La semana pasada
asistimos a un grupo de discusión sobre la coyuntura política del país. Este
colectivo está formado por estudiantes y profesores de postgrado en ciencias
humanas. Asistieron, también, individualidades y personalidades de la llamada
sociedad civil. Fue un encuentro interesante. A lo largo de las intervenciones
se puso al descubierto un conjunto de interrogantes que requieren respuestas
para poder comprender la crisis actual y, así, poder diseñar una salida a la
misma.
En este
intercambio, en forma reiterada, se formuló la siguiente interrogante:
. ¿Cómo
explicar el sostenido apoyo que ha suscitado el gobierno de Maduro en el marco
de una situación económica en franco deterioro?
La revolución, por ejemplo, ha
malbaratado más de 800.000 millones de dólares que han entrado en las arcas del
estado a lo largo de estos 15 años; exhibe una de las tasas de inflación más
alta del mundo; carestía crónica de alimentos, electricidad, medicinas y otros
insumos primarios; altas tasas de desempleo, inseguridad y corrupción
generalizada en las empresas públicas. A pesar de estos indicadores ha podido
mantener un razonable apoyo popular. Principalmente en los sectores populares.
En el polo opuesto se encuentran las fracciones democráticas. A pesar de la
situación descrita, no han podido interpelar a una mayoría significativa de la
población. Su accionar político se despliega en los territorios físicos y
simbólicos donde se ubica la clase media de la población.
A lo largo del
debate quedó claro que la situación económica, por si misma, no explica la
ausencia o apoyo ciudadano a las políticas de la oposición y el gobierno respectivamente.
¿Cuál sería, entonces, la variable explicativa que hace falta? En la búsqueda
de respuesta se apeló al concepto de relato. Vamos a exponer rápidamente este
término para pasar a describir los relatos que compiten en la vida política del
país.
En principio, la
literatura especializada sugiere que los relatos son, en el fondo, mecanismos
para simplificar situaciones complejas. El tránsito de la IV a la V república,
por ejemplo, ha sido transformado de un evento complejo a una simple lucha
entre el bien y el mal. Una disputa, según el relato oficialista, entre la
revolución purificadora y la democracia corrupta. Esta narrativa tuvo éxito.
Dotó de legitimad a los golpistas del
año 1992 y, posteriormente, proporcionó la partida de nacimiento a la llamada revolución del siglo XXI. Ante esta
situación, los sectores democráticos, no supieron crear una narrativa
alternativa que disputara este relato. No elaboraron su propia historia para
explicar lo sucedido y, así, dotar de sentido a las luchas cívicas que se
desatarían en los años posteriores.
Regresemos a la
actual situación de crisis política. El oficialismo, con todo el despliegue de
su aparato de comunicación, ha simplificado la coyuntura política como una
"guerra económica" desatada por el imperialismo y dirigida por una
trilogía del mal (Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma). Ha
enmarcado las protestas cívicas y democráticas de la oposición como expresiones
de un "golpe de estado" en desarrollo y la ha acusado de ser
responsable de la violencia y muertes sucedidas desde el inicio de la protesta
estudiantil. En paralelo ha convocado a una Conferencia de Paz para debatir el
tema de la violencia.
Los sectores democráticos, aún, no han elaborado su
propia narrativa. No han creado, en forma sistemática y unitaria, una historia
que compita con la del oficialismo e interprete la coyuntura. La respuesta,
hasta el momento, ha sido un tanto desarticulada, reactiva, enmarcada en temas
de carácter moral, legal y abstracto. Es indispensable, para expresarlo con las
palabras de HCR, de un foco narrativo que proporcione sentido a las múltiples
protestas que se suceden día a día en el país.
Los sectores democráticos deben
elaborar su propio esquema narrativo que facilite, por un lado, generar empatía
con otros que atraviesan dificultades semejantes y, por el otro, inspirar una
nueva visión del país.
Después de todo,
gana siempre la mejor historia.
Nelson
Acosta
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
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