Así dice una
pancarta colocada en San Bernardino, haciendo una dramática síntesis de lo que
ha ocurrido desde el “día de la juventud”. Hoy es perfectamente evidente la
tragedia que significo la llegada de Hugo Chávez al poder. Su legado, la
destrucción del país, continúa su curso con la gestión de Nicolás Maduro. La
locura desatada contra los estudiantes y la sociedad civil, arroja un saldo de
28 muertos, torturados, cientos de heridos y detenciones masivas.
Toda
Venezuela ha sido testigo, a través de videos, fotografías, y testimonios
orales y escritos, de la brutalidad represiva desatada por el régimen a través
de la guardia nacional cínicamente denominada “guardia del pueblo”.
Esta verdad
inocultable, se repite en numerosos estados del país. El gobierno ha actuado
con una irresponsabilidad inconcebible, atizando la violencia, mintiendo con un
cinismo vergonzoso, amenazando, pretendiendo imponer unas parodias de diálogos
donde ellos escogen como interlocutores a quienes les da la gana. Un gobierno
realmente democrático hubiera parado la violencia de inmediato asumiendo su
responsabilidad en los hechos que provocaron esta situación y convocando a los
verdaderos representantes de la oposición democrática venezolana, esto es, la
Mesa de Unidad Democrática y Henrique Capriles.
Han demostrado hasta la
saciedad que no merecen conducir al país. En clara demostración de su vocación
dictatorial, han estimulado la participación de los llamados colectivos,
verdaderos asesinos denunciados por los ciudadanos de muchas ciudades, donde
actúan incluso parapetados tras la “guardia del pueblo”.
Los regímenes
totalitarios no tienen ética, su interés es llegar al poder como sea y no dejarlo
jamás. Cualquier expediente es bueno si cumple ese cometido, de allí que las
versiones que hablan de infiltrados del régimen en las manifestaciones de la
oposición, causando destrozos de todo tipo para inculparla, no debe sorprender
a nadie, es un viejo recurso con claros antecedentes. Stalin asesina a Kirov y
acusa a los “enemigos del pueblo”, Hitler incendia el parlamento e inicia una
cacería de brujas que le otorga todo el poder, Fidel es el gran beneficiario de
la misteriosa desaparición de Camilo Cienfuegos, y así, sobran ejemplos en la
historia de estos regímenes que aborrecen la democracia.
Hoy más que nunca las
razones invocadas por los golpistas del 4 de febrero están presentes y multiplicadas,
y el régimen debería saber que no es con la violencia y la represión salvaje
como se puede buscar una salida. No es el “imperio”, no son terroristas pagados
por Uribe, no hay tal golpe como un día dicen y otro niegan, aquí lo que hay es
una crisis terminal de un modelo que fracaso históricamente en el mundo y que
solo se ha sostenido repartiendo mendrugos
gracias al petróleo, pero dejando al país sin futuro. Aquí hay una
crisis económica profunda y se avizoran, producto de las brutales devaluaciones del bolívar, tiempos terribles.
El gobierno tiene que sentarse a discutir sin más demoras, demagogia y
patrioterismo ramplón, las soluciones a esta grave crisis. La oposición está
dispuesta, y no dejara de protestar hasta lograrlo.
Freddy
Núñez.
freddynm6311@gmail.com
freddynm6311
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