Chávez fue un Fidel Castro de cartón piedra, el chavismo un simulacro y Maduro el simulacro del simulacro, la última etapa, de la revolución cubana, la muerte política de Fidel Castro, la revolución por la que daban la vida transformada en una mafia en el poder, agitando desganadamente las banderas socialistas sin que nadie las tome en serio.
La
oposición lleva 14 años repitiendo que “aquí va a pasar algo, asegurando que el
chavismo carece de respaldo, atribuyendo al fraude sus triunfos
electorales, confiada que el chavismo se
desmoronará por mal manejo de la economía, o por la intromisión militar, cuando
en realidad el chavismo unificado con un jefe y un comando político que tomaba decisiones
según las encuestas, enfrentaba a una
oposición dividida, sin una propuesta frente al país, incapaz de asociarse con
los pobres, dirigida por personas de clase media y con un discurso también de
clase media. Claro que con Maduro cambiaron un poco las cosas.
Desde
1999 el chavismo contó con un jefe, una estructura organizada en el verdadero
partido oficial, el gobierno, recursos en abundancia y un discurso mezcla de
populismo, marxismo y simple demagogia. En la oposición desaparecieron los
partidos nacionales, los que existen tienen presencia en ciertos estados, y aún
el partido mayor Primero Justicia no ha
sido en verdad un partido nacional. Los medios de comunicación, la CTV y
Fedecámaras fueron la oposición, hasta que los primeros fueron comprador por
chavistas, la CTV desapareció y Fedecámaras sobrevivió diezmada. Maduro
comienza a gobernar con las instituciones controladas, la prensa arrinconada,
la televisión domesticada, con una oposición que no encuentra medios para
expresarse. Sin embargo carece de un plan de gobierno, ignora hacia donde se
dirige, apenas se refugia en Miraflores, vive a la defensiva, mientras el país
a su alrededor se desmorona por su inacción.
Chávez
representó el simulacro de la revolución cubana, un culto a la violencia que
sin llegar al fusilamiento se limitaba a la arbitrariedad, a la estatización a
la venezolana, pagando hasta el último centavo a las empresas extranjeras, sin
estatizar como Castro en un día hasta los puestos de perros caliente; Chávez
fue un Fidel Castro de cartón piedra, el chavismo un simulacro y Maduro el
simulacro del simulacro, la última etapa, de la revolución cubana, la muerte
política de Fidel Castro, la revolución por la que daban la vida transformada
en una mafia en el poder, agitando desganadamente las banderas socialistas sin que nadie las
tome en serio.
Ahora, sin embargo, el país se está cayendo a pedazos y ya desaparecieron los aumentos constantes del precio del petróleo que financiaban al chavismo. Al contrario, faltan los dólares y numerosas industrias cesan de funcionar, le falta la materia prima, no hay tapas, envases, simples arandelas.
Los dólares alcanzan menos porque el propio
gobierno tontamente se encarga de las importaciones, las que sirven para
enriquecer a algunos. Anteriormente los empresarios que importasen productos
que no se vendiesen se arruinaban, ahora, en cambio, con una escasez creciente
parece que se importa preferentemente aquello que deja la mayor comisión. La
agricultura va de capa caída por la desaparición de Agro isleña y la escasez y
el desabastecimiento aumentan por día.
Todo
eso lleva a concluir que esta situación no se prolongará indefinidamente, lo
cual es cierto pero si recordamos el caso del peronismo que décadas después de
la muerte de Perón continúa en el poder, no hay que ser tan optimista. Algo va
a pasar, pero si el país no se unifica alrededor de un mensaje, una política,
una estrategia, los culpables de este desastre pueden seguir gobernando en
nombre de otro chavismo, después de echarle la culpa de todos nuestros males a
Nicolás Maduro.
Aquí
van a pasar muchas cosas pero de la propia sociedad, de la oposición, depende
de que signifiquen algo nuevo, una rectificación profunda. No hay soluciones
mágicas para la próxima semana, como esos que repiten bajito que Maduro no
llega a diciembre. ¿Quien sabe? Pero el verdadero desafío es que el destino del
chavismo no sea el del peronismo.
Fausto
Masó
fausto.maso@gmail.com
@faustomaso
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