Lo que para un ser humano normal
y corriente sería algo negativo, desastroso, para los que gobiernan a Venezuela
es todo lo contrario. Un fracaso estruendoso y evidente de una política
cualquiera es triunfo fulgurante para los revolucionarios bolivarianos. La
quiebra económica es auge, la ruina es desarrollo. El infierno es el cielo.
Por arte de no sabemos qué
mecanismo psicológico insondable y retorcido, los líderes oficialistas son
capaces de ver portentos en una situación o actuación a todas luces catastrófica.
Y no se trata de que sean optimistas o muy dados a ver siempre el vaso medio
lleno. No.
Ni siquiera la razón es porque,
como políticos, estén obligados a resaltar lo bueno del gobierno propio y
minimizar sus desaguisados, cosa natural en la política. No.
De lo que se trata, en el caso
que nos ocupa, es que se llega a menudo al absurdo de valorar o emitir
opiniones ayunas de un mínimo de racionalidad, y lo hacen sin ruborizarse, con
el mayor caradurismo. Decir que algo es blanco cuando está claro que es negro,
es prueba de que algo no funciona bien en esas mentes. Son expresiones que nos
hacen pensar en que creen que los venezolanos somos unos imbéciles, o que son
ellos los imbéciles.
Para el gobierno chavista, sus
notorios descalabros son grandes éxitos.
Basta ver el deplorable y
criminal estado en que han colocado a las empresas del Estado y las que han
estatizado. Abandonadas, destruidas, quebradas y saqueadas. Y sin embargo,
dicen que marchan a las mil maravillas. El estropicio que todos observamos,
cifras en mano, ellos no lo ven. Siguen despilfarrando dinero en ellas, sin
atacar las causas de su derrumbe.
El control de cambios está
arruinando el país, y ellos lo celebran como un gran avance de la revolución,
porque de suprimirlo -Aristóbulo dixit- los tumbarían. La inflación es la más alta del mundo, y para
el gobierno es una insignificancia que no amerita mayor atención ni referencia.
Las deudas externa y doméstica están poniendo en jaque la economía, y esto les
parece normal.
Carlos El Chacal, matón serial,
cruel y despiadado, es un héroe loado y admirado por la revolución, al igual
que el asesino revolucionario más famoso: el Che Guevara.
A los hampones metidos a
políticos se les rinde honores de jefe de Estado y sus nombres son utilizados
para designar programas gubernamentales.
Es un mundo al revés el que viven
los que desgobiernan al país. Es un cambalache, como el tango aquel.
La última manifestación de este
mundo invertido es lo declarado por Rafael Ramírez con ocasión de la condena a
Venezuela en el CIADI. Condena, repito,
no victoria.
Cuando se va a un juicio, para
poder decir que se es victorioso al final, hace falta, en primer lugar, no ser
condenado y cobrar, o al menos, no pagar suma alguna.
En el caso de EXXON-Mobil,
provocado por una conducta demencial expropiatoria, del bolsillo de los
venezolanos hay que sacar la bicoca de 1.600 millones de dólares,
independientemente de que ya se ha pagado una parte, de que los demandantes
hayan aspirado a una cantidad mayor, o de que la expropiación haya sido
conforme a derecho. Lo que queda claro es que pagamos un montón de dinero que
requerimos para muchas necesidades (Alimentos, medicinas, materias primas,
estudiantes en el exterior, repuestos, etc). Regodearse en lo meramente
“jurídico-formal” es no ver el daño causado, el contexto del problema, y las
consecuencias económicas para el país.
Haber sido victorioso en esa
controversia hubiera significado no haber pagado nada, o reportar al país algún
beneficio, lo que no fue así. No sólo el
tesoro nacional deberá responder con tal cantidad, también tendrá que
contabilizar el pago por concepto de abogados, unos cuantos millones de
dólares.
Esa controversia era innecesaria.
Haberla provocado es un daño que se le inflige a la nación, a los venezolanos,
que muy mal la estamos pasando con la escasez y el alto costo de la vida, sin
mencionar el resto de las desgracias que se han echado sobre nosotros en los
últimos 3 lustros. Exponer al país de manera irresponsable a ser demandado es
un acto de corrupción, de perjuicio al patrimonio público.
La Venezuela chavista, un mundo
al revés. Como en la ranchera Rosita Alvírez, el día que condenaron a Venezuela
en CIADI estaba de suerte, de tres tiros que le dieron, nomas uno era de
muerte.
Emilio Nouel V.
emilio.nouel@gmail.com
@ENouelV
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