El
tema del anteproyecto de reforma del Código Penal (583 páginas), tiene tantas
aristas que no es fácil ordenarlas. Es una obra maestra del terror. Algunos artículos son realmente “creativos”
(artículo 14, desaparece la Reincidencia; artículo 8: Fundamentos para la
determinación de la pena y artículo 9: Exención o reducción de la pena), y el
resto es decididamente *“garantista”, a tal punto que se rebajan las penas de
146 delitos.
Argentina
es un país que necesita seguridad, porque no la tiene. Y sin ser penalista,
sólo por el hecho de vivir acá, quiero, exijo opinar. Soy ciudadana, pago
impuestos que no me garantizan en la calle o en mi casa, ni mi vida, ni mis
pertenencias, ni las de mi familia. Razones suficientes para poder opinar.
Dejando
de lado la jurisprudencia imprescindible de académicos renombrados y dedicados
al derecho penal, de personas
insospechadas de querer llevar agua a su molino y sin manejos políticos, los
demás ciudadanos de a pie, tenemos derechos inalienables para opinar al
respecto.
Hay
personas interesadas en que la gente no se exprese, argumentando que los
ciudadanos no somos aptos para decidir si queremos o no cambiar el actual
Código Penal, ya que no lo conocemos. Es cierto, no somos expertos en derecho
penal. Pero somos las víctimas reales de los reales victimarios, tenemos
sentido común y estamos hartos de impunidad.
Tampoco
somos licenciados en ciencias políticas, y sin embargo nos obligan (el voto es
obligatorio, artículo 37 CN) a votar, acto no menor, ya que elegimos
presidente, vice, gobernadores, intendentes, diputados y senadores, que han de
regir nuestras vidas por varios años.
¿Elegir gobiernos si, opinar sobre un Código del que depende nuestra
libertad y otras menudencias, no?
Sería
bueno que fueran un poco más coherentes. Y que no mostraran tanto la hilacha.
Otro de los argumentos para forzar esta pretendida reforma, es que el Código
actual, es viejo. No dicen que es malo, dicen que es viejo. Cervantes también
es viejo y aún se puede aprender a
escribir leyéndolo. Roma tiene muchos años y sigue siendo un privilegio
visitarla. El tiempo no es un argumento válido. Digan que hay que “aggiornarlo”
ya que aparecieron delitos que antes no existían, eso es un argumento, pero no
es necesario reformar todo el Código, con algunos artículos sería suficiente.
Sobre todo no hay que politizarlo cambiando el sentido del mismo, tratando de
convencernos que el asesino es la víctima y el muerto el victimario.
Y
el último disparate argumental (fuera del enorme disparate que es toda la
reforma), es que las cárceles son malas y parte del sistema penitenciario,
también. ¡Chocolate por la noticia! En promedio se escapan 2 presos por día, de
todas las cárceles del país, desde Coronda a Eldorado, pasando por Olmos a
Neuquén, no hay provincia exenta. Las fugas son muy creativas, desde salir en
remise, a disfrazarse de mujer, hacer un túnel que termina en el despacho del
director del penal, a convertirse en auténticos Houdinis capaces de sacarse las
esposas delante de los policías y desaparecer.
Es
obvio que gran parte del sistema penitenciario argentino falla y deduzco que
las cárceles han de estar en un estado calamitoso, razones por las cuales hay
que reformar el sistema penitenciario y las cárceles, no el Código Penal. Si el
auto está en malas condiciones, lo que hay que arreglar es el auto, no la
carretera.
Por
lo tanto, aunque no seamos expertos en derecho penal, somos ciudadanos que
queremos oponernos a “esta” reforma del Código, y en el caso que deba ser
reformado, ha de hacerse al comienzo de un gobierno, no sobre los finales. Debe
estar totalmente despolitizado, con tiempo suficiente para ser discutido hasta
el cansancio, cuestión de sacar el mejor Código posible. Y sé que el plebiscito
no es vinculante de acuerdo a nuestra CN, pero si se consiguen 5 millones de
firmas diciendo NO a la reforma, es altamente improbable que el gobierno se
atreva a tratarla en el congreso.
Tenemos
derechos, defendemos garantías constitucionales, no queremos narcos en
libertad, ni delincuentes dentro de nuestras casas. No queremos violadores, ni
asesinos dueños de las calles, ni queremos vivir enrejados y muertos de miedo.
NO A LA REFORMA DEL CÓDIGO PENAL. Y esto no es un apoyo a Sergio Massa, es nada
menos que en defensa propia. Firmemos, ¡podemos y debemos opinar!
*”Garantistas”:
así se llaman equivocadamente a los abolicionistas del Código Penal, que
sostienen que la víctima es el victimario, que se ha visto obligado a delinquir
por culpa de la sociedad que no le ha dado otras oportunidades. El defensor de
esta teoría, casi el inventor de la misma, es Raúl Zaffaroni. Reclamo el título
de “garantistas” para los que defendemos las garantías explicitadas en la
Constitución Nacional de 1853.
Malú
Kikuchi
maluki@fibertel.com.ar
@malukikuchi
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