No podía imaginar Fidel hace medio
siglo -cuando impuso la inhumana tarjeta de racionamiento manual a las familias
cubanas- que podría ordenar ahora para Venezuela la misma tarjeta, pero con el
pomposo nombre de control biométrico o captahuella, la tarjeta de racionamiento
del Siglo XXI. Es humillante el trato de delincuentes que pretende dársenos a
todos, sin que eso resuelva el problema del abastecimiento, cuya solución
sabemos está en el incremento de la producción. Esta chismosa genera un sistema
adicional de control y sometimiento del pueblo, al informar al gobierno qué
compró, cuánto y dónde. ¿Nos calamos esta también? Por Dios, que la calle no
calle, que se sienta la protesta popular y el mundo se entere de esta
atrocidad. No a la chismosa.
Voy a formular una pregunta, a riesgo
de que se piense que estoy obsesionado en echarle culpas al ineficiente
Nicolás. ¿La escasez no habrá sido expresamente estimulada y calculada por el
gobierno? ¿No será que Nicolás quiere propiciar la salida de Venezuela de
quienes, teniendo medios para irse, no están dispuestos a pasar más penurias?
¿No es imaginable que el gobierno, al estimular el desabastecimiento, esté
facilitando la imposición de la libreta de racionamiento bajo la justificación
de luchar contra el acaparamiento? Sea cual sea la motivación del régimen, la
respuesta debe ser contundente: no nos calamos la vejatoria chismosa que
informará al gobierno de lo que hago, violando así disposiciones
constitucionales protectoras de nuestros derechos ciudadanos, entre otros el de
libre comercio.
No es un exabrupto pensar que la
reciente visita de Nicolás a Fidel Castro fue para consultarle esta medida que
ha venido imponiendo y que genera un rechazo general de la población. Nicolás
declaró, “Fui a la isla para saludar a Castro, con quien estuve reunido seis
horas”. Largo ese “saludo”, que por cierto pagó con dinero de los venezolanos.
De su parte, Castro “destacó la ayuda que Venezuela envía al territorio
palestino” y agradeció que “en el día de su cumpleaños Maduro le envió frutas y
un traje deportivo”. De los regalitos a palestinos y a Fidel no hablo ahora,
cuando pregunto: ¿las seis horas de conversación fueron solo de “saludo”?
Nicolás añadió al regresar, “estoy fortalecido por el encuentro con Fidel”. Esa
fortaleza, a no dudarlo, está en las órdenes que Fidel transmitió para seguir
sometiéndonos e imponiéndonos a la fuerza este régimen comunista, inhumano y
depredador. Dejar que se arraigue, más que una torpeza es un crimen.
Levantar la voz contra este nuevo control que pretende subyugarnos es hoy objetivo fundamental de la lucha por la libertad. Esta bandera suma a todos los integrantes de la alternativa democrática, más aún, suma también la voluntad de compatriotas que no obstante que creen en las banderas de la autodenominada revolución bolivariana, están en franco desacuerdo con estos controles y limitaciones que desmejoran brutalmente nuestra calidad de vida, y golpean derechos fundamentales.
El silencio hoy es complicidad con
estos destructores de la Patria y violadores de derechos humanos. No quiero una
chismosa que esté diciéndole al gobierno qué compré, cuándo, dónde y en qué
cantidad. Este tema y las consignas por la libertad no pueden quedarse solo en
periódicos y rodando por las redes sociales. La calle debe conocer de nuestra
protesta. Que la calle no calle, es hora de unidad en la acción para derrotar
las pretensiones de Nicolás.
Paciano
José Padrón Valladares
E-Mail:
pacianopadron@gmail.com
Twitter:
@padronpaciano
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