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martes, 24 de diciembre de 2013

PEDRO R. GARCÍA, EL DISCURSO POLÍTICO EN EL PAÍS, UNA ACOTACION NECESARIA

La retórica altisonante imperante en el país, en la últimos catorce años ha dificultado la construcción de espacios para el entendimiento, dando como resultados: primero los trágicos sucesos del 11 de abril, y el subsiguiente golpe de Estado, el paro petrolero con sus dramáticas consecuencias, el accidentado referendo revocatorio del 16 de agosto de 2004, con el desconocimiento de los resultados por los sectores antagonistas al gobierno, la no presentación de candidatos a la Asamblea por los mismos actores, en una omisión absurda sin orientación previsible, de nuevo dudas sobre los resultados del 03 de diciembre de 2006, inexplicablemente por actores que promovieron y publicitaron su (Blindaje), intento  descaminado del régimen de hacer un cambio de fondo a la Constitución vigente (1999), sancionada entre homéricas manifestaciones como la mejor del globo terráqueo, acción que fue derrotada en el referendo del 2 de diciembre de el 2009, sobre los que hay todavía un manto de dudas, por la denegación de CNE de informar los resultados definitivos, además descalificados con dureza por el presidente Chávez, y su subsiguiente desconocimiento al aprobar de forma engañosa un paquete de 26 leyes, el 29 de agosto, del 2008, contentivas de los articulados propuestos en el frustrado intento de reforma, luego en el proceso de elecciones regionales, de nuevo los sectores de la oposición con argumentos desangelados  que no vale la pena repetir, falsearon encuestas, mintieron, en jornadas de ingravidez política afirmando su condición de simuladores, y frente a la engañosa propuesta de “reforma constitucional”, con la cual en un contrasentido se le admitió al régimen este despropósito donde logró con el voto restringir conquistas históricas, especialmente el de la alternabilidad, implantando en el país un nuevo paradigma tropológico y en una admisión temerosa los sectores que arbitrariamente se habían abrogado la representación de incontables fracciones que antagonizan al régimen, se colocaron en evidencia al demostrar por enésima ves su falta de coraje político, le consintieron el despropósito al caudillo de turno con una aviesa pregunta y unos descaminados lapsos). 
Hoy más allá del sostenido esfuerzo desplegado por el Candidato opositor en la capital pero donde los resultados, no ayudaron en el intento de sumar fuerzas que nos reforzaran en alcanzar un pico en la búsqueda de zanjar el empate hegemónico. Observamos alrededor de los partidos y grupos que lo apoyaron, innúmeros de los mismos semblantes que fueron contundentemente derrotados, en las elecciones nacionales, regionales y municipales, en el lapso 1998-2012, ayunos de nutrientes básicos para articular un propósito de país. Así como en el 99, se bajaron las pantaletas en aquella permisiva decisión un grupo de sombríos magistrados “demócratas”, (y que para facilitar el proceso) hoy en un cinismo solo visto en tiempos del Monagato y el Guzmanato, en un caradurismo vergonzoso, El Tribunal Supremo facilita un todo tipo de atajos a quienes en la tribulaciones por la ausencia de su “Comandante en Jefe” dan a palos a ciegas, y del reverso de la moneda quienes integran (Mesa de la unidad), sus mellizos placentarios igualmente enredados en un voluntarismo de piernas cortas, presos de un táctico alicorto, todos tendrán que responder al inapelable juicio histórico.
Es indiscutible que la discursividad política en el ruedo, tiende a simplificar el terreno de lo programático y, esta arrastra a que la agenda social, económica y cultural del país se transforme en un cruento campo de batalla, donde distintas acumulaciones de intereses intentan imponer sus irrenunciables objetivos. (Más allá de inciertos intentos de diálogo y bienvenidos). 
En este sentido pudiera hablarse de una cancelación de la política; valido para ambos sectores en confrontación. A pesar que algunas fracciones del bloque opositor han decidido no seguir el plan anterior, el gobierno acelero la sustitución de la actividad política por un petro-dirigismo estatal (Karl, 1997), de talante autoritario. 
