Históricamente, y muy especialmente desde los años 60, la
búsqueda de una economía política que oriente las Naciones hacia concretos
modelos de desarrollo económico-social en procura del mayor bienestar de la
población en el marco de una equilibrada distribución de la riqueza, ha
mostrado una permanente y profunda diferenciación ideológica (aparentemente
insalvable) entre el capitalismo y el socialismo al extremo de rechazar entre
si las potenciales bondades de cada una de estas corrientes de pensamiento (¡todo
en blanco y negro!).
En esencia, ambos enfoques pretenden una aspiración común
desde el punto de vista económico: la producción de bienes y servicios al más
alto nivel de eficiencia; pero de igual modo, en ellas subyace una forma
particular de plusvalía (tomado siempre como eje del enfrentamiento) la
obtenida por el empresario o la obtenida por el Estado (pero siempre
plusvalía), ante la obviedad de la necesidad de reinvertir beneficios para
mantener la tendencia secular del crecimiento económico como condición para la
elevación del nivel de vida de los habitantes. Siendo así, y permitiéndonos un
reduccionismo académico (como requisito del espacio para un Artículo),
soslayamos lo concerniente al modo y las relaciones de producción en su rol
condicionante del desenvolvimiento social (propiedad privada o pública de los
medios de producción); todo ello en aras de centrar y contextualizar la
reflexión en el interesante aspecto relativo a que la mayor diferenciación
entre estas corrientes ha de encontrarse en la forma de distribuir lo producido
(abstracción hecha de la superestructura de pensamiento político que lo
sustente), lo cual puede llevarse a cabo o bien por el mecanismo impersonal del
mercado o bien por la acción planificada del Estado, a la luz de una obviedad
que los iguala: debe existir una riqueza (bienes y servicios) para ser
distribuida (para el caso venezolano ha de ser mucho más que solo la renta
petrolera), lo cual equivale a señalar que ha de existir un aparato productivo
en continuo movimiento ascendentemente equilibrado. A tenor de lo expresado,
damos por entendido que cuando se utiliza la expresión capitalismo se está
haciendo referencia al mercado como el ambiente que facilita el intercambio de
bienes y servicios en respuesta a la interacción oferta-demanda, que en honor a
la verdad en la modernidad ha dejado de ser libre habida cuenta que el Estado
interviene constantemente en función de garantizar a una mayor cantidad posible
de población al acceso equitativo a ciertos bienes y servicios; mientras que la
expresión económica de socialismo hace referencia a un ambiente de distribución
sin mercado , el cual es ocupado por el Estado en razón de instrumentar un
marco teórico y de política económico-institucional que pretende la justicia
social, la responsabilidad individual y la solidaridad, a través de una
planificación centralizada.
Tercera Via, Anthony Giddens |
En el socialismo de mercado, se asume una
armonía entre el capitalismo y el socialismo teniendo al mercado como la
principal institución económica, siendo por tanto un concepto que rechaza el
colectivismo y la planificación estatal no conforme con el mercado, e
igualmente rechaza el dejar hacer dejar pasar del liberalismo clásico. En
concreto, se descartan aquellos aspectos del capitalismo y socialismo que
representen posturas extremas que pudieran obstaculizar la libre competencia
comercial o favorecer de manera desigual
a parte alguna involucrada en el proceso. En tal sentido, sostienen que
el mercado con funcionamiento totalmente libre es generador de desigualdades
sociales y miseria, mientras que por su parte el socialismo de Estado conforma un modelo de gestión de las empresas
económicamente inefectivo y políticamente autoritario, más aun cuando las
decisiones económicas están subordinadas a una planificación centralizada.
En función de evitar juicios valorativos que
enmarquen al socialismo de mercado como una utopía necesaria pero de difícil
realización, abordaremos sucintamente la realidad del modelo chino como una
referencia positiva digna de ser conocida, cuyo régimen de Gobierno es una
República Popular Comunista basada en su Constitución Nacional. Durante muchos
años, su política económica se sustentó en una férrea dirección por parte del
Gobierno, con la asistencia de los demás Poderes y del Comité Central del
Partido Comunista, hasta que a finales de 1978 durante la III Sesión Plena del
XI Comité Central del Partido se aprobó el inicio de un cambio de rumbo de su economía que estaba fundamentada en el
modelo soviético de planificación centralizada, para orientarse hacia la
economía social de mercado propiciando, entre otros cambios, el estímulo para
la localización de pequeñas empresas, una apertura a las inversiones
extranjeras, la inserción en el comercio internacional y la cooperación
económica con múltiples consorcios industriales y comerciales transnacionales.
A finales de 1993, el Gobierno aprobó una serie de reformas y leyes a la luz de
mejorar el funcionamiento del mercado, en conjunto con la eliminación de
gravámenes y controles que frenaban el consumo interno, hasta plantearse la
incorporación gradual y equilibrada de todos los sectores productivos al
proceso; siendo que al tiempo, por ejemplo, la industria ligera (empresas del
sector consumo) productora de motocicletas (y similares), electrodomésticos,
computadoras, entre otros, se abrió a la inversión extranjera lo cual indujo un
escenario donde más del 90% es de propiedad privada conformado por empresas de
otros países.
En síntesis, el “milagro chino” se fundamenta
en (1) El desarrollo de la agricultura
como sector estratégico de la economía nacional; (2) Una industrialización a
distintos niveles y tamaños y un apoyo a la pequeña empresa; (3) La apertura
económica a la inversión extranjera y al comercio exterior; (4) El combate a la
corrupción y otros delitos económicos; y (5) La reducción de gravámenes y
controles que frenen la producción y consumo interno.
Resulta de suma
importancia destacar, que China adoptó el socialismo de mercado sin renunciar a
sus funciones sociales esenciales en las cuales funda su Política de Estado, y
sin modificar su sistema político ni su régimen de gobierno pero incorporando
el mecanismo del mercado con la debida regulación del Estado pero sin
intervenir directamente creando de tal forma un escenario favorable a la inversión
y al consumo interno, teniendo como norte el bienestar del pueblo chino.
Jesús
Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
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