Muchos olvidan que la Negociación no es un debate ni tampoco es un juicio. Debe llegar a un acuerdo sabio, sensato y prudente. Debe ser eficiente y debe mejorar, o al menos no dañar la relación entre las partes. El objetivo fundamental es resolver la situación de conflicto entre ellas mediante un proceso que tienda a normar esas situaciones conflictivas de manera definitiva.
“Los
egos tienden a intervenir en posiciones
sustanciales: La seguridad se puede convertir en sentido de inhabilidad, la
agilidad en apresuramiento, la agudeza en fricción, el estado de alerta en
estrechez de miras, la dedicación en adición al trabajo, el control en rigidez,
la valentía en estupidez, la perseverancia en resistencia al cambio, el encanto
en manipulación, el poder en autocracia y la flexibilidad en ambivalencia”.
Venezuela presenta un conflicto político social puntual donde existen
tres factores en disputa y consecuencialmente tres concepciones distintas. Por
un lado el gobierno nacional y su deseo de culminar el periodo presidencial de
acuerdo al marco constitucional. La MUD aparece como un órgano pluripartidista
que desea obtener el poder político por vía constitucional y aparentemente,
para la fecha, conservando los espacios obtenidos en justas electorales
anteriores, tales como gobernaciones, alcaldías, legisladores nacionales,
estadales y concejales, algunos con miras también de incrementar el número de
curules en las elecciones parlamentarias previstas para el año 2015 y las que
pudiesen sobrevenir de acuerdo a lo previsto en el texto constitucional. El
tercer factor en disputa es una creciente ola de descontento popular hasta
ahora amorfo, desencadenado de manera
espontánea y encabezado por el movimiento estudiantil y otros sectores sociales
que al no sentirse representados de manera idónea por la MUD, ha planteado
formas de lucha y objetivos políticos, en algunos aspectos contradictorios, con
el órgano multipartidista y sin expectativas, por ahora, a corto plazo de
eventos electorales para cargos representativos.
La
opción oficial, a pesar de algunas contradicciones internas, luce más coherente
en el objetivo de gobernar en cauce constitucional en los lapsos y formas
establecidas.
Las
opciones oposicionistas presentan matices variados para la resolución final del
conflicto, también con concepciones distintas pero de manera constitucional. Y
es aquí donde se plantea el primer deslinde en la opción de oposición. Ese
deslinde simple presenta una claridad de criterios y de manera de encarar los
problemas para el proceso de negociación iniciado. Parece una simpleza, pero de
ninguna manera lo es.
La MUD tiene una opción existencial que la limita y le luce aparecer como débil en el proceso negociador. ¿Qué pasa si el gobierno decide mantener el criterio de que los órganos del Poder Público a ser designados se harán con el mismo rasero de 3 a 2, 4 a 7, 5 a 9 etc.? Es decir, CNE, tres miembros oficialistas y dos oposicionistas; la composición del TSJ en Sala Plena como en las Salas diversas que la componen escogidos de igual manera. Un Contralor General de la República, Fiscal General de la Republica y Defensor del Pueblo complacientes y oficialistas.
¿Qué
hará la MUD si el gobierno decide dejar en “manos de la justicia” el problema
de los presos políticos y exilados? Con la conformación de los jueces actual y
con la metodología ya conocida.
¿La
MUD seguirá permitiendo que por cuenta gotas vayan allanándoles la inmunidad
parlamentaria a miembros incómodos de la Asamblea Nacional, Alcaldes y demás
legisladores y concejales?
¿La
MUD seguirá aceptando el manejo arbitrario de la Asamblea Nacional? Aceptando
pasivamente que se les agreda físicamente en el recinto legislativo.
Me imagino que estas interrogantes
ya han sido analizadas por los diversos sectores que la conforman ya que
tienen copartidarios que ejercen funciones como legisladores, alcaldes y
concejales. ¿Están dispuestos a continuar de manera pasiva ante esos
procederes?
La opción es sencilla: Aceptan pasivamente la situación continuada y reiterativa a través del tiempo por el régimen, aceptando propósitos de enmienda, o reivindican el artículo 350 de la Constitución Nacional. He aquí el dilema. Esta es la situación dramática y muy peligrosa que amenaza con enfrentamientos fratricidas y cruentos que comprometen seriamente la sobrevivencia de la República.
