El predecesor demostró hasta la saciedad,
algo de lo cual ya se tenía una experiencia negativa en Venezuela: que con
mucha plata se prolijan muchas locuras, y que con muchísima plata –nuestra
cesta petrolera estuvo cerca de los 150 dólares en el 2008–, las locuras se
convierten en el camino de la destrucción nacional. Porque nadie se llame a
confusión,
Venezuela está siendo destruida sin piedad, y sobre todo en su
potencial, por lo que los efectos destructivos no se limitan a la menguada
realidad del presente, sino a las posibilidades del futuro.
El desgobierno de Maduro es, naturalmente, el
agente principal de esta destrucción, que se está apreciando de manera notoria
porque ya no hay la muchísima plata de hace unos años. Los precios del petróleo
continúan en bonanza histórica, pero el desbarajuste de Pdvsa también es
histórico y en verdad forma parte del desbarajuste general de la economía y la
sociedad venezolana. Con el barril en las vecindades de 100 dólares, lo que
queda de república se encuentra endeudada hasta la coronilla,
recontra-hipotecada en sus recursos naturales y expuesta al riesgo serio de
embargos y otras medidas de afectación financiera y comercial, ante el incumplimiento
de obligaciones internacionales.
La respuesta de la hegemonía roja, de la que
el desgobierno de Maduro es una parte, es la misma de siempre: las cosas
marchan bien en la patria socialista y no marchan mejor por culpa de las
conspiraciones del imperio y sus lacayos de la derecha apátrida. Ojalá y eso
tuviera siquiera un atisbo de verdad, pero bien se sabe que la mega-crisis
venezolana es de factura endógena, viene densificándose a lo largo del siglo
XXI y está llevando al conjunto del país por el barranco de la crisis
humanitaria. El tema de las endemias exacerbadas y el de la explosión
continuada de violencia criminal, deberían rendir suficiente cuenta al
respecto.
Pero no. Maduro y los suyos insisten en
prolijar las locuras, negándose a encarar la gravísima situación o, mucho peor,
incapaces de comprenderla y de actuar en consecuencia. El sainete del “sacudón”
lo viene haciendo patente y patético. Los enredos, los delirios y la parálisis
general sólo conducen a que los venezolanos sean cada vez más avasallados por
la mega-crisis, por la escasez, la carestía, la violencia, las penurias
incontables de la vida cotidiana. La nomenklatura, mientras tanto, está en lo
que sí le preocupa: la depredación de todo lo depredable, con especial interés
en los petrodólares.
¿Cuánto mas puede durar todo esto? No lo
sabemos de forma cierta, desde luego, pero puede durar. Y aunque los países no
tocan fondo si pasan por umbrales que se hacen intolerables. Ni la
progresividad del enjaulamiento político-institucional de la nación por parte
de la hegemonía, ni la progresividad del deterioro de la calidad de vida
personal, familiar y social, liberan a la hegemonía de que pasando por uno de
esos umbrales, la población diga ya basta, hasta aquí llegamos con esta maraña
de locuras.
Porque habrá escasez de todo, de comida, de
medicinas, de repuestos, de cualquier clase de producto necesario para el
mínimo funcionamiento de la vida individual y colectiva. Pero no hay escasez de
locuras. Al contrario. Abundan tanto que forman una maraña. Y en esa maraña
está encerrada Venezuela. Por ahora.
Fernando Luis Egaña
flegana@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, ACTUALIDAD INTERNACIONAL, OPINIÓN, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, REPUBLICANISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA,ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios :
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.