“El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”, Lord Acton, cita referida en La Venganza de la Tierra de James Lovelock.
La Tierra, nuestra Tierra de Gracia,
eventualmente tomara bajo su control la
inconmensurable corrupción, dejada
correr a rienda suelta, por gobernantes inescrupulosos que hoy afecta
todas las ramas de la vida nacional. No será por las imprecisas vías de
un terremoto, vaguadas, severas actividades del clima ni masivas erupciones
volcánicas desatadas, sino el cobro a fondo por la ley de los desmanes del
funcionario de turno y el grupillo de
enrocados adlátares, que los han
acompañado en los últimos 15 años, esclavizando el cuerpo –pero no el
alma- de los humanos que la habitamos.
Podrán argumentar quienes pretenden
someternos a oprobios, como el abrupto
control de la adquisición de bienes y alimentos, que la corrupción, según decía
un gran filósofo francés del siglo XVIII,
es producto de la civilización; pero nosotros los venezolanos parecemos
contradictorios de este aforismo, porque cada vez nos convierten en salvajes, con 20.000 asesinatos impunes
anualmente en desmedro de la propia civilización y ante la inacción o ineficiencias de las
autoridades que deberían velar por nuestra seguridad ciudadana. Y muy grave el
pretendido escenario o intento de cambiar la gobernabilidad constitucional por
una utopía de un futuro “brillante”, pero fracasado políticamente, de patria nueva llena de comunas comunistas,
transgresoras de nuestra organización social tradicional y legal, que nunca
llegaran a cristalizar porque las rechazaremos con la ley y nuestros esfuerzos
de civismo, en los foros, en la calle y a donde nuestros líderes nos conduzcan
a batallar por Venezuela.
Somos venezolanos y así queremos seguir por
siempre, porque la Patria es eterna, pero igualmente tendremos abiertas las puertas
a los desposeídos de lar y quienes
deseen integrarse a esta tierra, con el respeto a nuestra historia y
tradiciones. Somos orgullosamente venezolanos desde que dejamos atrás la remota
conquista y reconquista del español que arribo solo y sin familia a nuestras
costas con una organización social caduca y en pro de oro y otras riquezas e
igualmente desde el mismo instante en que brillo la luz de 1811. Somos
venezolanos desprendidos de la mezcla somática posterior del peninsular con las
nativas de abolengo caciquil y por ese
valor genético nunca nos someteremos a invasiones desmedidas y avasallantes de
la nacionalidad. Es aún tiempo de deshacernos de quienes recientemente han
venido a despojarnos de nuestro sagrado
suelo y tristemente ante los ojos vueltos al ocaso de quienes les corresponde
defender la venezolanidad. Pero esta Tierra cobrara por la corrupción y el
despojo galopantes; ténganlo por seguro…
¡Venezolanos, abulia lejos, hagamos valer
nuestros derechos ya!
Mauro
Parra
jmpzc@yahoo.com
@parratiticastro
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