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martes, 22 de julio de 2014

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, LIDERAZGO DESINFLADO, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL,

El modelo económico del régimen, fracasó rotundamente. A ello contribuyó la campante improvisación que ha cabalgado sobre el grave problema de un liderazgo incapacitado.

LIDERAZGO DESINFLADO

La vida del hombre pasa necesariamente por momentos frente a los cuales debe asumir el liderazgo ante toda situación que demande una decisión de apremiante consideración. Es decir, una determinación que se conjugue con la satisfacción mediata o inmediata de un problema en particular. Aunque la dificultad de tan comprometedora situación, estriba no tanto en las posibilidades que puedan tenerse para asumir la conducción del asunto, como sí en la capacidad de liderar del individuo y que sin duda toca aspectos que van desde la aptitud y la erudición, hasta el carisma. Esto es valerse de una avezada inteligencia emocional con el propósito de inspirar confianza. Pero también, de abarcar la necesidad de acoplar necesidades con realidades sintonizadas con el conocimiento que el líder deba tener del alma humana. Se dice que el liderazgo se levanta a partir de una síntesis superior de habilidad práctica, visión moral y sensibilidad social.
En política, estas exigencias no sólo son inexorables. Fundamentalmente, son habituales por cuanto el ejercicio de la política se sustenta en un liderazgo moldeado en medio de las diatribas y controversias que conjuran arreglos que satisfagan necesidades. Pero necesidades que, en principio, son objeto de confrontaciones de todo tenor. El liderazgo político, según Ronald Beiner (El Juicio Político. Fondo de Cultura Económica. México, 1987, p.217) “requiere del juicio reflexionante para vivir a la altura de la responsabilidad que él ha decidido adquirir y que sus seguidores le han confiado”. Esto significa que el liderazgo político debe convertir el sentimiento de descontento o malestar, expresado borrosa o confusamente por un sector de la población, en una propuesta de cambio político que brinde certeza a la comunidad política para entonces tomar decisiones importantes que perfilen un futuro promisorio.
El efecto que está causando el comportamiento político del alto gobierno venezolano, evidencia una impotencia característica de un liderazgo agotado en su propia realidad. El desorden incitado como resultado de la ineptitud en el plano de la administración de gobierno demostrada durante tres lustros de fanfarrona revolución, devino en razones para justificar la profundización de un bochornoso populismo, que terminó en un aberrante proselitismo cuyos efectos sucumbieron al país en una gran afrenta o humillación.
El forcejeo entre posturas gubernamentales (retrógrados y reformistas), ha servido para enredarse todavía más en argumentos fútiles toda vez que los mismos conducen al mismo final. O sea, a la convergencia cambiaria. Indistintamente de los retorcidos caminos por donde pueda transitarse, modos al fin de control del poder. En todo caso, ello lleva a un mayor anquilosamiento por cuanto tal pretensión sigue siendo un pesado factor de constricción de libertades económicas y derechos políticos. Es decir, a la merma de la democracia. Entre tanto, pululan oscuros negocios puesto que n el fondo de dicho debate se anclan intereses económicos dispuestos a obtener las mayores ganancias posibles a partir de cualquier decisión asumida de cara a esto de la “unificación cambiaria”.
Sin embargo, debajo de cuanto “mascarón de proa” pueda utilizar el régimen para aparentar avances de la gestión gubernamental, es indudable ver que la ausencia de liderazgo político ha llevado al salvaje endeudamiento del país, a pesar de la bonanza petrolera que se ha vivido. El modelo económico del régimen, fracasó rotundamente. Y a ello contribuyó la campante improvisación que ha cabalgado sobre el grave problema de un liderazgo incapacitado. No ha podido corregirse nada. La administración pública, atrapada en su propia confusión, entró en una etapa de franca perturbación toda vez que las medidas tomadas fueron en contracorriente de las circunstancias. Por ejemplo, el incremento de los sueldos en 30% con inflación en 54%, terminó reduciendo la calidad de vida. También, un recorte de importaciones al voleo, o la impresión de dinero inorgánico para financiar gastos improductivos del régimen lo cual dejó ver que los ajustes anteriores fueron insuficientes para impulsar los intento de desarrollo vociferados.
