(Crónica
de la tragedia que parirá una Venezuela futura)
La “Constituyente” es la última de las chifladuras
a las que nos tienen acostumbrados, una tortura psicológica más en el cuarto
donde los chinos, el Ché Guevara en la Cabaña y los rusos son niños de pecho.
Muchos años de errores sistemáticos, donde cada
oportunidad que se ha presentado la han vuelto sal y agua, a través de acciones
que de antemano se sabían equivocadas, pero insistentemente se llevaron a cabo
vaya a usted a saber por qué.
Se logra levantar el velo de la farsa electoral, se
denuncian cada uno de sus vicios estructurales, y justo cuando se hace evidente
que no se puede seguir convalidando la ilegitimidad de un órgano comicial
putrefacto, quien lleva la bandera de las denuncias aparece con su dedo morado,
instando a votar sin antes haber solventado nada de lo que se denunció; y
¡zas!, la narrativa del fraude se oxida y sostenerlo se vuelve una épica de
tres o cuatro “quijotes”, que de tanto repetirlo nos volvemos incómodos hasta
para el perro de la casa, siendo señalados despectivamente como “los
radicales”.
Y así pasan los años, la historia se vuelve tan
repetida que no tiene caso seguir en eso, salvo ilustrar a las nuevas
generaciones, para que nunca olviden las razones por las cuales hemos llegado a
semejante catástrofe nacional. Y porque
sólo así, algunos podrán aprender las lecciones, visto que tras quince años de
tropezar de nuevo y con la misma piedra, en cuestiones de política los
venezolanos, al menos los mediáticos (y sus focas abobadas), son adictos a las
piedras y sus tropiezos.
En 2012, con alevosía, se empuja al país por un
precipicio electoral, e innecesariamente se inmortaliza el mito del comandante
invencible, corriéndose la arruga, como si ese rostro estirado admitiera más
cirugías plásticas. No pasa un mes, y el candidato de la MUD anuncia que
participará en elecciones regionales, donde misteriosamente resulta electo,
fracturando toda lógica humana, teniendo que los chavistas pusieron a ganar en
todo el país hasta a los marcianos; y en el mismo estado donde el candidato MUD
conquista la gobernación, el régimen se hace de una mayoría aplanadora en su
Consejo Legislativo ¿Sería que la dictadura estaba consolidando al líder de su
oposición Prêt-à-Porter?
Para responder, bastaría hacer un análisis de las
Primarias celebradas por la MUD ese 2012. Las
organizan con el CNE del régimen, con
convocatoria abierta, para que voten todos los inscritos en el REP,
incluyendo sus millones de fantasmas y los miembros del PSUV, partido político
con amplia mayoría entre los partidos. Si los votos del régimen estaban
entubados, algo que se cae de maduro, bastaba la orden de Chávez para que el
PSUV votara en dichas Primarias por el candidato más conveniente a los
intereses del régimen. Visto lo que sucedió después, esta tesis es plausible, y
tan evidente, que por eso mismo se le advirtió a la MUD con mucha anticipación
para que no hiciera Primarias con ese libertino espíritu de apertura; y mucho
menos con un CNE que trabaja para el régimen.
Pasamos a 2013, el año donde la irresponsabilidad
de la política asciende a niveles interplanetarios. Dos sentencias burlescas
exhuman el cadáver del Derecho, para clavarle dos dagas en el centro del
cráneo, asegurándose que la muerte del mismo sea cantinfléricamente
reincidente. Ese crimen exponencial del
oficio legal hace posible la candidatura de un personaje que no reunía las
mínimas condiciones constitucionales para optar al cargo presidencial, ni
siquiera en el tema elemental de la nacionalidad.
Pero los oídos de la política, cuando se trata de
estas denuncias, se vuelven sordos y la vista sucumbe a penumbras absolutistas.
Ante las evidentes irregularidades (mismas de
2012), el papelón del año anterior y el clamor de la calle, al mismo candidato
de la MUD no le queda otra alternativa que cantar el fraude fosforescente. Pero
seguidamente hace lo necesario para aplacar las protestas y convence al país de
que el régimen esta vez no se saldría con las suyas.
¿Cuánto tiempo le duró la promesa?
Unos meses, los suficientes para entrampar al país
en un nuevo proceso electoral, que
batiendo los récords de la insuficiencia de criterio transforman en plebiscito,
quizás (y este “quizás” es diplomático) para legitimar a un presidente que
hasta los gatos nocturnos que deambulan por los basureros consideraban un
fraude. Y como si esta legitimación no
fuera suficiente, el eterno candidato de la MUD y sus aliados, los alcaldes
electos, asisten a reuniones en Miraflores y se fotografían de manos agarradas
y sonrisas de admiración con el señor Maduro, el nuevo campeón de las mentiras
y ficha reluciente del Foro de Sao Paulo.
