecho de resistencia, cuando los gobiernos se
convierten en tiranos(...). Calvino, el pensador más notable de La Reforma,
postula el derecho del pueblo a oponerse a cualquier usurpación(...). Juan
Altusio, jurista alemán de principios del siglo XVII, dice que la soberanía nace
del concurso voluntario del gobierno que arranca del pueblo, y que su ejercicio
injusto, extra-legal o tiránico, exime al pueblo del deber de obedecer y
justifica la rebelión(...). Juan Locke en su Tratado de gobierno, sostiene que
cuando se violan los derechos naturales del hombre, el pueblo tiene el derecho
y el deber de suprimir o cambiar de gobierno. "El único remedio contra la
fuerza sin autoridad, está en oponerle la fuerza"(...). Juan Jacobo
Rousseau dice con mucha elocuencia en su Contrato Social: "Mientras un
pueblo se ve forzado a obedecer y obedece, hace bien; tan pronto como puede
sacudir el yugo y lo sacude, hace mejor, recuperando su libertad por el mismo
derecho que se la han quitado. El más fuerte no es nunca suficientemente fuerte
para ser siempre el amo si no transforma la fuerza en derecho y la obediencia
en deber"(...). Y agregó el joven Fidel a todo gañote: "Hasta aquí
señores magistrados he mencionado ejemplos de la Antigüedad, la Edad Media y la
Edad Moderna. Escritores de todas las ideas y todas las creencias...Y más como
veréis, este derecho [de rebelión] está en la raíz misma de nuestra existencia
política y gracias a él vosotros podéis vestir hoy esas togas de magistrados
cubanos, que ojalá fueran para la justicia".
El
imputado de marras exige un gobierno que "garantice mejor su seguridad y
felicidad". Apela al "alma de la enseñanza, que son los educadores en
Cuba" a quienes denuncia, "se les paga miserablemente". Fidel
pide "castigar a los ambiciosos que violaron las leyes e hicieron trizas
nuestras instituciones" y se presenta como ciudadano vilipendiado que
"se me tiene incomunicado en una celda, sin hablar con nadie, ni ver
siquiera a mi hijo; y se me traslada rodeado de ametralladoras con trípodes a
este hospital para juzgarme secretamente con toda severidad, y un fiscal con el
Código en la mano, muy solemnemente, pide para mí veintiséis años de
cárcel". Hoy la historia os demanda Fidel: ¿Qué pueden decir los maestros,
los presos políticos, los magistrados y los caídos, los tuyos y los nuestros?
¿Cómo describir hoy nuestra seguridad, nuestra justicia, nuestra felicidad,
Castro? Más adelante dice: "En el mundo ha de haber cierta cantidad de
decoro como ha de haber cierta cantidad de luz. En esos hombres van miles de
hombres, va un pueblo entero, va la dignidad humana" ¡Cuanto quisiera que
vuestros hombres -Fidel- os obedecieran o dejaren de hacerlo, con ese mismo
decoro!
Termina
diciendo el detenido en Saturnino Lora: "Un hombre que se conforma con
obedecer a leyes injustas y permite que pisen el país en que nació, no es un
hombre honrado. En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura... Pero no la temo.
Condenadme. No importa. La historia me absolverá" ¿Lo absolvió? La
historia ya habló. Es historia viva... Lo dijo Fidel, no lo dije yo.
Orlando
Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
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