Venezuela
no es la excepción en años recientes, diversas dictaduras de diferentes orígenes sean de derecha, o izquierda han
caído o se han tambaleado cuando se les ha enfrentado una población decidida,
desafiante y movilizada. Básicamente porque son incapaces de soportar el
desafío concertado del pueblo en lo político, lo económico y lo social. Yacen
víctimas de sus propios techos gubernamentales (principio de Peter).
Los
casos nos orientan que es cierta tal aseveración, Estonia, Latvia y Lituania, Polonia, Alemania Oriental,
Checoslovaquia y Eslovenia, Madagascar, Malí, Bolivia y las Filipinas. han
hecho avanzar el movimiento por la democratización en Nepal, Zambia, Corea del
Sur, Chile, Argentina, Haití, Brasil, Uruguay, Malawi, Tailandia, Bulgaria,
Hungría, Zaire, Nigeria y en varias partes de la antigua Unión Soviética, como
los países Árabes en estos últimos tiempos. Entonces es posible, para entender
que decaer es el primer error.
La
caída de estos regímenes entrópicos, de donde sean, ha dejado a un lado el
sufrimiento de las víctimas de la opresión, y ha abierto el camino para la
reconstrucción de esas sociedades con una mayor democracia política, más
libertades personales y justicia social. Donde deberán ser los ciudadanos los
custodios y participes en las soluciones de los problemas locales, regionales y
nacionales.
Ese
“botín” codiciado por las familias de la nación, es posible sin duda alguna.
Aunque los derechos humanos y políticos básicos nos han sido negados
desafortunadamente, las formas del
pasado aún está con nosotros y las estamos experimentado luego de 55
años de la última dictadura en Venezuela. He allí que etiquetar de “dictadura”
cuando aparenta no serlo, es un gran paso para la conciencia social. El problema de las nuevas formas mesiánicas
de dictaduras es profundo y nos confunde en la consolidación nacional (Caso de
Venezuela).
El
manejo del gobierno, astuto y agudo ha logrado una población atomizada (convertida en una masa
de individuos aislados), incapaces de trabajar juntos para conseguir su
libertad, de confiar los unos en los otros y hasta de hacer algo por su propia
iniciativa. Esta debilidad puede ser fácilmente superada en base a
organización, identificación, solidaridad y el logro de la visualización de
aquellos que han pasado la línea de la complacencia a la traición de los
valores republicanos.
El
resultado aparente, esperado por el Estado y el G2 era ver una población débil,
carente de confianza en sí misma e incapaz de ofrecer resistencia alguna. Los
ciudadanos asustados como para compartir su rechazo al régimen y su afán de
libertad para ellos, sus familias y las comunidades. En resumen, en el colmo de
estar demasiados aterrorizados para pensar en serio en la resistencia popular.
Graso error de los eruditos del cubanismo.
Finalmente, con diálogos o no, los derechos humanos profundamente lesionados, no solo los caídos en protestas, sino, en miles de asesinatos por la inseguridad, la corrupción, la ausencia de una real soberanía han logrado mellar la legitimidad; lo cual obliga a que del dialogo y la acción constante en la calle lograremos sellar las libertades y la democracia en Venezuela. No hay otro camino.
Jose
Ernesto Pons B
joseponschene@hotmail.com
@joseponsb
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