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LA LIBERTAD, SANCHO, ES UNO DE LOS MÁS PRECIOSOS DONES QUE A LOS HOMBRES DIERON LOS CIELOS; CON ELLA NO PUEDEN IGUALARSE LOS TESOROS QUE ENCIERRAN LA TIERRA Y EL MAR: POR LA LIBERTAD, ASÍ COMO POR LA HONRA, SE PUEDE Y DEBE AVENTURAR LA VIDA. (MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA) ¡VENEZUELA SOMOS TODOS! NO DEFENDEMOS POSICIONES PARTIDISTAS. ESTAMOS CON LA AUTENTICA UNIDAD DE LA ALTERNATIVA DEMOCRATICA

jueves, 16 de octubre de 2014

LEONARDO MORALES P., PRODUCTOR QUE COMPRA PETRÓLEO…

“Mira ese barco entrando en la bahía, ahí se va, se va, la novia mía” corresponde a una popular canción que seguramente muchos han oído y bailado. El problema es que estamos cercanos a tararear una letra parecida que tampoco nos llenará de satisfacción.


Lo cierto es que viene un barco y no se va la novia de nadie sino el orgullo de los  venezolanos. Una gran cisterna navega desde Argelia a proferirnos el mayor de los insultos. Su cargamento no se descompondrá como toneladas de alimentos ha perdido el gobierno. Eso ya es un aliciente aunque inútil.
Desde principios del siglo XX los venezolanos hemos podido construir una patria, con sobresaltos, a veces con desaciertos y muchas dificultades, pero se logró edificarse a partir del descubrimiento del petróleo. De una economía meramente agrícola pasamos a depender casi exclusivamente de la renta petrolera.
Se masificó la educación gratuita, se llevó salud a todos los rincones del país, se hicieron grandes obras de infraestructuras, represas hidroeléctricas, se comunicó al país con importantes carreteras y autopistas, además, numerosos jóvenes lograron cursar estudios en prestigiosas universidades del mundo becados por el Estado venezolano.
El barco, la cisterna dicen otros, se acerca paulatinamente. El 1 de enero de 1976, bajo el gobierno de Carlos Andrés Pérez, se nacionalizó la industria petrolera. Los venezolanos, muchos de los ex-becarios, tomaron las riendas de la más grande empresa venezolana. La convirtieron en una de las más importantes del mundo. Durante algún tiempo el país se preparó para tan seria responsabilidad.
Ha sido el petróleo el bien más preciado para los venezolanos. De su renta se nutre el presupuesto nacional. La materia agrícola dejó de ser una actividad importante para la economía venezolana, buena parte de lo que consumimos lo importamos. Las otras actividades producen pérdidas significativas. Es el petróleo, el oro negro, la salvación del país. Dos millones de barriles surcan los mares.
¿Qué habremos hecho? Si desde principios del siglo pasado nos había ido también, por qué ahora, en tiempos del Socialismo del Siglo XXI, el santo nos da la espalda. Alguna maldición, sería un acto de santería mal realizado.
Dejamos de estar entre las 10 más importantes petroleras del mundo. Cada vez nuestra producción baja. Nuestro principal cliente, el odioso imperio, que paga con dólares a brinco rabioso cada vez nos compra menos. Apostamos a China como mercado alterno y resulta que el crecimiento de esa nación se estanca. Qué pasa que los precios del petróleo viene cayendo.  Cómo se van mantener los programas asistencialistas. De dónde van a salir los “cobres”.
De ufanarnos de ser una potencia petrolera, ahora compramos a Argelia petróleo. Sí, el 26 de octubre, muy pronto -no sabemos si declararán ese día de júbilo nacional- arribarán al Puerto de Jose, en el estado Anzoátegui, 2 millones de barriles de petróleo; de productores de petróleo a compradores. Día del ultraje al orgullo venezolano.
El gobierno tendrá en algún momento que explicar la razón por la cual un país petrolero, muy “soberano” de su industria, recurre a la compra de petróleo. Siempre tendrá alguna explicación, pero además, debería explicar cuáles son las erogaciones que el país hace por la adquisición de derivados de petróleo que con la revolución dejamos de producirlo.
El gobierno debería decirle a los venezolanos cuánto vamos a dejar de percibir si el barril de petróleo se establece cercano a los 80 dólares o menos; en cuánto se estiman las erogaciones por el pago de los intereses de los préstamos contraídos.
En fin de cuentas, el gobierno debería decirnos cuánto nos queda para sobrevivir.
¿Queda algo, Presidente?
Leonardo Morales P.
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP

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