Impera la desconfianza. Pareciera que el cambio ha sido tan
dramático en nuestras vidas, metas y relaciones sociales que no sabemos cómo
pensar y actuar pues lo que conocimos no
tiene asidero en la realidad. Para algunos el país tiene heridas profundas de
desencuentro que cualquier propuesta es
desechada como fracaso.
El debate no ha sido parte de nuestra cultura individualista.
Cuando elegimos una simple junta de condominio, poco se contrastan agendas de
trabajo, la discusión es por la presidencia y de allí en adelante ella
será responsable de todos los males y
deficiencias. Por ello no es de extrañar que presentado el presupuesto nacional
para el 2015 se asuma como una tarea que no nos compete, la realidad dirá otra
cosa. Pareciera que no sabemos o no queremos saber lo que es un país.
Recientemente Héctor Pérez
Marcano describía el proceso de unificación de muchos desencuentros a finales
de los cincuenta. Las diferencias eran profundas, cada quien tenía su propuesta
hasta que se visualizó que la meta principal simplemente era el derrocamiento
de la dictadura. Entonces el esfuerzo
mancomunado pudo construir la junta patriótica y las diferencias sin
desaparecer fueron parte de la construcción del país.
La “visualización” en el campo científico es la transformación de
los datos experimentales en imágenes que permiten comprender tanto las
contradicciones, como las posibilidades que plantean los retos del conocimiento.
En el ámbito humano es una técnica psicológica para lograr una condición
emocional e instrumental que permita una imagen concreta de metas y sus vías
para lograrla. Si nos dejamos atrapar por fanatismos, dogmatismos o miedos que
impiden plantear alternativas, entraremos en el marasmo de lo inmediato, de las
pasiones irracionales y la negación de responsabilidades.
Visualizar la necesidad de reconocer las diferencias es
fundamental para la meta de refundar el país. Esto sucede en todas las facetas
de la vida, al fundar una familia, ejercer una profesión, o asumir que nada de
lo humano es estático. Irritan las mentiras que niegan la realidad que vivimos,
el desparpajo al desconocer la diversidad de un país, la justificación y
menosprecio a ultranza de necesidades económicas y sociales de la mayoría,
racionalización del sometimiento con los “denunciantes patriotas” envenenando
los vínculos humanos.
Por supuesto que irritan, pero nuestra meta es eliminarlos, no hacerles el juego. Si bien es importante reconocer su existencia, tenemos que visualizar que nuestra meta es llegar a reconstruir instituciones que manejen diferencias. Los partidos siguen siendo referencias obligantes para la organización pero hoy la realidad exige reflexión y propuestas del país que necesitamos. Empecemos por al menos tener una caja de resonancia con las parlamentarias aunque existan muchos terremotos en el camino. Visualicemos nuestras capacidades aunque no sean perfectas.
Mercedes Pulido
mercedes.pulido@gmail.com
@mercedespulidob
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