Este parece ser el marco dentro del cual debe analizarse la confrontación en torno al control de la industria petrolera, primero por el desmantelamiento culposo por parte de el gobierno de la Estadal Petrolera y segundo por los ataques a la cual ha venido siendo sometida, especialmente por actores tanto externos como internos, igualmente desde el régimen la ofensiva despiadada contra los núcleos de la economía privada en el país llevó a una peligrosa escasez. Si no hay un parteaguas el resultado de ambas posiciones antagónicas puede ser, insistimos, la cancelación de la política y su sustitución definitiva por un autoritarismo asentado sobre el carácter rentístico del Estado venezolano.
Es necesario resaltar que esta tendencia se ve reforzada por el hecho de que el chavismo en sus quince años de ejercicio gubernamental, ha privilegiado una visión instrumental del Estado; vale decir una agencia que puede ser conquistada y ocupada por el partido mayoritario, después de las elecciones y ser empleada como dispositivo al servicio exclusivo de sus intereses.
En este cuadro de frágiles circunstancias que vive el país, importa relievar la vocación que profesan los venezolanos por los valores democráticos, (Ver entre otros Informe I, de Valoración de la Democracia, Centro Gummilla) que trascienden el juicio negativo que la población tiene sobre los partidos y el histórico pésimo desempeño del aparato del Estado. Desestimar esta tradición del comportamiento del venezolano, es una grave omisión teórica; sustituirla por una visión maniquea de la política, autárquica o corporativa y constituye un craso error de carácter estratégico. Las relaciones políticas, no deben ser estructuradas en términos del binomio amigo-enemigo.
Pareciera que hay factores quienes intentan facticamente darle un manejo radical en el contexto, que sólo la destrucción del “otro” proporcionaría salida al conflicto social y político en Venezuela.
A manera de desenlace, pudiéramos caracterizar la lógica dominante en la actual coyuntura política venezolana. Primero: se esta operando una reformulación de las fronteras políticas, que definieron el espacio democrático del país en la segunda mitad del siglo XX. Segundo: los antiguos “marcadores” han sido sustituidos por una polarización que se expresa en bloques políticos mutuamente excluyentes. Tercero: cada vez es más reducido el ámbito para el despliegue de formas hegemónicas de la política. (Restringida solo a los grupos políticos)  Cuarto: esta situación de rigidez pudiera ser propicia para el cultivo de salidas antidemocráticas de cualquier signo. Quinto: lo fundamental en la coyuntura actual es la restitución de la vialidad democrática de la sociedad venezolana.
Desde luego, lo anteriormente descrito constituye una breve introducción a un intento harto complejo (relación cultura y política). Al que se hace forzoso darle continuidad en un trabajo más ambicioso.
En definitiva se pudiera resumir lo que hemos señalado en lo siguiente: distintos rasgos de racionalismo han dominado el espacio público de la política venezolana. En sus distintas versiones, romántica, liberal, democrática, revolucionaria con su debido correlato Socialdemócrata, Socialcristiana, Marxista-Leninista. Y hoy (según El Informe 1 del Centro Gumilla, Valoraciones de la Democracia, Socialista moderada). Esta lógica no ha podido articular efectivamente la dimensión de la cultura con la política.
Esta dislocación cuenta para decodificar las “razones” de la inestabilidad política venezolana a lo largo de los siglos XIX y XX la primera década del siglo XXI. Los opuestos abundancia/escasez aún están presentes en la construcción social de la realidad venezolana. El Estado venezolano lo expresa en sus políticas.
La naturaleza es percibida como abundancia a ser maximizada en términos de renta. Esta lógica, a su vez, se encadena con una visión que privilegia elementos valorativos como solidaridad, igualdad e incentiva una relación paternalista hacia el ciudadano. Igualmente, en la formulación de estas políticas prevalece una visión racionalista que califica de mágico-religiosa la conducta del venezolano.
Se atribuye a esta circunstancia la responsabilidad por las dificultades que impiden el surgimiento de una razonable cultura cívica en el país.
