El gobierno invierte un colosal esfuerzo en mostrar a estas elecciones
municipales como una victoria pero nada más terco que la realidad:
Es un hecho
indiscutible que el oficialismo obtuvo menos votos a nivel nacional. De casi 11
millones de votos, el PSUV y sus aliados obtuvieron poco más de 5 millones.
Tenemos un inmenso caudal opositor no se expresa con mayor contundencia, gracias
a los divisionistas o seudo-opositores financiados por el gobierno para fracturar
la unidad democrática, a ellos los vamos a desenmascarar en una próxima
entrega.
Hoy destacamos que el oficialismo pierde votos y espacios a pesar de
toda la coacción sobre más de 4 millones de empleados públicos y el chantaje a
los beneficiarios de las misiones. Los votos de la oposición son expresión de
compromiso con Venezuela, a nadie le pagan, nadie es víctima de amenazas. Ahí
hay una gran victoria. De este lado hay un liderazgo real que no necesita
extorsionar a los electores para ganar simpatías.
Pese al ventajismo obsceno de este gobierno corrupto, la oposición preservó
espacios fundamentales como la Alcaldía Metropolitana de Caracas o Maracaibo,
pero además ganó en ciudades tan importantes como Valencia, Barquisimeto, San
Cristóbal, Mérida y Maturín, entre otras. No solo perdieron alcaldías que
tenían en su poder sino que fueron derrotados en Barinas, la cuna del
"comandante eterno" y líder de este desfalco que ellos llaman
revolución.
Es comprensible pues que dirigentes del gobierno expresen en el
portal oficialista Aporrea.org que "estos resultados electorales son,
ni más ni menos, una aplastante derrota. Por todo el cañón".
Mientras algunos opositores se dedican a cuestionar a las fuerzas
democráticas y subestimar sus logros, vemos como dirigentes oficialistas recuerdan
que antes sacaron mas de 7 millones de votos y no pueden explicar su "grosera
derrrota.... solo hay 5 millones y un poquito de votos… nuevamente están
faltando 2 millones de votos que no fue posible movilizar".
Sin duda perdimos en algunas regiones importantes como Anzoategui y ello amerita
una revisión. El ventajismo brutal del gobierno pudo ser derrotado como en
otros lares pero fue determinante el triunfalismo de algunos candidatos
nuestros, algo que a veces llegó al límite de la prepotencia. En otros casos el
sectarismo extremo, una incomprensión de la realidad del país que condujo
equivocadamente a privilegiar intereses partidistas o facciosos. Entre otras
causas, ello estimuló una significativa abstención, algo que no fue atendido
por problemas de conducción política de la campaña. Me abstengo de comentar
públicamente tales problemas para hacerlo en el escenario correspondiente, hay
que superar los errores y continuar el camino. Queda mucho por andar y más allá
de los resultados, está claro que a pesar de todo el abuso y las enormes limitaciones,
quienes aspiramos un cambio y soñamos con un país de libertad, justicia y
progreso, somos mayoría en Venezuela.
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