CARUACHI TERMINADA |
Aunque
fue puesta en servicio (con retraso) en el año 2006, la represa hidroeléctrica
de Caruachi fue la última gran infraestructura planificada y proyectada por un
gobierno de los Cuarenta Años: la segunda administración del presidente Rafael
Caldera. Tiene una capacidad de aporte al Sistema Interconectado Nacional de 2
mil 160 megavatios.
Por
su parte, la central hidroeléctrica de Tocoma es la hermana gemela de la
anterior. Es el mismo tipo de obra, con las mismas dimensiones, el embalse con
la misma capacidad y su aporte al Sistema Interconectado Nacional también será
de 2 mil 160 megavatios.
Ahora las diferencias: la construcción de Caruachi arrancó en 1997, y si bien estaba prácticamente terminada en 2003 no fue inaugurada hasta el 2006. Así que convengamos que para su culminación definitiva la CVG-Edelca necesitó nueve años. Su costo de inversión a la Nación fue de 2 mil 500 millones de dólares. Tocoma empezó en el año 2002 y oficialmente todavía no van por encima de 2/3 de su ejecución (pese a que dijeron estaría lista en 2012), pero su costo ya va por los 10 mil millones de dólares.
TOCOMA SIN TERMINAR |
Léase
bien: Caruachi costó 2 mil 500 millones de dólares. Tocoma (que no está lista)
ya se comió 10 mil millones de dólares.
Las
dos son igualitas. ¿Por qué la diferencia? La respuesta: se robaron los reales.
Así de sencillo.
Hoy
en día no hay área de la Administración Pública venezolana en la que pueda
iniciarse una nueva inversión, realizarse un plan o adquirir algún equipo sin
que de por medio estén presentes un grupo de funcionarios vinculados al PSUV
ávidos de sumarse a la ola de saqueo contra el Tesoro nacional. Actúan y
razonan como una plaga de langostas. Eso tiene paralizado al Estado, y
alarmados a los altos cuadros políticos del Gobierno y del partido oficial;
pero no saben cómo poner coto a la situación.
La
ya larga crisis del sector eléctrico iniciada por falta de planificación se
convirtió en una oportunidad para comprar con sobreprecios plantas eléctricas,
que evidentemente fue el criterio prioritario al momento de decidir el cómo
abordar el problema. No se realizaron las inversiones necesarias en transmisión
y distribución (origen del problema) sino en generación (donde está el
negocio).
¿La
raíz del mal? La decisión tomada por Hugo Chávez y Jorge Giordani en 1999 de
destruir la obra de hombres como Leopoldo Sucre Figarella o Rafael Alfonzo
Ravard: el aparato profesional y administrativo del Estado venezolano.
@PedroBenitezF.
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