Es posible postular que el significante democracia juega un papel central en las representaciones colectivas del venezolano. En tanto construcción simbólica, establece relación con múltiples referentes. Por ejemplo, en la actual coyuntura política se ha formulado un plan político que ambiciona establecer equivalencias connotativas entre democracia, igualitarismo y solidaridad.  Sin embargo estos ensayos se llevan a cabo en el marco de una visión colectivista, distributiva y maniquea que intenta dividir el campo de lo político entre Honestos-patriotas-pobres vs. Corruptos-antipatriotas-ricos. 
La consolidación de una democracia en Venezuela ha de ser el resultado de articulaciones entre principios políticos (libertad, igualdad, justicia, participación, y demás). Es impostergable imbricar su política con su cultura. Esta relación no es fácil. Como ya lo hemos señalado las tradiciones populares son vistas por el racionalismo político y en el caso nuestro, lleno de temáticas marchitas, como obstáculos para la modernización. Sin embargo, el mundo rural, el urbano, el sincretismo religioso, la diversidad indígena, el discurso popular, el mestizaje y otros, son fuerzas actuantes en el presente, que pueden proporcionar las creencias que las libertades políticas deben proteger. Asimismo esta modalidad política se articularía al entreverado de tradiciones, costumbres y creencias que suministrarían atributo a nuestro pueblo, que se trace el ejercicio del poder desde la perspectiva de una genuina cultura política democrática.  Es decisivo que las actuales dirigencias reconozcan, que la sociedad los ha desbordado y que su concepción de la democracia es precaria, ya no satisface las demandas de la mayoría, que desistan de repetir un discurso sostenido en estereotipos conductuales que inducen a la irresponsabilidad, colmado de contenidos gastados, que han contribuido a forjar y mantener a la base social del actual nuevo mandatario, con todo y los quince años de inconsistentes logros, en su profetizado Socialismo del siglo XXl. El desafío para la democracia a la que aspiramos la mayoría de los venezolanos, es una de inclusión social. El conjunto de la mayoría del país alternativo no participo en las perversidades en sus expresiones ultimas del poder político y económico que licuaron el ideal que encarnaba  el modelo de democracia representativa, y siguen aferrados todavía como náufragos en alta mar a la visión de cuello corto que adoptaron a finales del siglo XX. Es obligatorio para quienes quieran presentarse como opción con la intención de construir una nueva plataforma política deben desmarcarse de quienes siendo responsables de aquel sinnúmero de inconsistencias éticas, que arrojaron a la nación a un estrepitoso fracaso, y que fueron rebatidos en las urnas en diciembre de el 98, electoralmente  además con raciones repetidas en 17 de 19 elecciones, donde el país demostrando una bondad infinita y les ha tributado una y otra vez su voto, y ellos en una pasmosa y frívola actitud, jamás han susurrado una frase admitiendo por lo menos uno de sus reiterados desaciertos, lo que confirma la sospecha generalizada de que dinamitaron los puentes con la realidad vigente. Lo que esta en juego es demasiado grueso para abordarlo con esa retórica plana, están en liza los valores transcendentes alcanzados por todos los venezolanos, a pesar de sus precariedades, fue un esfuerzo muy duro, para los diversos sectores que se sacrificaron, para avanzar en búsqueda de mejores oportunidades. Por eso no pueden primar, grupos, emblemas, símbolos, ni económicos, ni políticos, ni viejos, ni nuevos, ni grupales, ni particulares. Hay que debatir a fondo temas como el de la inclusión, el de la representación, que es una de las debilidades aun en las democracias avanzadas, La inclusión es esencialmente un reto político, sin ella esta en juego la estabilidad de la república misma. Ni el enfoque de la derecha de cuello corta, (la que lincho a Pérez) cuando su ministro de economía les propuso un esquema de capitalismo moderno) con el que podríamos estar en desacuerdo, pero que no le contrapropusieron otro, especialmente la derecha nuestra de cada día suyo pensamiento está todavía por revelarse, el presente hacen esfuerzos para algunos planteos pero surgen de