La situación de Venezuela no es muy difícil de entender. La forma una
especie de tres cajones donde se almacenan cosas. Abriendo cada cajón vemos lo
que hay dentro y lo que viene en el
cajón que sigue.
El primer cajón son las ideas socialistas. Se
supone que el capitalismo es algo muy malo, que enriquece a unos pocos a
expensas de muchos. De esta manera se establecen sistemas que favorezca a la
gente en todos los aspectos de su existencia. Aparece entonces un esquema
gratuito de educación, un sistema gratuito de salud, de vivienda entre otros.
De igual forma se establecen precios bajos a artículos y servicios que
favorecen a los usuarios como transporte, alimentos,
Para mejorar la ayuda a sectores necesitados
se crean misiones de distintos tipos que van desde ayuda a madres de barrio,
desempleados, salud, abastos, farmapatria, patria segura y muchas otras.
La aceptación popular es grande y esto va a
apoyar al desempeño del régimen y a sus victorias electorales.
El segundo cajón es la complementación de las
ideas socialistas en otros niveles. Para ello se irá creando un sistema que
evite las alzas de precios y la especulación. El Estado irá controlando
directamente la operación de lo que considere importante. Por ejemplo
expropiará una o varias empresas que producen mantequilla, queso, aceite y que
abarcan un 50 % de la producción con lo que se asegura el abastecimiento y los
buenos precios. Las expropiaciones incluirán muchas actividades como mercados
para distribuir y comercializar directamente y también un sistema de control a
la actividad privada que asegure la calidad y bajos precios para la población.
El tercer cajón es el resultado de los dos
anteriores. La primera consecuencia es una reducción de la actividad privada
que no puede producir a pérdidas. La segunda consecuencia es la progresiva baja
en la productividad de las empresas que el régimen trata directamente de operar
sin otro incentivo que el sueño revolucionario. Todas las reducciones serán
compensadas con importaciones que se irán reduciendo con el tiempo.
Aparecen entonces la inflación y la escasez,
en buena parte por unos bajos precios ficticios que hasta promueven el
contrabando.
¿Qué hacer?. A todos nos gustan los buenos
precios y los beneficios gratis, pero llegamos a la frontera de lo
irrealizable.
Hace poco volvimos a ver una película
excelente titulada “El príncipe de las mareas”. Al final, el protagonista
enamorado perdidamente de una amante, debe decidir entre seguir con esta
especie de ilusión socialista sin futuro o regresar con su familia de buena
esposa y tres dulces hijas.
Allí estamos. Nos toca elegir entre la droga
placentera de un papá Estado que, en teoría, nos cuida y nos da todo gratis o
la responsabilidad de hacer un País con mucho esfuerzo personal y trabajo. El
socialismo ya sabemos que nos lleva al caos, pero la estupidez colectiva es
usualmente tan grande que prefiere ilusiones a verdades.
El príncipe de las mareas decidió bien. Veremos
nosotros.
Eugenio
Montoro
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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