En
menos de cuatro años se disolvió el poder gomecista que a finales de 1935 era
total; Gómez salió del poder y el país salió del gomecismo. Muerto el dictador,
la salida fue rápida, relativamente incruenta y con un recorrido impensable.
¿Qué papel juega el liderazgo opositor con la presión de gente en la calle, y
el del gobierno que trata de mantenerse cediendo y enfrentando a sus
inmovilistas? Ver los hechos para aprender política.
Muere
el dictador Juan Vicente Gómez en diciembre de 1935 y asume la presidencia
López Contreras, su ministro de Defensa que, con “calma y cordura”, encauzará
ejecutivamente la transición de la Venezuela dictatorial que se resiste a morir
(los gomecistas duros ven a López como traidor).
Entender a aquella oposición
plural que, saliendo de las cárceles, del exilio y de la clandestinidad, avanza
incierta entre dolores de parto. López proclama su fidelidad a Gómez y protege
a sus familiares enviándolos al exilio, mientras permite el regreso de
encarcelados y exiliados, y hasta los nombra ministros.
Los intelectuales
opositores, encabezados por Andrés Eloy Blanco, publican en la prensa su
“manifiesto” con exigencias de cambios democráticos y sociales. La oposición
empieza a definirse en agrupaciones y embriones de partidos como ORVE, PRP,
UNR…
La Federación de Estudiantes Venezolanos, con Jóvito Villalba al frente,
se pone los pantalones largos y con lenguaje radical exige al gobierno un
cambio total sin ambigüedades.
La gente sale a la calle en marchas
multitudinarias, a sol y sombra de tolerancia y represión. El 13 de febrero de
1936 el río desbordado de gente, (30.000 personas en una Caracas que no llegaba
a 300.000 habitantes), marcha desde la UCV (esquina San Francisco) hasta la
Gobernación y luego hasta Miraflores.
López Contreras recibe una comisión
encabezada por el rector y el estudiante Jóvito Villalba, quien exige cambio
total del gobierno, con exclusión de todos los gomecistas, libertades
democráticas y sindicales…
López da buenas palabras y algunos golpes de timón
audaces, como sacar al general Elbano Mibelli de la cárcel de La Rotunda y
colocarlo al frente de la Gobernación de Caracas.
Las grandes protestas de
febrero obtienen la sorprendente respuesta del “Programa de Febrero” (21-2-36)
con lista de necesidades y cambios, elaborada por opositores (se atribuye a
Caracciolo Parra Pérez, Alberto Adriani y a Diógenes Escalante). Nuevo gobierno
con ese programa y con hombres que han pasado por la cárcel y el exilio.
Eran
los cambios que urgían; la Constitución antidemocrática podía esperar mientras
se adelantaban las transformaciones…
Queda el paso desagradable de la elección
presidencial para 1936-43). Los recién encandilados por la utopía todavía no
distinguen el camino de su meta, rechazan el Congreso gomecista y exigen de
inmediato una Asamblea Constituyente (¡!) o nuevo Congreso elegido con voto
popular.
Pero otros temen una reacción dictatorial si fuerzan los cambios, comprenden
la transición y ven con realismo la elección gomecista de López. Rómulo
Betancourt dirá “hay que aceptar la reunión del Congreso gomecista con el
pañuelo en la nariz”. En los jóvenes la política empieza a sembrarse con la
utopía, pero solo nace cuando saca su tren de aterrizaje para transformar lo
necesario en posible y lo posible en real. No pocos (ayer y hoy) se estrellan
catastróficamente en el primer intento de aterrizar su utopía.
Y
así, con dos pasos adelante y uno atrás, se desarrollan las grandes
manifestaciones de junio de 1936, la inédita huelga petrolera de diciembre, las
nuevas leyes y prácticas represivas anticomunistas con las que cualquier
opositor era tachado de “comunista”, como hoy de “imperialista”. Siguen nuevos
exilios y clandestinidades… A pesar del poder militar y de las leyes
dictatoriales, el gomecismo agoniza y la democracia va naciendo en la gente;
más tarde vendrá el cambio de Constitución y la elección presidencial de 1941.
Hoy, con más razón, no es la Constitución lo que le duele a Venezuela, sino su
sistemática violación desde el poder. Más bien la Constitución actual es un
arma de los demócratas para exigir cambios en el gobierno.
Todos los demócratas
a una exigiendo y actuando una decena de puntos claves. La salida del gomecismo
se origina desde dentro con López Contreras que evoluciona, presionado por las
circunstancias y por una oposición que denuncia, protesta y dialoga al mismo
tiempo.
Ya habrá tiempo para leyes, elecciones presidenciales, constituyentes
con discursos prometiendo –una vez más en nuestra historia– la ilusa
“refundación” de la República.
Lo hemos hecho con más de 20 constituciones
pensando que lo importante es la utopía sin tren de aterrizaje, cuando lo
necesario es cambiar la realidad y la gente desterrando prácticas que violan
sus esperanzas y bloquean sus capacidades realistas de lograrlas. Por ahora,
militarismo en maduración.
Luis
M. Ugalde O. s.j.
lugalde@ucab.edu.ve
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