Chávez
rechazaba que el chavismo fuera un partido como Acción Democrática, apartaba de
su lado a colaboradores que poseyeran vida propia, buscaba a los que tenían una
fe ciega en él, jóvenes izquierdistas, o viejos izquierdistas que rescataba del
olvido. Los venezolanos no votaban por un partido sino por el propio Chávez,
que no les exigía morir como cuando Castro colocó armas atómicas en la isla, o
los mandaba a la muerte en Bolivia o África: el chavismo enriqueció a unos
pocos y para la mayoría inventó las misiones. La fe entre los pobres se está
resquebrajando con Maduro, se acabó la manguangua.
Después de realizar la hazaña de leer el documento de Giordani sabemos que no hay chavismo sin Chávez, pero que tampoco era posible el chavismo con Chávez. A la postre dará igual que un piloto conduzca la nave chavista, o falte uno como ahora: el chavismo estaba, está, destinado a la nada.
Descubrieron
el agua tibia los chavistas, ¡Maduro no es un líder!, pero ¿hubiera cambiado
Chávez el modelo económico? ¿O hubiese escogido un final como el de Hitler,
perecer en medio de un Berlín destruido? Con Maduro algo nos favorece: es
humano, demasiado humano.
No
está loco el monje: publicó este documento en Aporrea después que lo
destituyeron. Si lo dejan en el gobierno archiva la carta, la divulga para
darle el puntillazo final a Maduro. Giordani es la punta del iceberg de un
malestar creciente, con Chávez los ministros destituidos no se atrevían a abrir
la boca.
Maduro
no enfrentará la crisis económica, ni tampoco la evitará porque le revienta por
todas partes; no lo salvará ni la estrategia del niño asustado: cerrar los ojos
y esconderse bajo la sabana. Vamos por el camino argentino de inflaciones
superiores al 100%, solo el petróleo nos salvará de llegar al 1000%. Mientras
tanto, las impresoras del Banco Central trabajan 24 horas al día.
¡Hay
corrupción en el gobierno!, ¡Ramírez hace lo que le da la gana en PDVSA! El
gobierno necesita que los empresarios traigan dólares para que se los
confisquen, el gasto público es excesivo, tiramos la casa por la venta en las
elecciones. Muchas verdades dice Giordani pero no menciona el eje Orinoco
Apure, los planes para construir otra acería, flotas de barcos, aviones,
cohetes, la locura de pasar una parte de las reservas de Venezuela del dólar al
oro y traerlas a Caracas: ahora no encuentran la forma de pignorarlas,
imaginemos a los camiones blindados sacando los lingotes hacia el extranjero!
¡Ah,
oh, eh!
Nicolás
Maduro alcanzó su lugar en la historia, es el venezolano que pondrá en
evidencia la vaciedad del chavismo, y al que le encargaron una misión
imposible: hacer realidad el chavismo sin Chávez. En carteles, vallas, cadenas
de televisión está demostrando que, como las bayonetas, los medios sirven para
todo menos para sentarse sobre ellos, hay que saber usar los medios y las
bayonetas. Mientras más aparece Maduro menos le dice al país.
Chávez
rechazaba que el chavismo fuera un partido como Acción Democrática, apartaba de
su lado a colaboradores que poseyeran vida propia, buscaba a los que tenían una
fe ciega en él, jóvenes izquierdistas, o viejos izquierdistas que rescataba del
olvido. Los venezolanos no votaban por un partido sino por el propio Chávez,
que no les exigía morir como cuando Castro colocó armas atómicas en la isla, o
los mandaba a la muerte en Bolivia o África: el chavismo enriqueció a unos
pocos y para la mayoría inventó las misiones. La fe entre los pobres se está
resquebrajando con Maduro, se acabó la manguangua.
No
hay salida indolora para Venezuela, tan pronto un gobierno de transición
aplique un ajuste, el de Pérez en comparación lo recordaremos como una aspirina
para un resfriado y hasta los antichavistas pondrán el grito en el cielo. Hay
la esperanza de postergar unos meses la cura de caballos, si los iraquíes y los
libios vuelen sus pozos petroleros, son capaces; el barril subiría a $200 y
ganaríamos un tiempito.
Sin
dejar rastro pasará el chavismo, pero seguirán amenazando a nuestros nietos los
Giordani y los Chávez, los que creen contra toda lógica, aquellos que no
cambiaron de idea después de ver en vivo y en directo catástrofes similares a
la ruina de la isla, el derrumbe de la URSS, el destino peronista; siempre
creerán que la próxima vez ellos lograrán el milagro. Ese es el terrible
mensaje final del monje que sigue confiando en el paraíso en la tierra, aquí y
ahora, habla con orgullo de su ancestro radical y de la vez que casi participa
en una expedición contra Trujillo. ¿Será verdad? Probablemente. Como no se
embarcó en esa aventura, medio siglo después participó en una locura mayor.
Pagamos los platos rotos y Giordani sigue contento y fresquito por dentro.
Fausto
Masó
fausto.maso@gmail.com
@faustomaso
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