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martes, 5 de agosto de 2014

JOSÉ RAFAEL AVENDAÑO TIMAURY, SAPEO MILICO

   La delación es una conducta consustancial a la condición humana. Existe la del hampa, laboral, estudiantil, política etc. En cualquiera de sus variedades las motivaciones son diversas. Desde la simple satisfacción de practicarla, pasando por la ocasionada por miedo y por búsqueda de prebendas. En fin, es una de las muchas conductas sociales practicadas por el hombre.
   
En el área política este uso es aplicado consuetudinariamente de la manera más simple e inocua a la más letal y sangrienta. Se usa en regímenes democráticos y en dictatoriales. Dentro de esta variedad ocupa un aspecto delicado el referente a la rama militar por las connotaciones particulares. En especial las relacionadas al uso de la fuerza y de las armas. Es distinta la delación de un estudiante que delata al compañero por copiarse en un examen al profesor, a la de un delincuente que delata a otro ante un policía para obtener clemencia o por “competencia desleal”. En el estamento militar la delación siempre está relacionada a la conjura ya que el objetivo es la obtención del poder político.
   En la dictadura de Juan Vicente Gómez hubo diversas conjuras militares develadas por el sapeo milico. El dictador cobró con sangre los intentos precursores de golpes de estado y no ya de revoluciones con coroneles y generales alzados con peonadas. La muerte del Capitán Alvarado Franco y los hechos relacionados al alzamiento del Cuartel San Carlos en 1928 así los demostraron.
   En octubre de 1945 y por sapeo milico se detuvo al entonces mayor Marcos Pérez Jiménez. Esa detención ocasionó la revuelta victoriosa del 18 de octubre al darle cumplimiento al compromiso adquirido de que si era hecho preso algún comprometido, el alzamiento debería hacerse de manera inmediata.
   En el trienio 1945-1948 hubo muchas conjuras y alzamientos. Algunos denunciados, otros sorpresivos y uno victorioso, el del 24 de noviembre de 1948.
   En la década de 1948-1958 hubo a su vez muchas conjuras, todas abortadas por el sapeo milico. Tres militares fueron vilmente asesinados. El capitán Wilfrido Omaña fue emboscado y cosido a disparos luego del sapeo de un teniente que lo cito al sitio de la muerte. El Capitán Juan Bautista Rojas fue asesinado en el cuartel de Maturín en 1952 luego del alzamiento y el teniente Droz Blanco fue muerto a tiros en Colombia por un esbirro de la SN. La intentona del 1° de enero de 1958 había sido sapeada parcialmente y tomó por sorpresa al dictador. Se detuvo equivocadamente al general Hugo Fuentes en vez del comandante Hugo Trejo ya que la SN sabía que el jefe de la conspiración se llamaba Hugo pero se desconocía el apellido. El desenlace victorioso fue el 23 de enero.
   Los años 1958 a 1965 hubo conspiraciones militares y alzamientos que fueron derrotados y el sapeo fue modo determinante para la reducción de los alzados.
   En 1986 hubo un intento para derrocar al presidente Lusinchi con movilización de tanques al MRI y el cabecilla, un Teniente Coronel fue reducido y pasado a retiro. No hubo sapeo aunque si la falta de determinación del resto de los conjurados.
   El año 1992 presentó dos conjuras cuyo sapeo no ocasionó la debelación por la actitud de sobreestimación que de su peso político ostentaba el presidente Pérez.
   El año 1993 presentó una conspiración en ciernes que nunca fue abortada aunque si sapeada por los milicos de entonces y quedó in pectore en los propiciadores.
   Desde el año 2002 a la fecha los venezolanos hemos estado informados de una suerte de “conspiración militar en pleno desarrollo” que ha ocasionado la detención de diversos oficiales y de civiles. No ha habido ningún alzamiento cuartelario aunque si la detención a granel de militares que han sido objeto de sapeos reiterativos.
   Los hechos de abril de 2002 y la aparición de Carmona “el breve” no fue propiamente producto de un golpe de estado tradicional, sino la congruencia de una masa civil jamás vista en la historia republicana en actitud de protesta y la negativa de militares de proceder a reprimirla a sangre y fuego. Los acontecimientos de que “se le solicito la renuncia, la cual aceptó” están frescos en la memoria de los compatriotas. Allí no hubo sapeo, puesto que la movilización popular fue un hecho notorio que desencadenó los eventos.
   Este año hemos constatado la detención de cuatro generales, tres activos y uno en retiro, producto del sapeo milico. Todos sin comando de tropas y denunciados por aparentes razones fútiles como el acontecido con el general en retiro delatado por su ahijado coronel,  detenido y enjuiciado la semana pasada.
   Tambien han existido sapeos civiles en el terreno político, muy viles, que ocasionaron hechos cruentos en la historia republicana venezolana, pero será en otra ocasión cuando podamos referirnos a ellos.
   Lo cierto es que en materia de delaciones y sapeos milicos, fabulados o no, se cumple el estribillo del viejo tango-bolero “la historia vuelve a repetirse”.

JOse Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@CheyeJR


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