“Ninguna sociedad ha florecido cuando tiene una inmensa y creciente clase de parásitos viviendo a expensas de los que producen.” Thomas Sowell
Si
por algo se caracterizó el siglo XX, fue por el feroz enfrentamiento ideológico
de las corrientes de pensamiento que se han disputado la mente y el corazón de
la humanidad: Liberalismo vs. Colectivismo. Pero hacia finales del siglo se
inició cierta negociación entre ambos para dar paso e lo que ahora
elegantemente llaman “la tercera vía,” que es simplemente un capitalismo de
estado.
Aun cuando la lucha continúa, hay señales hacia donde se dirigen las apuestas de los actores económicos. Después de la toma del liberalismo de la Thatcher y Reagan, se pensó que la batalla estaba terminada y decidida como lo explicaba Fukuyama en su libro: “El Fin de la Historia y el último hombre.” Fue en esos momentos que las nuevas corrientes de compasión se levantaron contra el ateísmo de los soviéticos y el materialismo de los americanos, dando paso a ese nuevo híbrido; la tercera vía. Pero el estandarte del movimiento; Japón, nos ha enseñado que su bola ensalivada no tenía la efectividad que se le acreditaba.
Sin
embargo, la publicación reciente de un libro emanado de los archivos de la
rancia Revolución Francesa, ha provocado una incontrolable algarabía y, a la
vez, tremenda confusión entre las elites intelectuales del mundo. Confieso no
haberlo leído pero, como dicen en el rancho, por los truenos se sabe el
aguacero que muy pronto nos deba de arropar.
Me
parece que el mensaje de esta obra es viejo y muy machacado. Lo que sugiere el
autor es elevar considerablemente los impuestos al efecto de mitigar las
desigualdades. Esto ha sido música celestial para el primer presidente negro de
los EEUU, el socialista Barak Obama.
Hablamos
de la obra Capital in the Twenty-First Century de Thomas Piketty, francés,
doctorado en economía en MIT y profesor en la Escuela de Economía de Paris. Con
este lanzamiento Piketty se ha convertido, de la noche a la mañana, en el
oráculo de los estatistas que no tienen idea de cómo crear riqueza, pero son
expertos en redistribuir lo que no es de ellos.
Afirma el maestro Alberto Banegas Lynch: “Escribe Piketty que “La distribución de la riqueza es uno de los temas más controversiales hoy”, lo cual es evidentemente cierto si nos guiamos por las propuestas políticas y por gran parte de los textos en economía y ciencia política, pero el asunto consiste en investigar la razón o sinrazón de las partes en este delicado debate. La tradición que inició J. S. Mill al pretender la escisión entre la producción y la distribución, sentando las bases de la confusión. Para comenzar, como ha puesto de manifiesto Thomas Sowell, los economistas no deberíamos hablar de “la distribución del ingreso” puesto que “los ingresos no se distribuyen, se ganan”.
Comentaremos
a Piketty mas a fondo la semana entrante.
Los
economistas tradicionales piensan que
solamente los mercados libres pueden activar la iniciativa individual, y de esa
forma provocar un desarrollo económico que produzca infinita prosperidad. Esta
suposición se basa en el mito de que los EU fueron construidos a base de
individualistas racionales. Si los marxistas devaluaban la importancia de las
decisiones individuales en una economía de mercado, los economistas clásicos
fueron muy lejos al promover el individualismo radical que ignora las bases morales de la comunidad y otros
factores irracionales que tienen gran influencia en el comportamiento
económico. Quien haya leído las crónicas de Toqueville en su, Democracia en
América, se dará cuenta de otro elemento que participó en el exitoso desarrollo
del nuevo país.
En
estos momentos, al haber ya abandonado las promesas de la ingeniería social,
entendemos que instituciones económicas y políticas liberales dependen de la
salud de la sociedad civil para su desarrollo dinámico. La Sociedad Civil—ese
complejo tejido de instituciones, incluyendo empresas, asociaciones,
instituciones educacionales, clubes, sindicatos, la media, iglesias—construidas
sobre la base familiar, es el organismo primario sobre el cual la sociedad
descansa, desarrolla su cultura y le permite vivir en un entorno en el cual se
trasmite el conocimiento y los valores.
Recientemente
en los EU se ha desarrollado una nueva rama de la economía denominada la
“economía del comportamiento.” Este novedoso concepto se ha dedicado a analizar
algo que Von Mises definió hace 60 años; La Acción Humana. Fukuyama,
continuando su exploración, asegura que la vida económica es moldeada por la
cultura y depende de lo que el llama “confianza social.” Este acuerdo no
escrito entre ciudadanos que facilita las transacciones, promueva la
creatividad individual y justifica alguna acción colectiva. En esta lucha
global por la dominación económica—en la que las diferencias culturales serán
decisivas en el éxito de los pueblos—el capital social representado por esa
confianza, será tan importante como el capital financiero y físico.
Esta
nueva rama de la economía nos empieza a revelar rincones inexplorados de la
ciencia; es redituable el portarse bien, el educarse, el ser honesto,
trabajador, responsable, íntegro. Y el no serlo, nos afecta directamente
nuestras economías. Nos informa también su desacuerdo con otras ideas como
algunas de la religión católica cuando afirma que hemos venido a sufrir a este
valle de lágrimas. Nos dice también que es un hecho el desplazamiento del
Estado, pero lo está desplazando esa conciencia colectiva que representa una
vigorosa sociedad civil. Esa toma silenciosa sobre los gobiernos la está
implementando la sociedad civil…..donde existen.
En
México derrumbamos la dictadura perfecta solo para abrazarla de nuevo. El
Corporativismo, herencia de los revolucionarios, sigue en todo su apogeo. El
colectivismo en nuestra sociedad sigue de moda; tan de moda que pretendemos legislarlo.
No hemos entendido cómo el Estado ha destruido instituciones y valores. Ha
robado a la sociedad esa estructura orgánica, ese soporte interno que debe
producir nuestra estabilidad, pero principalmente, ha asesinado ese propósito
del individuo que sólo produce la libertad; y con la perdida de esa libertad
individual, todo vestigio de valor, justicia y dignidad desaparece de nuestra
sociedad.
México
tiene en estos momentos dos ejemplos interesantes para observar; el
desmantelamiento del capitalismo estatal de Japón, y el verdadero liberalismo
de países como Australia y Nueva Zelanda. El proceso en dos estos países ha
sido fácil, ya conocían el camino y hay suficiente capital humano. El de Japón
será un poco más difícil. El secreto de Mc Arthur fue el de canalizar los
perfiles agresivos y guerreros de los Samuráis a empresas comerciales; así
nacieron las Toyotas, Kumatzus etc. El problema de México fue el que los fieros
perfiles de los soldados de la revolución se orientaron a la rapiña. Ahí
tenemos el gran reto.
Ricardo
Valenzuela
chero13704@gmail.com
@elchero
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