Visto este panorama de equivocaciones ante 2015, año en que habrá elecciones parlamentarias, el asunto se le complica al régimen. De seguir desaforado y extraviado sólo arrastrará las contradicciones suficientes para tener que “correr o encaramarse”. Esta situación se resume en un gravísimo problema. Se está a la deriva por causa de un liderazgo desinflado.
VENTANA DE PAPEL
¿PARA ESO QUEDÓ EL ROJO?
Históricamente, el color rojo fue expresión de pasión, intensidad, entusiasmo y demás condiciones asociadas con la moda o la física espectral. Para los chinos, es sinónimo de buena suerte. Para el imperio romano, fue símbolo de riqueza y bienestar económico. Sin embargo, la antigua URSS lo adoptó para simbolizar al comunismo. Tanto así, que durante la Guerra Fría se utilizaron términos como “la Amenaza Roja” o la “China Roja”. En la actualidad, este color se emplea para denotar “estado de peligro” como el “botón rojo”, el “código rojo”, o las listas o bandas rojas que distinguen saldos negativos, malas calificaciones, señales de advertencia y hasta situaciones de muerte. 
En política, el color rojo ha venido utilizándose para aludir al poder o referir circunstancias de evidente inminencia. Quizás, el peligro que invocara la emergencia de la cacareada “revolución bolivariana”, sólo sirvió para instaurar un populismo demagógico. De ahí que se valió del color rojo para denotar la saña que sus ejecutorias portarían como parte de su intencionalidad. Hoy, la historia de lo que va del siglo XXI venezolano, podría escribirse con tinta roja parodiando el color con el cual, el extinto presidente–comandante, rubricaba todo documento que pasara por sus manos. La gestión política actual ha logrado hacer todo tan mal, por tan erradas e indolentes decisiones, que el país habría que verse bajo un tamiz que cambie la policromía de las realidades al rojo. Pero al color rojo representativo de tristeza, sufrimiento, desamparo, decadencia, desidia. 
El abandono acuciado por el régimen ha dejado los hospitales sin medicamentos, sin instrumental, ni tampoco con talento profesional. Estas instalaciones están abarrotadas de personas que agonizan ante la falta de atención. Todo, a desdén de los derechos constitucionales. Hasta los ataúdes comenzaron a escasear. ¿Qué le espera al venezolano de bajo o sin ningún recurso?. ¿A dónde llegará el país de continuarse por este sendero de lasitud? El país cayó en un rango de profunda negatividad por la incidencia del color rojo. La excusa es que “no hay presupuesto”. Todo enrojeció por el desvirtuado patriotismo al que indujo las seguidas aberraciones gubernamentales. ¿Para eso quedó el rojo?
RÉGIMEN QUEBRADO
A pesar de lo que proyectan los medios de comunicación, por imposición de una Ley Resorte de viso dictatorial, las realidades económicas y financieras nacionales no son como se lucen gracias al Photoshop. No hay duda de que las mismas estén bordeando los repliegues del despeñadero por el cual va a dar el país y todo su equipamiento institucional de continuar con este remedo de gobierno. Sería iluso pensar que el Banco para el Desarrollo, recién creado por países industrializados (BRICS) para hacerle frente a la decrepitud de criterios del Fondo Monetario Internacional, le daría recursos a Venezuela para financiar su deformado desarrollo económico y social. Ni siquiera, por las ínfulas del presidente venezolano. De lograrlo, tampoco sería difícil imaginar que estos capitales se darían a la fuga con el beneplácito de un descarado populismo lo cual sería avizorado sin mayor dificultad. 
En consecuencia, cualquier solicitud criolla en ese sentido no tendría la aprobación del caso por parte del referido organismo financiero internacional. Por tanto, no hay mucho que pensar  a este respecto pues es bien sabido por estos países que el modelo venezolano, basado en el socialismo del siglo XXI, no tiene ninguna capacidad de pago  lo cual pondría en duda que un préstamo solicitado ante este Banco no consiga la respuesta ambicionada. Más, cuando el país no tiene una historia que avale un financiamiento de posible consideración y negociación. Particularmente, en el marco de un régimen quebrado.

“Asumir un liderazgo acorde con las necesidades en el fragor de una crisis política, no depende tanto de las oportunidades o circunstancias dominantes, como de la solvencia moral y del proceder ético de quien ostenta la conducción de la situación en cuestión” AJMonagas

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas

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