Sólo un imbécil podría creer que de este cambio de rumbo surge una política conspirativa e insurgente, inmediatista y de corto plazo. Miope y suicida. Lo que debe surgir es una dirección política en el más auténtico y riguroso sentido: perfectamente diáfana y acorde con las exigencias de la sociedad civil que apunte a frenar los intentos totalitarios de quienes acaban de demostrar estar dispuestos a llegar a cualquier extremo para imponer sus predicamentos. Promover el análisis y la reflexión para acordar líneas de acción cónsonas con nuestro objetivo histórico: recuperar nuestra libertad y enrumbar a nuestro pueblo por la senda de la prosperidad y el progreso. En otras palabras: comenzar la transición sin pedirle permiso a quienes no tienen otro propósito que aplastarnos para siempre. Antonio Sánchez García
La
reciente renuncia del Dr.Ramón Guillermo Aveledo y su consecuencia necesaria,
la del Dr. Ramón José Medina, han alborotado el avispero de lo que queda de la
opinión pública venezolana, en la cual unas pocas voces muy lúcidas, adoptan la
imagen de cocuyos en una muy oscura noche de complacencias, indiferencia y
superficialidad.
No
es una novedad la frivolidad e inconsistencia venezolanas hacia los asuntos
realmente importantes, superficialidad que no solo se da entre los menos
equipados intelectualmente, va más allá y tristemente nos plantea problemas de
raíz socio-cultural, en los que no quiero ni debo abundar en esta nota. Pese a
que el campo es más que tentador.
En lugar de titular este artículo, como lo
hice, quizá he debido preguntar ¿Qué es la MUD? Creo que muy poca gente,
incluidos sus capitostes, lo tiene claro. Somos copiones o copionetas -como
decían los muchachos de antes- desde la utópica Constitución de 1811, en
adelante, las modas, los usos, las marcas internacionales han ejercido una
fascinación irresistible en mis conciudadanos, no siempre para mal.
Así, cuando los analistas y gobernantes
extranjeros, aún los menos amigos del régimen, orquestaron una campaña de
críticas a la oposición venezolana, por no ser capaz de presentar UN líder, uno
sólo, que oponer a la figura del comandante eterno, nos vendieron y nosotros
-como siempre- compramos, el fetiche de una “unidad” necesaria, qué duda cabe,
a efectos operativos y “electorales” pero absolutamente contra-natura, cuando
aquí se trata de la diversidad esencial de un país frente a un proyecto
totalitario, sin ningún verdadero contenido ideológico, mas “peronismo”
histriónico y demagógico, que ninguna otra cosa –tampoco el modelo cubano
responde a ninguna corriente ideológica seria- además de la importancia, para
mí, puramente instrumental y práctica, en cuanto a “calentar la calle”, del
ejercicio electoral, frente a una gavilla verdaderamente blindada para el
fraude y la conservación tramposa del poder.
Para ese efecto, al menos teóricamente
plausible, se creó la MUD, mal que bien tuvo sus logros, el rechazo del pueblo
venezolano al totalitarismo y a todo lo que huela, aunque sea de lejos, a
comunismo se manifestó en votos. Que los candidatos hayan resultado “patarucos”
y que el deterioro y envilecimiento de la institución armada, haya
permitido –por primera y única vez en
nuestra Historia republicana- el que se haya regateado, como un bazar árabe, el
volumen de votos por el cual habían perdido el Referéndum Constitucional del 2
de diciembre del 2007, para después anunciar como “victoria pírrica” lo que
había sido claro e inobjetable resultado.
Sin embargo, el problema profundo de
la MUD no es sólo la indefinición o desdoblamiento de su esencia de plataforma
electoral operativa, en una especie de supra-partido sin cohesión posible ni
razonable, yo añadiría ni deseable. Hay otro problema fundamental e insalvable,
la falta de legitimidad de sus representantes ¿Cómo se combate exitosamente un
régimen, hijo dilecto del fraude electoral, del ventajismo más descarado? Si
las autoridades de las distintas organizaciones que lo integran, casi sin
excepción, no representan válidamente a las bases de sus partidos, cuando han
secuestrado “el aparato” y se auto eligen a puertas cerradas, por componendas y
cabildeos, cuando no compra-ventas vergonzantes. Por eso deberían recordar
aquella afirmación de Don Antonio Machado: … procura que tu enemigo no tenga la
razón.
Las palabras de Antonio Sánchez García, que tomo como epígrafe, son muy claras, la MUD no requiere una solución cosmética, los afeites y los menjunjes no bastan, lo que está planteado es una reorientación realista y seria, honesta –aunque el término esté tan mal visto- como en el dilema hamletiano: ser o no ser. La hora, en todos los relojes de Venezuela, tiene una misma hora, la de la definición, hacia adentro de los partidos y hacia afuera. Tienen la palabra…
Alfredo
Coronil Hartmann
acoronil2@gmail.com
@Alfredo43
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