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sábado, 26 de julio de 2014

SAÚL GODOY GÓMEZ, EL CRIMEN ORGANIZADO Y VENEZUELA,

El crimen se organiza por varias razones, la primera, es para poder abarcar más en su ámbito de acción y explotar convenientemente un territorio y la población que allí vive.  La segunda, proteger mejor sus operaciones e intereses. La tercera, hacer "el negocio" más rentable y eficiente.  La cuarta, pero no menos importante, invertir y crecer en la economía legal.
Para ello se vale de las últimas técnicas y tecnologías disponibles, contrata personal altamente calificado, aplica los más modernos métodos financieros y de gerencia en el mercado, y hasta hace investigación y desarrollo de procedimientos y productos.
Por ser su actividad ilegal o producto del crimen, su función permanente es cuidarse de que sus operaciones no se vean interrumpidas por el largo brazo de la ley y para ello, cuenta con una serie de recursos como sobornos, extorciones, favores políticos, deudas pendientes, regalos, vínculos de amistad y compadrazgo o el simple asesinato, todo esto parte de lo que llamamos, corrupción.
El crimen organizado (C.O.) se ha sofisticado, pero sigue estando presente en el trasfondo, el elemento que le da vida y lo caracteriza: la violencia.
Luego de la Segunda Guerra Mundial hubo un incremento en la internacionalización de las actividades criminales; ya no se trataba sólo de la droga, las armas, el juego ilegal y la prostitución, otras actividades igualmente lucrativas efervecieron como la espuma; la pornografía, la basura contaminante, los niños para familias sin hijos, el tráfico de especies salvajes y en peligro de extinción, los emigrantes ilegales, órganos para los trasplantes humanos, tecnología secreta hurtada de las grandes corporaciones y gobiernos, materiales radioactivos y hasta passwords a los bancos de datos de personas e instituciones.
El crimen organizado se ha globalizado y a una rapidez pasmosa, cabalga sobre los últimos adelantos científicos y se amolda a las formas sociales más avanzadas.
El C.O., prospera y se hace fuerte en países con conflictos sociales, con gobiernos débiles, donde exista la subversión y se violen los derechos humanos, donde grupos revolucionarios, por lo general de ideología comunista, se hacen gobierno y se declaren contrarios a la civilización occidental.
Es muy fácil detectar a los países que se convierten en zonas de tolerancia para el C.O., donde existan regímenes “anti-imperialistas” por lo general existe una amplia aceptación de actividades irregulares y un rechazo a las normas internacionales y organizaciones que combaten el crimen, por aquello de que el enemigo de mi enemigo es mi amigo, los gobiernos que se dicen anti-imperialistas son un paraíso para traficantes de armas, carteles de las drogas y otras actividades que requieren de una alta cooperación de los gobiernos allí constituidos, puede llegarse el caso en que los gobiernos se hacen parte de estos sindicatos del crimen involucrando a sus fuerzas armadas como parte integral de las operaciones.
La venta de drogas, el robo a tarjetas de crédito, el blanqueo de dinero por medio de transacciones bancarias vía Internet, la compra venta de acciones en las diferentes bolsas asiáticas con fines de manipular precios, los remates fraudulentos de obras de arte y otros objetos de colección valiosos son todos hechos ilícitos que son comunes en la autopista de la información.
El aparente don de la ubicuidad de los criminales cibernéticos son un verdadero dolor de cabeza para las policías del mundo, el crimen se puede estar cometiendo en un país, el perpetrador puede estar en uno diferente y la víctima al otro lado del mundo.
Pero como mencioné al principio, uno de los intereses primordiales del C.O., es convertir sus ganancias ilegales en dinero limpio, la actividad de lavar dinero se ha transformado en una operación tentacular y altamente tecnificada (aunque sorprende la cantidad de dinero que todavía se lava con métodos primitivos y tediosos, como lo sería trasladar maletas de dinero fuera del área productiva, en billetes de bajas denominaciones, para ser inyectadas en los mercados del menudeo y convertidas en depósitos bancarios legales, fácilmente detectable, pero efectivo, hasta que no sea descubierto).
Un dinero que bien lavado, se integra a la economía legal en inversiones importantes; en actividades tan consolidadas como la construcción, los medios de comunicación, partidos políticos, grandes comercializadoras, transporte, turismo, entretenimiento y hasta universidades privadas, puede convertirse en la ruina o repentina prosperidad de regiones enteras.
Una vez que el dinero sucio se blanquea no hay límites.  Las economías de los países son afectadas por esta economía paralela, hasta el punto, de trastocar el intercambio de bienes y servicios y la calidad de vida de los ciudadanos.  Pero sin duda el peor mal que surge del crimen organizado se llama corrupción.
Se trata de uno de los fenómenos más interesantes de la civilización, sus raíces llegan a la misma naturaleza humana y su confrontación con el poder.
Un mal tan terrible que las naciones mueren por su causa, la historia nos da claros ejemplos de ello. La corrupción ha llegado a ser tan dañina para el orden social que se ha convertido en un tema de seguridad de Estado y de preocupación internacional.
Pero también hay otro lado del crimen organizado y es el que respecta a corporaciones e instituciones legalmente establecidas, y que utilizan sus fachadas para cometer actos ilícitos.