En
la primera opción, definitivamente no será acompañada por la opción emergente
cuya cabeza está en manos de la dirigencia estudiantil y demás factores
sociales que siguen en la calle y que seguramente acelerarán el proceso de
protesta activa, con las consecuencias por todos conocidas, en cuyo caso es
previsible que su radio de influencia disminuya notablemente. Si por el
contrario, la MUD opta por el segundo camino, la reivindicación del 350
constitucional, será acompañada por estos factores emergentes y otros que
sobrevendrán inexorablemente, compartiendo la dirección política con otros
factores emergentes. Paradójicamente esta opción, no deseable, es el fundamento
de la implementación de la Mesa de Negociación.
La
MUD ha manifestado que no representa al movimiento estudiantil y demás factores
sociales emergentes y ha planteado la posibilidad de un encuentro entre el
gobierno y ellos. En principio no luce desacertado, sin embargo pienso que es
menester obtener un acercamiento formal entre la MUD, el movimiento estudiantil
y los otros sectores para que de esta manera permitan presentar un frente
coherente y único en el proceso negociador. Cada quien por su lado debilita la
capacidad negociadora. Aún se está a tiempo de enmendar esta situación. De esta
manera, la MUD hará notorio su desprendimiento y experiencia incuestionable que
tiene y los jóvenes podrán interactuar y codirigir en este proceso de liderazgo
colectivo.
Esta
es la situación del país hoy 11 de abril de 2014, al día siguiente de la
instalación formal de la muy peculiar Mesa de Negociación, en presencia de los
Cancilleres de UNASUR y del representante del Vaticano. Ante el desborde verbal
acontecido, seguramente, además de comparar los estilos oratorios y de
contenido suscitados, se preguntarán si efectivamente existe la disposición de llegar al acuerdo amistoso tan
deseado por la mayoría. Ese torneo
oratorio de anoche dejo en nuestro criterio dos cosas claras: El gobierno por
intermedio del Presidente de la República hizo una especie de monologo
desproporcionado, aunque respetuoso, de ratificación de conductas, el director
de debates, desubicado, glosando a su manera las intervenciones de los
representantes oposicionistas y desvirtuando el rol correspondiente de todo
director de debates, que no es otro que el de constituirse en un facilitador.
Las intervenciones de los bloques asemejaron
una especie de diálogo entre sordos que contradice la modalidad negociadora. Lo
segundo es la negativa formal del arreglo político por parte del Presidente por
la insistencia de dejar incólume lo establecido, haciendo énfasis en lo
adjetivo y eludiendo lo sustantivo. Obviamente esta posición contradice y
cuestiona al nacer el concepto de Negociación.
Es
deseable que para el segundo encuentro pautado para el martes 15, se imponga la
sindéresis y la claridad de objetivos.
RUPTURA DE LA NEGOCIACION
Para
que el proceso de negociación continúe y se retome así el cauce democrático
constitucional, sin que esta premisa signifique concesiones graciosas ni
presiones indebidas entre las partes, es condición sine qua non que el
Presidente de la República comprometa su liderazgo y ordene que se liberen a
los presos políticos, a través del método que tenga a bien, en señal de buena
fe, por un lado, y, facilite la recomposición de los poderes públicos por
intermedio de la Asamblea Nacional con el criterio claro y previsto en la Mesa
de Negociación, a tenor de todo lo ya expuesto.
Luego, consecuencialmente, se establecerán todas las modalidades
tendentes a facilitar el diálogo creativo con las mesas de trabajo que
necesariamente surgirán para formular concatenadamente las soluciones
inherentes al manejo de la cosa pública, con los temas económicos, sociales, de
seguridad, de confianza etc., teniendo los roles claros de cada quien, como el
de gobernar legítimamente y el de
ejercer la oposición también de manera legítima.
Si
esto no es posible, entonces será preferible romper la negociación, que es una
de las alternativas viables. Uno debe tener claro que aunque lo ideal sea
llegar a un acuerdo, es posible que en algún momento no quede más
alternativa que romper la misma.
Romper una negociación no resulta fácil, exige valor, no obstante
resulta menos difícil tomar esta decisión cuando se ha contemplado como uno de
los posibles resultados de la misma.
José
Rafael Avendaño Timaury
cheye@cantv.net
@cheyejr
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