Y aquí en esta historia, no hay miembro de la MUD
que salga ileso, incluyendo al trio de los “disidentes”, que una y otra vez
participaron en las farsas electorales, promoviéndolas como seguras,
silenciando las denuncias, bailando a pierna suelta en las fiestas de los
espejos, donde los magos se multiplican y los sombreros rebosan de conejos
saltarines.
Las calles se calientan, porque estas fiestas de la
MUD se vuelven demasiado exclusivas, y brota en toda Venezuela un espíritu de
hartazgo que se transforma en fuego, en el calor que derrite máscaras.
2014 se inaugura con aires frescos, porque por
primera vez en años el circo electoral no visita al país. Al no haber
espectáculo de trapecistas y enanos, mujeres barbudas y elefantes, el dinero
que tapa las bocas y cierra los ojos, deja de circular, por lo que su efecto
perverso no actúa como bombero de las calles.
Crecen las protestas, se suman los estados, espontáneamente se organiza la gente, los
estudiantes se activan, aparece una nueva generación de jóvenes guerreros…la
energía se escapa de la MUD, apagándola, y la política (entiéndase política al
estilo criollo) parece que por fin descansará en paz, al menos por un tiempo.
Y como el rating ya no le acompaña, algo tiene que
hacer esa MUD para conservar su protagonismo,
ese negocio es para ellos demasiado bueno para perderlo. La ola de la calle amenaza con volverse un
tsunami, y justo en ese momento, el trío
de los “disidentes” marca su distancia, se pone los bermudas y el bikini, para
ser surfistas estelares de los mares de libertad que están inundando a
Venezuela.
No hay elecciones, entonces inventan una cosa que
llaman “la salida”. Siendo la MUD un
animal electoral, en estos tiempos su hibernación era obligatoria. Pero como un
as en la manga, salen de su núcleo estos tres surfistas, el trío de los
“disidentes”. Cada uno a su manera, los “disidentes” deciden cantar en el coro
de los radicales, esos que tanto atacaron en el pasado, pero a los que
irremediablemente les llegaba su hora, porque todas las mentiras tienen patas
cortas, y la verdad de los “radicales” es de verdad.
Las calles se vuelven escombros, humo y sangre, la
dictadura arrecia con todas su fuerza y el mundo toma nota. Por vez primera,
aquellos que tenemos más de una década llamando a este régimen por su nombre
dejamos de ser el “tonto de la colina” (recordando a Lennon), solitariospincha
globos en las piñatas de la MUD. Como por arte de magia, la palabra “dictadura”
dejó de ser pecado mortal en boca de políticos, y los surfistas se atrevieron a
pronunciarla, con un eco internacional que abrazó nuestra causa libertaria.
Pero el ADN que compone la genética de la MUD es
terco, muy testarudo. Los
“disidentes” conquistaron corazones, impusieron el
protagonismo que no iban a soltar, y una vez colados en el mundo radical, decidieron activar sus
genes atávicos y la historia comienza a cambiar, sutilmente primero,
desoladoramente después.
Uno de los “disidentes” se disuelve en la MUD
tradicional, el peso de su mochila cargaba demasiados esqueletos para que su
estilo fuera diferente. El otro rompe toda expectativa, y decide
voluntariamente entregarse a los brazos abiertos del enemigo, aceptando así su
autoridad ilegítima y declarando a la prensa que lo hizo, entre otras razones,
porque su vida corría peligro y el régimen que lo encarcelaría había jurado
protegerlo.
Anulados los primeros dos, quedaba un tercero,
surfeando esa ola que cada día se volvía más pequeña, porque la MUD se hizo
luna y como tal afectó las mareas. Al
efecto del diálogo con la dictadura, uno que nadie pidió pero igual se impuso,
el tercer “disidente” decide viajar por el mundo llevando el mensaje correcto.
Por fin parecía que un miembro de la MUD, “disidente” ahora, pero miembro al
fin, estaba haciendo lo necesario para ganarse el título genuino de
“Opositor”, hablando de dictadura,
tiranía y violación de Derechos Humanos.
Mientras duraban esos viajes, aquí la MUD se sintió
rara y decidió actuar en consecuencia.
Hizo dos cosas. Primero, intensificó la chifladura de dialogar con
tiranos, lo que no es otra cosa que la defensa de sus intereses
particulares, secuestrando el espíritu
de la calle y endilgándose una representatividad del mismo que es tan
desvergonzada como ficticia. Y segundo, la MUD le hace carantoñas al régimen y
feliz acepta la inaceptable remoción de dos de sus alcaldes. ¿Feliz? Por
supuesto, y mucho.
