Durante
el año 2013 se produjeron al menos cuatro oportunidades para lograr un cambio
de gobierno en Venezuela. La primera fue cuando el oficialismo mintió
descaradamente sobre las circunstancias de la muerte de Hugo Chávez. La segunda,
cuando el TSJ dio un golpe de Estado, aprobando la tesis de la “continuidad
administrativa”, que le permitió a Maduro lanzar ilegalmente su candidatura a
la presidencia de la República. La tercera fue el 14 de abril, cuando se
perpetró un masivo fraude electoral. Y finalmente, cuando Raymond Orta, Walter
Márquez, Abelardo Díaz y Nelson Ramírez Torres, entre otros, descubrieron la
nacionalidad colombiana de Maduro.
Capriles
y la MUD desaprovecharon miserablemente cada una de estas oportunidades, argumentando
que no querían confrontación, que nadie los iba a sacar de la “ruta
democrática”, y que los atajos eran perjudiciales.
En
resumen, no quisieron defender ni la Constitución, ni los derechos de los
venezolanos, para no provocar una crisis. Para ellos era preferible mantener a
Maduro en el poder –y con junto con él la dominación cubana– antes que provocar
una acción militar que reponga el orden constitucional, que según Capriles “es
lo peor que pudiera pasar en Venezuela”.
El
pueblo opositor perdonó a la MUD sus errores y su blandenguería, considerando
que era indispensable mantener la unidad, aunque fuese una coalición de eternos
derrotados.
Sin
embargo, la indulgencia se terminó cuando se produjo la capitulación del 8 de
diciembre; porque, luego de afirmar que el CNE hacía trampa y que Maduro era
ilegítimo, los dirigentes de la MUD no solo mandaron a votar en las
municipales, sino que aceptaron los resultados y, para colmo, fueron hasta
Miraflores a reconocer a Maduro como Presidente de la República.
Por
muy duro que sea este divorcio entre el pueblo opositor y sus dirigentes, era
un trámite necesario, porque bajo el liderazgo de la MUD los venezolanos jamás
íbamos a lograr un cambio de gobierno. Ahora hace falta crear otra instancia
opositora, compuesta por individuos cuyo objetivo no sea ocupar espacios
minoritarios dentro de la dictadura, sino liberar a nuestro país del dominio
cubano.
Pese
a todas las decepciones y fracasos, el 2013 nos trae un balance positivo. A
veces se requiere de un diagnóstico crudo, para poder curar realmente al
enfermo. Los venezolanos hemos concluido que Capriles y la MUD pueden servir
para llevar a cabo campañas electorales, pero no para enfrentar a una dictadura
castro-comunista.
@LuisSemprumH
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