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lunes, 7 de abril de 2014

ENRIQUE PRIETO SILVA, LA MORAL Y LA ÉTICA CONSTITUCIONAL DEL TSJ

Antes nos referimos a la moral y la ética del “difunto”, a propósito de celebrarse en el “Cuartel de la Montaña” los 14 años de vigencia de la Constitución donde tuvimos la oportunidad de escuchar al doctor Herman Escarrá, a quien reconocemos como eminente jurista dedicado a la investigación y a la hermenéutica jurídica, por no decir a la difusión doctrinaria de los conceptos, principios y normas a las que ayudó a construir en su ejercicio como constituyentista, siempre activo en la defensa de la Constitución, siendo crítico de los actos en contra de su espíritu, propósito y razón, sin embargo, su ausencia en en desborde que viene sufriendo el país, cuando pareciera que la justicia salió del TSJ por la ventana, como dijera el otrora presidente de la Sala Penal Angulo Fontiveros, ante nuestro reclamo por la violación de la norma ligada de la política, como él pregonaba.
En realidad, podemos calificar de tragedia lo que vive el país con este TSJ, que con 12 magistrados ilegítimos por su lapso vencido, sigue investido con la túnica de su protegido e irreverente “magistrado difunto eterno”, sin que hayan comprendido que este los llevó al fracaso, que lamentablemente lo demuestran utilizando el cuerpo jurídico para resolver lo avatares políticos sin moral y sin ética de las personas que los proporcionan o inducen para tratar de resolver el enredo en que los dejó el difunto con su “revolución y socialismo del siglo xxi”, sin pie ni cabeza.
La situación, además de crítica es lamentable, toda vez que están marcando un derrotero que solo muestra penumbras, y no nos atrevemos a creer que lo hacen sin criterio ni conocimiento, aunque sabemos de su incapacidad individual para el ejercicio de tan importante magistratura. Lo que han hecho últimamente, de asumir los roles de jueces de control y juicio en el mismo instante, para dirimir situaciones de hecho y trasladarlo al derecho sin base ni razonamiento y entenciar sin pruebas y sin darle la oportunidad al enjuiciado para conocer su delito y satisfacer su derecho a la defensa debida, es algo que solo puede calificarse de vandálico y destructor de la confianza en la justicia y en quienes la administran.
Han sido incapaces de utilizar los beneficios de humanidad que da el derecho positivo para liberar a una persona injustamente sentenciada, que adolece de padecimiento biológicos como al comisario Simonovis, pero de mayor gravedad es escuchar a quien funge de jefe del grupo magistral del TSJ, resolver un caso complejo y delicado como lo es quitar la investidura de diputado a María Corina Machado por razones descabelladas y sin sentido, solo como manifestación clara de miedo al intelecto, lo cual choca con el deber ser de unas personas, que ostentando el honor de una magistratura, parecieran unos colegiales participando en jornadas de ciencias jurídicas.   
Al comienzo mencionamos al Dr. Escarrá, solo con el deseo de comparar lo que para él fue el interés porque todos los actos ejecutivos, jurídicos y administrativos, estén apegados a la ley y a la Constitución, y su hábil forma de entender y hacer entender las polémicas, especialmente cuando se refieren a actos que navegan o vagan en lo incomprensible, pensando en lo poco o mucho que estos magistrados pudieron haber aprendido de la moral y la ética que él defendió del “difunto”, rememorando que, “En aquella circunstancia, el dilema de Venezuela era o el camino politológico de la violencia o el camino de la paz”, cuando dice “Ahí está la línea axiológica del pensamiento revolucionario y bolivariano de quien había levantado las banderas constituyentes, pacíficas, revolucionarias y en libertad frente a quienes buscaron, en aquel entonces, la controversia, la división nacional y más grave aún, el llamado a la violencia”. ¿No es esto lo que defiende el TSJ? ¿Cómo se puede lograr la paz violentando el derecho de los ciudadanos y derogando de hecho la constitución?
Enrique Prieto Silva,
eprieto@cantv.net
@Enriqueprietos

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