La semana pasada Maduro encabezó los actos
conmemorativos de la muerte del Libertador y aseguró que Bolívar fue asesinado
a puñaladas por la oligarquía. También afirmó que el apagón del 2 de diciembre
fue un sabotaje provocado por un disparo que dañó la línea de alta tensión.
Para entonces había exclamado: “pido perdón y disculpa al pueblo de Venezuela por
esta arremetida de la derecha fascista”.
Antes
de las elecciones, el Gobierno aseguraba que no habría aumento en el precio de
la gasolina porque era del pueblo y para el pueblo. La semana pasada el
ministro Ramírez afirmó: "el subsidio a la gasolina no tiene sentido, no
beneficia al pueblo. Pdvsa pierde por ese concepto 12.592 millones de dólares
al año”.
Antes de las elecciones, las ministras
salientes de Salud despotricaban contra quienes osaban mencionar el estado
deficitario de los hospitales públicos. En el ámbito regional había que callar
o ser excluido. En los periódicos abundaban las fotos de cómo se abastecían los
hospitales. Los pobres directores de estas instituciones, médicos al fin,
haciendo de tripas corazón ante la dantesca realidad frente a los pacientes
indefensos. En agosto se creó el parapeto “Estado mayor de la salud”, con 300
millones de bolívares destinado a la reparación de infraestructuras
hospitalarias. La semana pasada Maduro aseguró que los hospitales venezolanos
“son una vergüenza”.
¿Qué
hace el Gobierno si el bolívar se hunde, si los asesinatos se desbordan, si las
enfermedades ya desaparecidas reaparecen? Prohibir bajo amenaza, que los medios
de comunicación informen sobre el dólar negro, cuenten los muertos o reporten
estadísticas sanitarias. La semana pasada se firmo por decimonovena vez la
inamovilidad laboral, la medida “temporal” junto con el control de cambio
cumplieron once años de vida.
La Ministra de Educación después de llamar
alienados a los que votaron por la oposición, señaló que los cubanos forman
parte del equipo del ministerio pero ”están calladitos porque las coyunturas no
permiten que aflore su presencia en el país, pero ellos están ahí en forma
silenciosa trabajando con nosotros”. Que oiga quien tiene oídos…
Ernesto
Garcia
garciamacgregor@gmail.com
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