“…Cualquier
cristiano puede darse perfecta cuenta que estamos viviendo uno de los momentos
más difíciles en la historia
contemporánea de Venezuela…”- me decía el profesor Casto Guarata, cuando
observábamos desde un cafetín en la Av. Urdaneta de Caracas, la panorámica que
daba el puente Llaguno, a dos cuadras del Palacio Presidencial de Miraflores,
que estaba tomado por la policía Nacional; armados y protegidos con todo tipo
de artificio, como si fueran un ejercito de robocots; que cumplían la misión de
repeler un ataque posible de los colectivos revolucionarios, que supuestamente
atacarían como respuesta al asesinato de cinco de sus miembros por parte del
CICPC, un día antes-.
Así
es la cosa queridos amigos: “la
violencia se ha acrecentado de una forma tan intensa, que hasta se respira” –le dije a mi paisano-.
¿Cómo se puede obviar el clima tan peligroso que se vive en Caracas, que se
encuentra sumergida en una especie de vida donde manda el lumpen; donde manda
una especie de nueva gente que es una mezcla de combatiente con delincuente
uniformado de seudo militar con franela roja, armados, invadiendo propiedades,
dando “seguridad” y haciendo lo que les da la gana? Es una tragedia. Provoca
salir corriendo como para salvaguardar nuestras vidas.
¿Qué
se puede esperar de un mal gobierno y de la descomposición política?-me
preguntaba Guarata-. “Hasta el nivel de los diputados da pena ajena-le
respondí-. No saben hablar; ni expresar sus ideas, mucho menos piensan con
criterios políticos respetables, parecen una jauría de perros callejeros
repitiendo textos caletreados.”
“Ahora
te digo una cosa-opina Guarata-, lo que se vivió en pleno centro de Caracas,
con esa guerra campal urbana contra un colectivo, que ahora los califican de
delincuentes es un fenómeno, que no puede pasar por debajo de la mesa. Los
colectivos le han dado base al gobierno revolucionario en estos quince años y
han sido utilizados para múltiples gestiones de amedrentamiento. ¿Cómo olvidar
a Lina Ron con sus escuadrones, tomas y ataques a medios? El fallecido
presidente Chávez los manejaba con mucha habilidad y los usaba para apoyar sus
movilizaciones, pero desde que falleció el líder de la revolución, da la
impresión que Maduro quiere apartarlos y bajarle el grado de influencia.
“Efectivamente-me dice Guarata-, yo creo que hay una lucha de Poderes en el gobierno y los colectivos están siendo apartados de la línea de trabajo. Pareciera que los militares - que están mandando y metidos en todas partes, hasta vendiendo papas-, quieren desarmarlos y anularles”. Los colectivos han sido utilizados durante este tiempo revolucionario de una manera muy extraña y ahora parece que fastidian. Hay mucha confusión en el gobierno.
Lo
extraño de estos “delincuentes” asesinados en la acción del CICPC, es que el
señor José Odreman-por ejemplo-, que era el primer comandante de estos
colectivos dejó un extenso álbum de fotografías donde aparece con Cilia Flores,
con Robert Serra y hasta con la caperucita roja en cuanto templete se montaba.
Luis
Alfredo Rapozo
luisalfredorapozo@gmail.com
@luisrapozo
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