"Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad” Albert Einstein (1879 – 1955), Físico alemán de origen judío.
Las interminables y humillantes colas, a las cuales tienen
que someterse los venezolanos, para adquirir alimentos de la dieta diaria de
forma racionada, es una prueba irrefutable del estruendoso fracaso de la mal
llamada revolución. Hasta el último gobierno democrático de Rafael Caldera, el
precio del barril del petróleo, se cotizaba a nivel internacional a 7 dólares
y, sin embargo, había abastecimiento, el estado cumplía con los pagos de
sueldos, salarios, contrataciones públicas, discutía, firmaba y honraba los
compromisos contractuales y la deuda pública era relativamente baja. Eran
tiempos de crisis política, pero el pueblo vivía mucho mejor que ahora. La
realidad está a la vista.
Es inexplicable que al país, gracias a la más fabulosa y
prolongada bonanza petrolera, le hayan ingresado más de 2 billones de dólares y
el chorro a toda mecha, metiéndole dólares al tesoro público, el gobierno que
también disfrutó de inmenso apoyo popular, legislativo, dispuso y dispone de
todas las instituciones, gobiernan los mismos reciclados a 15 años de asumir el
poder y con una inmensa deuda externa e interna, presenten este balance tan
infausto. Devaluaciones salvajes, inflación más alta del mundo, escasez,
desabastecimiento y una violencia criminal incontrolable. Un desastre inmenso.
Las clases populares, a estas alturas de la revolución, continúan siendo más pobres, los ricos más ricos y los nuevos ricos robolucionarios, full y acumulando vorazmente riquezas, por efectos de la descomunal corrupción.
De CADIVI, según Giordani se robaron, utilizando
empresas fantasmas, que sólo ellos conocen, más de 25 mil millones (Millonas)
de dólares. Una fortuna, que bien podría servir para dotar los hospitales, que
están en terapia intensiva, resolver los presupuestos de las universidades de
los hijos del pueblo, que ante la inminente quiebra, están restringiendo los
cupos. Esa descomunal corrupción, demuestra con creces, que hay un segmento del
pueblo que vive para la revolución y un grupito que se vive la revolución. Con
la verdad ni ofendo ni temo.
En medio de esta barahúnda, hay un pueblo, que en las
inmensas, interminables y humillantes colas, para comprar productos de la dieta
diaria, de forma racionada, ahoga un peligroso grito de protesta. La mal
llamada revolución pretende transformar esta sociedad, en medio de los más
altos ingresos petroleros, en una caterva de mendigos. Nunca lo lograrán. Esta
desgracia hay que revertirla. Los venezolanos podemos y vamos a vivir mejor.
Fuerza, voluntad, inteligencia y recursos hay de sobra. No os equivoquéis.
La revolución, por ahora, languidece en su propia
ineficacia, vertedero de corrupción y creyendo que el pueblo no despertará,
reaccionará y lo peor: no tiene voluntad. Olvidan la sabia sentencia del poeta
del pueblo, Andrés Eloy Blanco: “El pueblo venezolano es levantisco y
retrechero”. Fuerza y voluntad Venezuela. Hay futuro.
sjose307@gmail.com
@Cheotigre
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