Algunas prácticas empresariales se mantienen en un difuso límite entre la legalidad y el crimen y cuando cruzan la línea, se convierten en entes del crimen organizado ya que aprovechan sus estructuras organizativas no sólo para cometer la fechoría, sino para ocultarla y hacerla pasar como una operación legítima.
La manipulación de precios, la cartelización, el engaño a los consumidores, el fraude a los accionistas, la competencia desleal, los delitos contra el fisco, la manipulación ilícita de la información bursátil, la compra- venta fraudulenta de activos son algunos de los crímenes donde las empresas utilizan sus organizaciones para romper con la ley y el orden, por esta razón es que los registros públicos son un eslabón tan importante en la consecución de estos delitos, y cuando un país permite que sus registros y notarías sean manejados por extranjeros expertos en cometer estos fraudes, lo que hace el gobierno que lo permite, es sembrar la institución de la propiedad privada de “paquetes” de inversiones provenientes del delito para ocultar su verdadero origen y poderlas utilizar sin problemas posteriores.
La última ola de quiebras financieras de grandes corporaciones norteamericanas ha puesto en evidencia lo que mucha gente ya sabía; el engaño, la corrupción y el latrocinio ha penetrado las instancias más poderosas de la política en las principales capitales del mundo, mirar para el otro lado cuando se comete un fraude puede ser muy rentable y si no hay castigo, se convierte en una actividad muy apetecida, pero el resultado siempre será un daño de grandes proporciones a la sociedad entera.
Y a este respecto surgen preguntas inquietantes, ¿Puede la ley estar a la par en el avance del crimen organizado? ¿Se pueden perseguir y enjuiciar criminales cuyas acciones aún no están recogidas en la legislación penal?
El crimen organizado es justamente un laboratorio de nuevas formas y maneras de embaucar a la sociedad, se hace la ley e inmediatamente aparece la trampa o se lleva una libertad hasta el límite, donde se confunde con el abuso, cada día se ven más y más gobiernos que sucumben a la tentación del dinero fácil y prestan sus instituciones a las mafias internacionales y a otros gobiernos extranjeros que necesitan blanquear grandes cantidades de dinero, muchas veces en forma de préstamos y ayudas internacionales.
Las nuevas tecnologías y las necesidades de la sociedad van en continuo cambio y es en esa avanzada donde aparecen las nuevas formas de criminalidad.
Nuestro país, Venezuela, es un caso que está siendo observado por el mundo con mucho interés, se trata de un estado que ha sido tomado por un gobierno revolucionario con formas aparentemente legales, es apoyado y protegido por un conjunto de países del área reforzando esa visión que quieren vender de que se trata de una democracia formal y un socio que supuestamente guarda las garantías para la convivencia regional, pero en realidad se ha convertido en el paraíso de los negocios sucios del continente, entre ellos y debido a que se trata de un país petrolero que mueve mucho dinero en plazas internacionales, es la lavadora de dinero ilegal más grande del continente americano.
La relación del gobierno socialista bolivariano con la subversión latinoamericana, lo ha hecho un cercano socio de las actividades criminales con las cuales se sustentan los diversos grupos guerrilleros y terroristas del área, por lo que Venezuela se ha convertido en una importante plaza del narcotráfico mundial, la prueba más contundente es que el gobierno tiene en nómina, como importantes funcionarios públicos a los hombres más buscados por las policías del mundo, y como ya es común, con pasaportes diplomáticos para que estén protegidos por la inmunidad que este documento otorga.
Otra señal incontrovertible de que Venezuela se ha convertido en narco-estado es la defensa a ultranza de estos criminales por parte del propio presidente del país, quien bajo argumentos de soberanía emplaza a las autoridades mundiales a que respeten el país, un argumento no sólo risible pero muy lamentable, que provoca bochorno en quienes somos ciudadanos de este país.
Este experimento a gran escala que se está dando en Venezuela convertida en un narco-estado ha probado una vez más que la asociación de una sociedad con el crimen lo que trae es la disolución de la paz y la convivencia social, los grados de violencia y horror que está experimentando nuestra sociedad no tienen parangón en el mundo, el crimen se ha apoderado de las calles, la población vive en un permanente toque de queda, nadie está seguro, ni siquiera sus más connotados jefes, que siempre pueden ser víctimas del homicidio por encargo, del secuestro o de la desaparición forzada.
Venezuela es un experimento de todas estas nuevas formas de desarrollo del crimen organizado, y operará, hasta que las autoridades mundiales consideren conveniente y seguro el aprendizaje de esta experiencia, hasta que sus socios latinoamericanos, países del área con importantes intereses internacionales, se den cuenta del terrible daño que provoca a sus reputaciones, una asociación con este tipo de gobierno, y por último y no menos importante, que sus nacionales se den cuenta del tipo de gobierno que se han dado y que nunca jamás se repita este nefasto episodio de entregarle el país a lo más bajo e incapaz de su recurso humano. – 
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul

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