Las oportunidades para consolidar una sólida mayoría están abiertas.
Además de los integrantes tradicionales de la oposición, nuevos contingentes de
la población está añadiendo su inconformidad con la situación del país y su
descontento ante la ausencia de soluciones por parte del gobierno.
Los rechazos cada vez más visibles al gobierno provienen, en buena
parte, de sectores que han mantenido un compromiso de apoyo o una fuerte
simpatía hacia el proceso conducido por Chávez. Ahora no están allí porque el
agravamiento de sus problemas y la pérdida de confianza en el actual presidente
los empuja fuera. Pero no han dado aún los pasos para ubicarse en la oposición
y es probable que si el gobierno mostrara capacidad de respuesta muchos
modificarían su actitud.
Pero lo novedoso es que no apoyan las políticas gubernamentales porque
ahora son perjudicados por sus efectos. Se sienten rumbo a un futuro
insoportable y apelan a una reacción defensiva. Pero entre los trabajadores, en
barrios muy desatendidos o en sectores sitiados por el hampa o la suspensión de
servicios se está arribando a reclamos más activos. Los silenciados sidoristas
son uno de los ejemplos del creciente malestar en el chavismo.
No es fácil rehacer el diálogo entre quienes emocional y políticamente
han tenido un enfrentamiento de años. Hace falta disminuir recelos y
desembarazarse de condicionamientos negativos para comprender como natural el
cruce bilateral de fronteras y volver a practicar una convivencia que no
convierta los acuerdos en un matrimonio ni los desacuerdos en una guerra santa.
Pero cuando la defensa de los intereses particulares coincide con la
contención de la destrucción del país, se abre un periodo muy favorable para
elaborar, formular y compartir una nueva causa. Estamos comenzando a
experimentar esa ´coincidencia y dependerá de la inteligencia y de la amplitud
de la oposición aprovecharlo o desperdiciarlo.
Disponerse a hacerlo implica elevar los empeño para que la unidad sea un
medio y un fin. Medio en tanto conjunción eficaz entre los partidos y fin en
cuanto encuentro entre venezolanos que puedan coexistir solidariamente a pesar
de rivalizar con proyectos de sociedad diferentes. Así, para unos y otros, la
política dejaría de imitar a una guerra de exterminio.
Uno de los agentes de ese tránsito está en quienes ya no encuentran
razones para mantener su respaldo al gobierno, pero carecen de los alicientes y
la confianza necesaria para encontrarse con la oposición. Gente que teme que el
encuentro sea visto como una rendición y que excluya la debida aceptación y el
debate en torno a las visiones, demandas e intereses de los que se juntan.
Aunque la vieja política es un vicio que puede extraviar en pequeñas
ambiciones a la gente joven, hay signos de que el liderazgo de la oposición se
hará alternativo por la innovación en sus ideas, su consistencia ética y su
inspiración en un moderno humanismo social.
No habrá política alternativa sin lucha social alternativa. Sin
guarimbas, pero con combates que generen esperanzas y fuerzas que acumular.
Simon
Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim
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