La remoción de esas dos figuras, le permitió a la
MUD salir de su hibernación electoral y nuevamente montar su carpa, con todos
sus enanos y trapecistas deseosos de hacer lo que mejor hacen, participar en el
mundo de los trucos, donde los magos y sus conejos reinan, mientras el atontado
público aplaude. Este circo legitimador
vendió sus entradas para una doble
función: Legitimar la sentencia burlesca que removió a los alcaldes; y
engrasar, con grasas perdurables, la maquinaria fraudulenta de un CNE al que
ninguno que no sea su cómplice le cree ni un padre nuestro.
“Show most go on”… el show debe continuar, y la MUD
es experta en estas lides. El espectáculo de espejos logró su objetivo, nunca
una luna fue tan efectiva en el arte de manipular las mareas, y en este caso el
tsunami que seguro sería, de repente se volvió un lago de paz, con cisnes y
garzas incluidas.
Sin ola que surfear, el sobreviviente del trío de
los “disidentes” guardó su tabla, se secó el agua del cuerpo y regresó al
closet, donde escogió el traje que vestiría, uno que al ponérselo desempolva al
dedo morado, pero esta vez con otro nombre: “Constituyente”.
La Constituyente es el dedo purpúreo del año 2014.
Aquel índice colorado hizo magia para en un día pulverizar la labor de años,
regresándole otra vez el velo a la bruja más fea de todas, la que atornilla al
régimen y lo maquilla, bonito para que luzca demócrata y justo. Y la versión de 2014, es igual de perniciosa,
quizás mucho peor; porque esta vez se hizo una labor diplomática que contaminó
al planeta entero, al menos Latinoamérica, Norteamérica y Europa.
Este tercer “disidente” visitó esos foros,
pronunció discursos, seductoramente posicionó un mensaje que finalmente dio en
el clavo, la flecha que se disparó al blanco. Una vez logrado esa suerte de
milagro, ¿qué hace? Se entarima, porque las tarimas al parecer ejercen una
atracción irresistible, y clama a todo pulmón que la famosa “salida” no es otra
cosa que el precipicio de siempre, esta vez el abismo final. “Salir
democráticamente” de una dictadura que asesina, tortura, viola y desaparece a
la juventud venezolana, es la propuesta de este dedo mágico, que tiene la
capacidad de atrapar a muchos inocentes en una red para luego soltarlos, como
peces de aletas jadeantes y moribundo respirar, en la cubierta de un barco que
se abandona a su suerte, la maldición de Neptuno hecha política.
Y la comunidad internacional cierra la boca…
“¿Acaso quien propone esta “salida” no es la misma persona que nos visitó?”
Imaginan en todos estos países, que si el paladín de la libertad, la musa que
cantó: “dictadura”, ahora propone esta
“solución”, entonces significa que efectivamente en Venezuela esa “dictadura”
como que no es tan mala, y admite soluciones “democráticas”… la trampa otra vez
se puso fea… muy fea.
¿Cómo se propone una Constituyente en medio del
Apocalipsis?
¿Cómo se solicita la renuncia de un tirano
comunista que se robó las elecciones y en consecuencia no tiene cargo al cual
renunciar?
¿Cómo se proponen elecciones presidenciales dentro
de un agujero negro de sapos y serpientes?
¿De qué manera se sale de un régimen asesino y
comunista (redundancia), desplazando a una de sus fichas pero dejando intactas
a las demás?
¿Quiénes serán esos constituyentistas que tendrán
la capacidad de los dioses?, porque solamente un dios tendría la habilidad de
plasmar en un librito (que llaman “constitución”) la solución a todos y cada
uno de los problemas de una nación extraviada, con sus poderes públicos
secuestrados y arrodillada en cueros a una tiranía extranjera.
¿Qué fuerza del Olimpo bajará a Venezuela para
elegir a esos constituyentistas, pasándose por alto las trampas mortales que
durante quince años han socavado la vida del país?
Ese dedo colorado, tubito incandescente que vuelve
a una patética dictadura en el Ultraman de las democracias del continente, nunca fue más chiflado, pero esa chifladura
es costosa, demasiado cara para que esta vez no sea frenada, en seco.
¿Quiénes harán esta difícil tarea de frenos?
¿A quiénes toca abordar este barco a la deriva y
capitanearlo hacia las costas de Libertad?
La respuesta es esperanzadora. Estos quince años de dolor, tinieblas de las
que ha brotado lo peor de un país, paradójicamente han parido una nueva
generación de guerreros, iluminada con luces brillantes y corazones fuertes.
Esta Venezuela futura está representada por una
juventud que ha crecido en la penumbra, y por eso tuvo que esmerarse en
cultivar luces que iluminaran esas cuevas, y corazones que las sobrevivieran.
