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viernes, 4 de julio de 2014

NELSON MAICA C., CUBA V, POLÍTICA

NELSON MAICA C., CUBA  V, POLÍTICA
1Nota 5. El horror de los Castro. El centro Gil de Santiago de Cuba, construido en 1980, tiene el dudoso privilegio de poseer celdas a temperaturas muy altas y muy bajas. A los presos se les despierta cada veinte o treinta minutos, un tratamiento que puede pro­longarse durante meses. Desnudos y aislados del mundo exterior, muchos de los presos a los que se infligen estas torturas psíquicas presentan al cabo de cier­to tiempo trastornos irreversibles.

La cárcel más tristemente célebre fue durante mucho tiempo La Cabaña, donde fueron ejecutados Sori Marín y Carreras. Todavía en 1982 fueron fusi­lados cerca de 100 presos. La especialidad de la Cabaña eran los calabozos de dimensiones reducidas llamados ratoneras.
La cárcel fue desafectada en 1985, pero las ejecuciones continúan en Boniato, una cárcel de alta seguridad donde impera una violencia sin límites y donde se mata de hambre a decenas de presos políticos. Para no ser violados por los presos comunes, algunos po­líticos se embadurnan con excrementos. Boniato sigue siendo todavía hoy la cárcel de los condenados a muerte, ya sean políticos o comunes. Es célebre por sus celdas tapiadas. En ella hallaron la muerte decenas de presos sin reci­bir asistencia médica.
     Los poetas Jorge Valls, que cumplió 7.340 días de cár­cel, y Ernesto Díaz Rodríguez, así como el comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, ofrecieron su testimonio sobre las condiciones especialmente duras que imperan en ella. En agosto de 1995 estalló una huelga de hambre conjunta de presos políticos y comunes para denunciar sus deplorables condiciones de vida: comida infecta y enfermedades infecciosas (tifus, leptospirosis). La huel­ga duró cerca de un mes.
   Algunas cárceles han vuelto a usar las jaulas de hierro. A finales de los años sesenta, en la prisión de Tres Macios del Oriente, las gavetas, destinadas en un principio a los presos comunes, fueron ocupadas por presos políticos. Se trataba de una celda de un metro de ancho por uno ochenta de alto y unos diez metros de largo. En este universo cerrado, sin agua ni higiene, los presos, comunes y políticos se veían recluidos en una promiscuidad difícil de sopor­tar durante semanas y, en algunos casos, meses.
6En los años sesenta se inventaron las requisas con fines represivos. Se despertaba a los detenidos en plena noche y se los desalojaba violentamente de sus celdas. Embrutecidos por los golpes, y a menudo desnudos, eran obligados a reunirse para esperar a que terminara la inspección antes de poder volver a sus celdas. Las requisas podían repetirse varias veces al mes.
7 Las visitas de los familiares ofrecían a los guardianes la ocasión de humi­llar a los detenidos. En La Cabaña tenían que presentarse desnudos ante sus familiares. Los maridos encarcelados debían presenciar el registro de las partes íntimas de sus esposas.
8La situación de las mujeres en el universo carcelario cubano es particularmente dramática porque se ven entregadas, sin defensa, al sadismo de los guardias. Desde 1959, más de 1.100 mujeres han sido condenadas por causas políticas. En 1963 iban a la cárcel de Guanajay. Los testimonios reunidos han dejado constancia de que se recurría a las palizas y a humillaciones diversas. Un ejemplo: antes de pasar a la ducha, las detenidas debían desnudarse en presencia de sus guardianes, que las golpeaban. En el campo de Potosí, en la zona de las Victorias de las Tunas, había en 1986, 3.000 presas —delincuentes, prostitutas y políticas—.
9La cárcel de Nuevo Amanecer sigue siendo la más importante de La Habana. La doctora Martha Frayde, amiga de Castro du­rante mucho tiempo, y representante de Cuba en la Unesco en los años seten­ta, ha descrito este centro penitenciario y las condiciones particularmente du­ras que imperan en él: Mi celda medía seis metros por cinco. Éramos 22 y dormíamos en literas de dos o tres pisos. (...) En nuestra celda llegamos a juntarnos 42 mujeres. (...) Las condiciones higiénicas llegaban a ser del todo inso­portables. Las pilas donde nos lavábamos estaban llenas de inmundicias. Re­sultaba totalmente imposible asearse. (...) El agua empezó a escasear y la evacuación de los retretes se hizo imposible. Se llenaron y luego se desborda­ron. Acabó formándose una capa de excrementos que invadía nuestras celdas. Luego, como un chorro imparable, llegó hasta el pasillo, luego a la escalera para bajar hasta el jardín. (...) Las presas políticas (...) armaron tal alboroto que la dirección de la cárcel se decidió a enviar un camión-cisterna. (...) Con el agua estancada del camión barrimos los excrementos, pero el agua de la cis­terna no era suficiente y hubo que seguir viviendo sobre aquella capa nausea­bunda que no retiraron hasta unos días más tarde.
1Uno de los mayores campos de concentración está situado en la región de Camagüey: El Mambí, que en los años ochenta encerraba a más de 3.000 prisioneros. El de Siboney, donde las condiciones de vida son tan execrables como la comida, tiene el temible privilegio de contar con una perrera. Los pastores alemanes sirven para buscar a los presos evadidos.
. En Cuba existen campos de trabajo de régimen severo. Los condena­dos que no se han incorporado a sus lugares de detención son juzgados por un tribunal popular interno del campo y se los traslada entonces a un campo de régimen severo donde los consejos de trabajo de los presos desempeñan un papel idéntico al de los kapos de los campos nazis: los consejeros juzgan y castigan a sus propios compañeros de prisión. (Martha Frayde, Écoute Fidel, Denoel, París, 1987).
1 Con frecuencia los presos ven agravadas sus penas por iniciativa de los mandos de la cárcel. Al que se rebela se le añade otra pena de prisión a su condena inicial. La segunda pena sanciona la negativa a llevar el uniforme de los presos comunes o a participar en los planes de rehabilitación o una huelga de hambre. En tal caso, los tribunales, considerando que el detenido deseaba atentar a la seguridad del Estado, piden una pena de “seguridad pos-delictiva”. Se trata, en la práctica, de uno o dos años más de detención en un campo de trabajo. No es raro que algunos detenidos cumplan una pena añadida de un tercio o de la mitad de la pena inicial. Boitel, condenado a diez años de cárcel, acumuló por este sistema cuarenta y dos años de encarcelamiento.
3.  Parecía imposible que existan nacidos en Venezuela que estén al servicio del Stalin del Caribe: traidores y asesinos… Ante tal horror y degeneración no es preciso comentarios…

Nelson Maica
nelsonmaica@gmail.com
@NoMaica

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