Hay problemas en el país. Claro está. Basta
echar una ojeada a la realidad para percibirlos. O informarse en un medio de
comunicación, masiva o de red. Una letanía que comienzo por la A (alimentos que
escasean) o, al revés, por la Z (zozobra ante la inseguridad que desangra al
país).
Pero entre ellos se destaca uno, que pudiera
calificarse como el problema, por el desencadenamiento problemático que
encierra, como causa de innumerables efectos. Ese problema es la grave ruptura
actual de la nación, por obra y gracia de un proyecto excluyente, que divide la
población (ciudadanía) y que se sintetiza en un plan con nombre muy hermoso
(“de la Patria”) pero de contenido destructivo e in-anticonstitucional al
pretender imponer el castrosocialismo. En la perspectiva de ese Proyecto al
menos un 50% de los venezolanos somos a-pátridas (sin Patria), enemigos, malos.
Porque disentimos del SSXXI, que el oficialismo interpreta como el Bien, el
Futuro, lo Positivo, el Absoluto Deseable de la nación y de la historia (no en
vano el materialismo histórico-dialéctico le ha dado la vuelta a Hegel).
Según
el referido Proyecto todo diálogo
oficial debe partir de la aceptación de la Revolución (socialcomunista) como
bien no negociable, como primer principio regulador de toda discusión. Ya se lo
ha dicho: dentro de la Revolución todo, fuera de la Revolución nada.
La tolerancia hacia los que rechazan o no
comparten el Proyecto (totalitario porque toca todos los aspectos o dimensiones
de lo social: económico, político, ético-cultural) no tiene sentido, si bien en
el proceso de su realización haya que guardar unos tiempos, pasar por algunas
etapas, soportar algunos espacios. Hacer algunas concesiones tácticas en cosas
secundarias o tangenciales. Todo esto mientras no se termina de cerrar la
tenaza. Pero la tenaza tiene que irse cerrando como imperativo ineludible e
implacable.
Más de una vez he tocado este tema. Algunos
me han dicho que un planteamiento así es o muy duro e incomprensible para mucha
gente o para la mayoría, la cual puede comprender sólo cosas más ligeras y
perceptibles, pero no formulaciones de tan grueso calibre.
Juzgo en conciencia que es preciso, sin
embargo, llamar las cosas por su nombre cuando está en juego el destino de una
sociedad y se manejan valores básicos
como la justicia y la libertad, la paz y la convivencia fraterna, el pluralismo
democrático y la vigencia efectiva de los Derechos Humanos.
El referido Proyecto no es ni podría ser
totalmente malo, porque el mal puro no existe. Pero hay errores, factores
negativos o como se los quiera llamar, que afectan o corrompen el proyecto en
su raíz.
El así llamado SSXXI por su carácter totalitario se hace moralmente inaceptable, como en su momento lo calificó el Episcopado venezolano, desde cuando se planteó en 2007 la reforma constitucional en sentido socializante (a la marxista). Esa calificación vuelve a aparecer en el reciente documento del mismo Episcopado Diálogo y pluralismo político (10.1.2014).
El captar la naturaleza del Proyecto SSXXI y
el saberlo enfrentar libra de muchas
ingenuidades interpretativas y de ineficaces respuestas prácticas. No se puede
descansar en la solución de algún o algunos problemas cuando se ignora y se
deja en pie el problema fundamental de
la nación.
Y no lo olvidemos: la tenaza de aplicación
del Proyecto se va cerrando. De modo progresivo. Inclemente. Este tipo de
proyectos no tiene futuro en la Historia. Pero si puede hacer sufrir mucho a la
historia nacional. Retardar e impedir el
cierre y neutralizar la tenaza es el gran desafío en el Bicentenario de la
Independencia.
ovidioperezmorales@gmail.com
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Padre Ovidio: un inmensi placer volver a leer sus palabras. Usted fue uno de los que me enseño a reflexionar hace casi 40 años cuando fui su alumno en el seminario santa rosa de Lima, junto a los otros grandes maestros (Jorge Urosa Sabino, Nicolas Bermudez, Eloy Lengrand, Bruno Renaud, Hugo Villamizar, Pierre Drouin y otoros mas). La formacion filosofica que ahi recibi me permitio desarrollar una capacidad critica basica que a lo largo de la vida me a protegido de manipulaciones y palabrerias vacias.
ResponderEliminarAbrazos,
Luis E. Rengel Aviles
ex-seminarista
Padre Ovidio, es yun gran placer volver a leer sus palabras. Usted fue uno de los que me enseño a reflexionar en forma critica. Sus enseñanzas junto a las de los otros maestros (Jorge Urosa, Nicolas Bermudez, Eloy Lengrand, Bruno Renaud, Hugo Villamizar, Pierre Drouin y otros mas) me han permitido afrontar la vida sin dejarme manipular por palabrerias baratas.
ResponderEliminarAbrazos,
Luis E. Rengel Aviles
Ex-seminarista