Jóvenes que inspiran y traen consigo las respuestas. Son portadores de la llave
y están vacunados contra los circos; no escuchan su ruido y tampoco el canto de
las sirenas de una MUD que se ahoga en sus propias aguas.
Los meses que vienen son cruciales. La juventud lo
sabe y está actuando. Nuevos
interlocutores surgirán en estos
tiempos, voces que constituirán una oposición genuina, “la Resistencia”;
capaz de articular estrategias óptimas para confrontar los males que nos
aniquilan. La experiencia existe, son
años de lucha, un recorrido de lujo a través de las pailas del infierno, que
condenaron a muchos pero no a todos, afortunadamente.
Venezuela merece despertarse de esta pesadilla, que
nos atrapa sin excepción con sus hienas de dientes picudos y sapos morados, que
saltan incansablemente.
Hay sufrimiento, demasiado. Sin contabilizar los
años anteriores, solamente este primer semestre de 2014 ha puesto en evidencia
a un régimen que no valora la vida, cruel hasta la médula y ambicioso como el
peor de los mafiosos. Se trata de un
sistema que hace mucho tiempo hubiera caído, a no ser por tanto circo y canto
de sirena, por tanto disfraz; tanta, pero tanta, mentira.
¿Responderemos a nuestro duelo aceptando
chifladuras? ¿Tienes estos seis meses vuelta atrás?
Los hombres libres no respondemos a esclavos. El
que quiera esclavitud tiene derecho a tenerla, pero no imponérsela ni a un solo
hombre libre.
¿Desde cuándo son los esclavos a voluntad quienes
deciden sobre la libertad de los hombres libres?
¿Puede someterse a consulta la libertad de un
Hombre?
¿Acaso existen instituciones capaces de borrar la
libertad y decretar la esclavitud?
Si un solo Hombre libre respira, ese Hombre tiene
derecho, y el deber, de imponerse ante cualquier intento de arrebatarle su
libertad. El gran “error” de los “demócratas” venezolanos es no querer entender
la naturaleza humana, y el decálogo de derechos y obligaciones que se desprende
de la misma.
La libertad es el rasgo diferenciador que tenemos
con los animales. Es fruto de la razón, es el motor de la mente, su ejercicio
permite escoger el rumbo de nuestro destino.
Un régimen como el que somete a Venezuela es un
sistema que destruye la libertad de los Hombres, reduciéndolos a esclavos,
seres inútiles que vagan por la vida sin entender dónde están parados, sin
intuir siquiera el motivo de su existencia. Se trata de un régimen inaceptable
para los hombres y mujeres libres y eso lo reconoce la filosofía occidental,
nuestra herencia greco romana y no la estalinista, esa que signa a los tiranos
que secuestraron al país.
El derecho a la rebelión, más que un derecho, es
una obligación. Nadie que se respete a sí mismo y entienda el valor de su
libertad, reconoce autoridad a quien busca privarlo de lo más sagrado de su
existencia. Los Hombres libres tenemos
el deber con nuestra naturaleza de hacerle caso, y en efecto hacer lo necesario
para que la misma se desarrolle como le corresponde.
“Elecciones”; “referéndums”; “enmiendas”;
“constituyentes”… son palabras distintas que significan lo mismo: una excusa
para seguir tolerando lo inaceptable, para seguir permitiendo lo que nunca
hemos debido permitir.
La libertad no se consulta, no se negocia, no se
somete a la voluntad de las mayorías… la libertad es lo que nos salva de la
vida animal, y no queremos ser animales, bestias, tan semejantes a quienes
pretenden imponer estos sistemas que asfixian.
El derecho a la rebelión trasciende cualquier letra
muerta, discurso o maniobra política. No existe fuerza en el mundo capaz de
someter al Hombre y volverlo bestia, a menos ninguna fuerza que logre hacerlo
si hay voluntad para evitarlo.
¿Y existe esta voluntad?
Sin duda alguna. Los jóvenes venezolanos no se han
jugado la vida en las calles para regresar al mundo de los espejos, donde los
magos reinan y el público es bobo.
Nuestros muchachos, cientos, miles y miles de jóvenes, han dado muestras de un valor y una voluntad
heroica, que merece un premio y ese premio no es una constituyente.
Los próximos meses deberán atraer a lo mejor de
Venezuela. El tiempo es un lujo que no
tenemos. Si suficientes hombres y mujeres libres nos organizamos y ejercemos
activamente nuestro deber de rebelarnos, la libertad conquistará el poder y se
hará una transición que permita poner orden y re institucionalizar al país…
… y así podremos aspirar a tener una democracia,
que sin libertad es una quimera.
Este es el reto.
¡Libertad o nada!
Juan
Carlos Sosa Azpurua
venezuelafenix@gmail.com
@jcsosazpurua
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