su discurso de sumisión ciega a los intereses oscilantes del capitalismo global, su perspectiva es de cabeza cuadrada, economicista, policial, y político-militar, garante de un orden injusto que privilegia solo sus intereses, “ese no es el camino”, tampoco lo es, el que sin respeto a unas reglas mínimas de convivencia, en un escabroso modelo de petroditigismo-pretorianismo que conducen sin mediaciones y en amalgama indigesta entre lo publico y lo privado revelan la articulación de mafias paraestatales en las distintas instancias de la sociedad. La otra cara de la moneda que surge en este momento, es como les está estallando en la cara las evidencias incontestables de su incapacidad, (Los infames eventos del pasado recientes en la Asamblea Nacional es absolutamente inaceptable) así como las manifestaciones brutales y visibles de la peligrosa criminalización de la política, que liquida toda posibilidad de convivencia y lacera nuestro sensible tejido político. Todos los venezolanos sin excepción debemos trazarnos en esta hora exigida de la república una ofensiva por su reconstrucción moral, hay que romperle el espinazo a las manifestaciones de cinismo de las viejas y nuevas elites, que vulneran nuestra precaria estabilidad como pueblo, eso si con la gramática adecuada, no existirá democracia sana sin justicia, sin amor, sin solidaridad, pero tampoco será posible sin tolerancia, sin respeto, sin derecho a los disensos, al pluralismo a las libertades; sin transparencia  sin rendición de cuentas, y esa ofensiva no puede ser conducida por los Autoubicados ellos en  los  buenos pretendendiendo librar, como David frente a Goliat. El combate de los auténticos buenos (ellos) contra los falsos buenos. En tal postura hay un monstruoso oportunismo, cinismo, y simulación. Postergados los criterios ideológicos, es el momento estelar del tráfico cambiario. Esos tales que no les interesa en lo mas minino nada que tenga que ver con el bien común, sino solo de apetencia personal y egoísta, esto hay que confrontarlos por las mismas razones que nos ha llevado a desafiar a los timadores corrompidos que disfrazados de “revolucionarios” han roto sueños de redención, de los mas débiles los preteridos de siempre. Hoy empiezan a sentirse frustrados, e intentan reestimularlos apelando a sus ofuscaciones ambicionando que vuelvan  a suscribir esa opción, pero esos sectores observan con estupor que se regresa con más impulso al camino fácil de las corrosivas y añejas practicas demagógicas, al reparto nefasto de cuotas de poder y de prebendas basadas, no en la voluntad, entrega, honestidad, y profesionalismo al ejercer una función determinada, sino a la viciada vinculación con las redes del poder de turno, a la filiación partidista, al compadrazgo, al nepotismo y esto no apunta para su beneficio, sino al sectarismo ramplón de la distribución obscena del poder, en función de mezquinos intereses, personales, grupales y partidistas. La República de ciudadanos no será posible con el regreso a los viejos vicios; y mucho menos con la entronización de los nuevos con la falsa etiqueta de virtudes. Las desviaciones de ayer y de hoy causan las ficciones del mañana. Lo que el país necesita es la fortaleza virtuosa que los helenos llamaron arete ciudadana y los cristianos rectitud ética.
Un nuevo liderazgo necesita reflexionar su relación de subordinación con la lógica capitalista financiera imperante.
Se adapta a la Institución Republicana.
Tolera mal el terrorismo (porque destruye el mercado).
Hace buenas migas con el despotismo y la corrupción de la decadencia de los grandes relatos (incluyendo la declinación del relato liberal de enriquecimiento sine die de la humanidad)
No lo perturba
No prescribe nada.
Esta presente en todas partes, pero más como necesidad que como finalidad.
Se percibe que global y localmente hay una tarea decisiva. Esta implica como mínimo, la resistencia al simplismo, a los slogans a los sketchers, a los reclamos de exigencia y facilidad de restaurar valores seguros.
La simplificación se nos aparece ya como bárbara, como reactiva. La “clase política” debe lograr esta decodificación, sino quiere caer en su cesación y empujar al país en una aparatosa caída.
pgapgarcia5@gmail.com

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