En
Venezuela crece la indignación solo que “la procesión va por dentro”. Y va a
seguir creciendo, el gobierno juega con fuego, abusa con sus mentiras, no
ofrece soluciones y utiliza el viejo truco del “trapo rojo” para distraer. Por
ejemplo, los cubanos ponen a una pobre mujer a rezar el “Chávez Nuestro”
mientras aumentan las tarifas eléctricas y los apagones se hacen cada vez mas
frecuentes, sobre todo en la provincia.
Es
imposible eludir el tema de los presos políticos o la violación de los DDHH,
aunque muchas veces tengan la intención de darle relevancia a la agenda
política sobre lo social. El gobierno no
quiere que hablemos de la crisis hospitalaria, prefiere que se hable de los
presos políticos, mucho mejor si hablamos de golpes y magnicidios. A todo
evento, nuestra obligación es defender a las víctimas de tales atropellos,
luchar por su libertad y al propio tiempo, denunciar la realidad social que
embarga a vastos sectores de la población.
Hace
poco un desprestigiado editor –en una penosa actitud servil- propuso una Ley de
la Comunicación Social que conduce a la desaparición del Colegio Nacional de
Periodistas, legaliza la censura, promueve la autocensura, criminaliza la libre
opinión y lesiona gravemente el ejercicio democrático en Venezuela. ¿Será mejor
no “pisarle el peine” al gobierno y permitir que con esa ley amplíe su
hegemonía comunicacional? ¿Esto será un trapo rojo o una forma de silenciar a
la sociedad venezolana? Quizás como la protesta crece y no han podido callar al
pueblo, entonces ahora quieren intimidar con esta ley a los periodistas para
que no publiquen nada que “exponga al escarnio público” a la cúpula
cubano-militar que gobierna. En fin, aunque este esperpento jurídico fuera otro
trapo rojo, nuestro compromiso es defender a los periodistas y más aun, a la
libertad de expresión y al derecho a la información, aspiración que no es
excluyente con el desafío de superar la pobreza en Venezuela.
Derrotar
a esta autocracia militarista y fascistoide para abrir las puertas del futuro,
exige cohesionar a las fuerzas democráticas en una sola línea discursiva y de
trabajo, colocando el acento en la agenda social pero sin dejar pasar ninguna
tropelía, lo cual sugiere abrir múltiples frentes de lucha con una estrategia
compartida y bajo una misma dirección política.
El gobierno sabe que su mayor
riesgo es la unidad de la oposición, por eso nunca deja de sembrar cizaña, no
abandona su alianza con grupos seudo-opositores divisionistas y sigue dando
aliento a sectores radicales. Aun así,
el cambio viene….
Richard Casanova
richcasanova@gmail.com
@richcasanova
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