Comencemos por poner las cosas claras, un
país donde a la cabeza de los poderes públicos se han designado fichas del
partido de gobierno, públicamente declaradas. Donde se dictan leyes para
controlar la libertad de informar de la prensa, con normativas legales que
hacen de la noticia veraz un delito.
Un país donde la oposición luego de obtener
mayoría de votantes en las elecciones legislativas, obtiene menos diputados,
producto de las manipulaciones abusivas y reformas legales
anticonstitucionales, con las cuales “derogaron” el principio de la
representación proporcional de las minorías.
Un Estado donde la Asamblea Nacional, toma
decisiones contrarias a lo establecido en la Constitución. Donde el Tribunal
Supremo de Justicia se permite interpretaciones a las normas legales,
contrarias al espíritu de la ley… ¡No puede llamarse Democracia!
Los Venezolanos hemos presenciado
expropiaciones ilegales, “que es robar” (Dipt. María Corina Machado), sin que
se declare la causa de utilidad pública. Visto como se ha dictado sentencia a
una Juez por televisión. Y donde se dejó sin sustento a veintidós mil familias,
despedidas de PDVSA en vivo y en directo, sin cumplir con las causales
establecidas en la ley y robándoles todas sus prestaciones laborales, más los
ahorros de toda una vida.
Nos encontramos inmersos dentro de una
realidad desde la cual, hemos escuchado como desde el gobierno se incita al
odio, al delito, al saqueo, donde se libera a los presos por que se cierran
cárceles, sin prever la construcción de nuevos centros penitenciarios. No
tenemos entonces que extrañarnos, de que la violencia sea la dueña de las
calles de nuestras ciudades.
Según ellos, robar no es malo. Si explota una
refinería con los humanos dentro, es culpa de la oposición o de una iguana. Si
matan a 20.000 personas al año, es culpa del Gobierno anterior, …¿el de Chávez?
Si no hay comida no es consecuencia de las
expropiaciones de fincas y redes de supermercados o del control de las divisas,
sino del acaparamiento…. Y así en un cuento de nunca acabar, donde un régimen
que comenzó a arruinarnos hace más de una década, no asume ni su
responsabilidad ni su incapacidad.
Así se ha ido moldeando una nueva Cuba en
Venezuela, donde las nuevas generaciones encuentran pocas razones para
quedarse, si quieren vivir una vida que les permita su pleno desarrollo. En son
las “nuevas balsas” con las que sueñan los que añoran estar al frente de sus
casas sin temor a un atraco o tomar un taxi desde el aeropuerto sin correr el
riesgo de ser atracados por un pirata, o poder cambiar un caucho de noche sin
que te cuesta la vida.
Cuando las Fuerzas Armadas Nacionales,
permiten que sus jerarcas militen políticamente en un partido, que se
manifiesten comprometidos con un proyecto político-partidista de orientación
castro-comunista, contrario a nuestros valores y principios democráticos.
Cuando permiten que agentes extranjeros estén controlando áreas sensibles a la
seguridad nacional, estamos en presencia de un delito de traición a la patria.
Cuando el Jefe de Estado insulta a la Iglesia
Católica, a los judíos, a los evangélicos, pero permite la penetración del
extremismo islámico, quienes cuentan con sus “elementos” colocados en puestos
claves. Con redes, financiamiento y hasta diplomáticos.
Si sumado a eso somos testigos como ex
funcionarios, comisionados, ex directores de puertos, ex propietarios de líneas
aéreas, declaran como sobornaban y traficaban con droga, Makled, Aponte Aponte
y Cía… Sin que eso haya sido motivo alguno de preocupación para los organismos
encargados de la seguridad nacional.
Si la guerrilla colombiana, la Eta española,
los tupamaros y tantos otros grupos terroristas circulen, tengan
representantes, formen sus escuadrones y hasta se le honre con estatuas
alusivas, dentro de nuestro territorio, póngale usted el nombre a esta
situación. Nos encontramos en la tierra de nadie, sin valores y sin ley.
Como venezolano consciente me siento con
derecho a exigir un cambio de rumbo y a trabajar por ello. A exigir condiciones
de respeto e igualdad ante la justicia y la ley, muchos pensaran que esto es
utópico, en realidad lo afirmo para continuar diciendo que si no es así, no hay
negociación, que no podemos avalar devaluaciones, aumento del precio de la
gasolina o cualquier otra medida económica hasta que no se acepte terminar con
los regalos petroleros a sus cómplices internacionales.
Los derechos humanos y políticos no son
negociables, una medio libertad, media democracia, medias condiciones de paz y
seguridad, solo producen un medio país, con ciudadanos debilitados, frágiles,
victima fáciles de la manipulación, la extorsión y el miedo, todo lo que
permite fácilmente el autoritarismo y el abuso, de un medio gobierno.
Exigir y enfrentar es responsabilidad de
todos. Es responsable el político que cede, porque tiene rabo de paja, por
miedo o por cuidar una cuota de poder y un puesto. Es responsable el
empresario, dispuesto a conseguir ganancias a cambio de sus derechos, el dueño
de medios, que se autocensura, a cambio de publicidad, papel o que lo dejen
funcionar.
Es responsable todo un pueblo que se somete
por necesidad o porque le manipulan sus sentimientos más bajos, la falta de
valores o de educación, pero también aquel que cede por cansancio, por
decepción o porque se siente indefenso. Que prefiere rendirse y no seguir
luchando.
Cuando todo esto confluye y sentimos que ya
no hay salida, el camino es uno, continuar sin dudar. Llegó la hora de
engrandecerse, de asumir un reto histórico, el de la herencia de libertadores.
La constitución establece salidas, los
garantes de ella tienen una responsabilidad, cada ciudadano conserva el derecho
a decidir cómo debe ser gobernado y a sacudirse el yugo que lo oprime.
Ejemplos existen en la historia venezolana y
existen a nivel mundial en la historia contemporánea.
No existe publicidad, ni marramuncias, ni
decisiones amañadas, ni barras histéricas gritando consignas, ni siquiera armas
que puedan detener un pueblo decidido a recuperar su libertad.
El cambio debe comenzar dentro de nosotros,
la semilla de la libertad debe germinar dentro de cada corazón patriota.
Tenemos que recurrir a nuestra reserva moral, a nuestra identidad nacional.
La sociedad civil tiene la palabra, tiene que
integrarse de manera activa dentro de los movimientos de oposición democrática,
no puede ceder ningún espacio. Debe votar cueste lo que cueste, sin abandonar
su responsabilidad, obligarlos a la trampa y denunciarla.
Debes defender con coraje los resultados para no llorar después, los partidos políticos están obligados a encontrar nuevas formas de participación de todos, si no correrán el riesgo del desafecto y el olvido. No hay espacio para dobles lenguajes, el enemigo está dirigido desde la Habana, la guerra es entre venezolanos patriotas contra traidores.
nelsoncastellano@hotmail.com
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