Todos
los seres humanos estamos, en sentido figurado, envueltos por una especie de
burbuja. Se alberga allí no solo nuestro cuerpo sino también la mente.
Su
temprana manifestación ocurre en los bebés en sus primeros meses. Ellos no se
reconocen como seres separados y comparten con su madre la burbuja. La
alimentación y las caricias lo hacen inmensamente feliz y el recuerdo de unirse
dos seres en una sola burbuja quedará grabado para siempre.
Con
el tiempo el niño establece su burbuja personal que lo define en su
independencia. La burbuja compartida aparecerá en varias ocasiones de la vida.
Momentos de alegría, de pasión por alguna actividad y el amor a otra persona.
La indefinible experiencia del enamoramiento es en esencia la repetición de
vivir dos en la misma burbuja.
Dentro
de la burbuja se va acumulando información, conocimientos, costumbres, reglas,
tradiciones, leyes y miles de otras facetas que formarán nuestra personalidad y
conducta. Aprenderemos a vestir, a comer, a asearnos, a compartir con otros, a
conversar, a bailar, a trabajar, a comprar, a leer y a muchas cosas que nos
permiten vivir en sociedad.
Otra
importante faceta es poder romper la frágil membrana que contiene a la burbuja.
El poder salir fuera de los límites de lo establecido nos permite explorar el
mundo de la creatividad y la invención. Fuera de la burbuja están las artes, la
pintura, la escultura, la música, el teatro, la literatura, la filosofía, la
ciencia, las nuevas empresas, los cambios tecnológicos.
Si
bien la fábula de la burbuja es solo una forma para facilitar el análisis, la
existencia de los fenómenos expuestos es bastante cercana a lo real. Todo esto
viene a cuento pues al igual que nos es útil para casos pequeños nos sirve
también para observar un País.
Durante quince años el régimen rojo se ha encargado de alterar a fondo las membranas de las burbujas ciudadanas y quebrar los usuales funcionamientos internos. Nos explicamos.
El
maloliente y repetido discurso de Chávez dividiendo al País con el único
propósito de facilitar su permanencia en el poder, convirtió a la delicada
membrana de la burbuja de los venezolanos en una endurecida envoltura que
impide el intercambio natural de afecto entre personas. Por el contrario la
antipatía creció al punto de romper hasta relaciones familiares.
Por
su parte el necesario funcionamiento trasparente del interior de la burbuja se
fue al carajo junto con el mayor irrespeto a la Constitución y las leyes que se
pueda imaginar. Y en cuanto a la posibilidad de romper la membrana para salir a
crear, también desapareció por la ausencia de libertad y por cementarla a
fuerza de centralización, persecución y control.
Esa
es la foto de Venezuela. Un País paralizado, frustrado, con deudas aterradoras
y una economía de puerto vergonzosa.
Solo
queda una cosa por hacer: sacar a estos piratas y empezar a regar las membranas
a ver si aflojan. Tal vez tengamos tiempo de ser un País decente.
montoroe@yahoo.es
@yugemoto67
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